Desde el nivel nacional, la dirigencia del PRO mete fichas para que su delfín Martín Maquieyra juegue a fondo por la candidatura a la Gobernación. Juntos por el Cambio perdió soldados y modera su triunfalismo.
La interna de Juntos por el Cambio parece inevitable a esta altura de los hechos, porque al menos dos precandidatos están lanzados a fondo y nada indica que alguno esté dispuesto a bajarse del caballo. El senador Daniel Kroneberger y el diputado nacional Martín Maquieyra asoman como los postulantes más decididos a jugarse por la Gobernación.
Ese escenario, que terminará de definirse en la medianoche del jueves cuando cierra el plazo para la presentación de listas ante las juntas electorales partidarias, dista del que la dirigencia de la alianza antiperonista había imaginado como ideal, con una lista de consenso que permitiera que en cada punto geográfico de La Pampa la coalición pusiera a jugar sus mejores hombres y mujeres.
La situación moderó el relativo triunfalismo con el que la oposición afrontaba las elecciones del año que viene, tras la histórica victoria en las legislativas de 2021.
Kroneberger y Maquieyra aparecen lanzados a una puja también porque desde el nivel nacional meten presión sobre el diputado nacional para que juegue a fondo, bajo la promesa de que tendrá todo el respaldo político -y financiero- del intendente porteño y presidenciable Horacio Rodríguez Larreta. Esos bandos provocan en estas horas nuevos tironeos y tensiones.
Pero más allá de la definición de las candidaturas, y de que sin unidad pueden quedar heridas difíciles de cicatrizar, un panorama de ese estilo vuelve imposible lo que algunos estrategas de "Juntos" soñaron como ideal: una candidatura de Kroneberger -que ya ganó el año pasado- con Marita Mac Allister como vice, para tener contenido al PRO y aprovechar el apellido. Y con candidatos fuertes en las intendencias de General Pico (Maquieyra) y Santa Rosa (Francisco Torroba). A ese castillo soñado empezaron a caérsele algunos naipes.
Malas nuevas
En cuestión de días, y con el optimismo mundialista reinando en calles y oficinas, a la alianza en cambio se le sumaron varias malas nuevas: el Movimiento Federalista Pampeano dio un portazo y abandonó el frente denunciando la falta de generosidad; Pueblo Nuevo no solo se desmarcó de la oposición sino que dio un salto para formar parte del oficialismo.
Se frustró, de alguna manera, el objetivo estratégico de varios popes de la alianza: la idea de que en las elecciones provinciales de mayo hubiera solo dos boletas en el cuarto oscuro se volvió una quimera. Esa ansiada polarización extrema quedó en un deseo no concretado porque la propuesta de un sector de sumar a Juan Carlos Tierno y Comunidad Organizada no encontró eco en los sectores mayoritarios de la dirigencia.
Esa grieta agrega problemas: Tierno tiene buena onda con la referente nacional del PRO Patricia Bullrich y ya gestó una alianza política con Carlos "Caico" Montoya, que en las legislativas del año pasado era parte de Juntos por el Cambio pero ahora es representante de Javier Milei en la provincia con su sello del Partido Demócrata. Tierno y Montoya no formalizaron la presentación de un frente electoral, pero ya se dieron mutuamente su palabra de compartir postulaciones el año que viene.
Una de las incógnitas que agrava la situación para la alianza antiperonista es si ese espacio en formación entre Comunidad Organizada y la ultraderecha "libertaria" no arriará para su molino a otros dirigentes del PRO "disidente", que coquetaron todo este tiempo con ese sector. Eso incluye al exdiputado Maximiliano Aliaga, a la exdiputada Adriana Leher, al exfuncionario nacional de Trabajo Luis Bertone y al presidente de la asamblea del PRO Oscar Logioio.
En medio de esas hilachas que aparecen en la coalición opositora, también resonaron las palabras del "peronismo federal", que se declaró desilusionado con el andar político del rejunte: fue Miguel Solé el que salió a confesar que no tiene esperanzas de llegar a un gobierno mejor con el espacio, y que se limitará a "votar contra el kirchnerismo" para "elegir al menos malo".
Esos dichos, en todo caso, no fueron más que la evidencia de que el clima que vive la oposición es bastante diferente del que reinaba en los cálculos, más optimistas, hasta hace un par de meses.
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