Oposición a la deriva

Oposición a la deriva

Por: Nelson Castro. El kirchnerismo, el radicalismo y el PRO, fragmentados, enfrentan crisis internas que solo fortalecen al mileísmo.

Las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) fueron creadas por el matrimonio Kirchner luego de la resonante derrota que le infligió en las elecciones legislativas de 2009 a la lista integrada por Néstor Kirchner y las candidaturas testimoniales de Daniel Scioli y Sergio Massa el trío integrado por Francisco de Narváez, Mauricio Macri y Felipe Solá en la provincia de Buenos Aires. En aquel apogeo del kirchnerismo, el trámite legislativo fue vertiginoso: el 18 de noviembre se aprobó en la Cámara de Diputados y el 2 de diciembre se aprobó en la Cámara de Senadores.

El argumento con el que se intentó darle a este proyecto aires de vocación democrática fue que se buscaba el fortalecimiento de los partidos políticos. La verdad, como siempre ocurre con el kirchnerismo, en donde todo es una mentira, era otra: el objetivo de la barrocamente llamada Ley de Democratización de la Representación Política, la Transparencia y la Equidad Electoral era impedir que se repitiera un fenómeno como el que protagonizó en aquellas elecciones Francisco de Narváez que, a través de una costosísima campaña publicitaria, había podido instalar su figura, hecho que fue clave para arribar a su impactante victoria. El futuro de ese trío no tuvo final feliz por los aires de grandeza y los egos de cada uno de sus miembros, pero eso es ya otra historia.

El devenir demostró que fueron muy pocas las veces en que las PASO representaron una verdadera interna. La más recordada e importante fue sin duda la de 2015, que dio origen a Cambiemos: allí compitieron Mauricio Macri por el PRO, Elisa Carrió por la Coalición Cívica y Ernesto Sanz por la Unión Cívica Radical. En ese año también hubo competencia interna en Una Nueva Alternativa, donde el binomio Sergio Massa-Gustavo Sáez se impuso al de José Manuel de la Sota-Claudia Rucci, y en la izquierda, donde compitieron Nicolás del Caño-Miriam Bregman contra Jorge Altamira-Juan Carlos Giordano.

En la mayoría de los casos –y sobre todo en el peronismo, dominado por el kirchnerismo– lo que sucedió fue que las listas se cerraban a dedo, con lo cual las PASO se convirtieron en una especie de primera vuelta electoral ya que no había necesidad de competir para definir quiénes llegarían a la contienda electoral. Eso lo padeció en carne propia Mauricio Macri durante su presidencia ya que, el 11 de agosto de 2019, día en que fue vencido en las PASO por la fórmula Alberto Fernández-Cristina Fernández de Kirchner, en los hechos su poder se esfumó y su gobierno quedó reducido a una formalidad, absolutamente desahuciado. Fue la crónica de una muerte anunciada. Con esta experiencia en mente, el kirchnerismo intentó anular las PASO de 2021, en plena pandemia, porque presagiaba una derrota que, en los hechos, se concretó.

Las PASO han tenido a lo largo de estos años detractores y defensores cambiantes según sus necesidades y conveniencias políticas. Una verdadera vergüenza marcada por el desprecio a las reglas y la institucionalidad.

Fueron muy pocas las veces en que las PASO representaron una verdadera elección interna.

Es lo que ocurrió el jueves en la Cámara de Diputados, en la que se le dio media sanción al proyecto de suspensión. De hecho, ni siquiera se eliminaron. El final definitivo hubiera sido más coherente ya que la suspensión habla de algo temporal, enfocado en estas elecciones, y luego la vuelta a la misma discusión estéril para las próximas presidenciales. El hecho más resonante políticamente hablando estuvo marcado por el declive irrefrenable del poder de CFK. Se vive en el peronismo un verdadero “cuesta abajo en la rodada” del poder de la expresidenta. El bloque de Unión por la Patria (UP) quedó fragmentado en tantas opciones como fue posible. Dentro de esa bancada se exhibieron votos a favor de la suspensión –como pretendía el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof– otros en contra de la misma –como mandó CFK– y hasta algunas abstenciones, como la del presidente de la bancada, Germán Martínez, que tuvo que hacer equilibrio para evitar un quiebre definitivo de su bloque. Cristina necesita del sostenimiento de las elecciones primarias para poder utilizarlas para contener el desafío de Axel Kicillof. CFK está convencida de que, compitiendo como cabeza de lista, las posibilidades de vencer en una posible contienda a Kicillof son mayores. La señora sabe que aún conserva el voto duro del kirchnerismo más rancio pero el desafío de su otrora predilecto hijo político no deja de crecer de la mano de varios intendentes que no quieren volver a la hegemonía camporista. Asemás, para el gobernador sería más fácil desdoblar las elecciones sin la interferencia de las primarias.

Lo que parece una pelea que atrasa al menos unos quince años, cuando la hegemonía kirchnerista era sostenida, es en realidad una crisis que arrastra a todo el peronismo. Sin una figura capaz de alinear el partido, todos seguirán a la deriva respondiendo de forma reactiva a la agenda que impone el Gobierno.

Se trata de una crisis que se repite en el PRO y en un radicalismo fragmentado. Quizá las horas más dramáticas se viven en el partido amarillo. En primer lugar, porque nadie sabe a ciencia cierta si el libro de pases hacia el mileísmo está cerrado. El Gobierno insiste, y lo seguirá haciendo, con su plan de desgaste y seducción sobre la fuerza de Mauricio Macri. El desaire de Diego Santilli al primo Jorge, que decidió no trabajar en la mesa chica de su campaña, es una muestra de ello. En segundo lugar, porque dentro de PRO no convence la figura del exintendente de Vicente López. “La gestión en la Ciudad no está siendo buena, como tampoco lo es el manejo político de lo que ocurre en la Legislatura. Si hay cierto encolumnamiento detrás de Jorge es para no generar más internas en la Ciudad que facilitarían el avance de los libertarios”, aseguró un antiguo miembro del PRO que prefirió mantener en reserva su nombre.

El presidente Javier Milei respira tranquilo. Sabe perfectamente que nadie le hace sombra. Pero no debería olvidar que el tremendo ajuste llevado a cabo para ordenar las cuentas del Estado debería comenzar a dar sus frutos más temprano que tarde de la mano de la reactivación económica. Hay señales de incipiente recuperación, pero los ciudadanos necesitan mayor celeridad con un ritmo de crecimiento sostenido que les permita dejar atrás sus sacrificios y sus penurias.

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