Por D. SchurmanKirchner ordenó a su vocero la reestructuración del área de medios. Scoccimarro también centralizará en una web la información de los ministerios y reordenará la pauta oficial. Albistur, devaluado.
La Real Academia Española es generosa a la hora de explicar el significado de la palabra "corcho". Pero todavía no incorporó la única acepción que entiende el kirchnerismo: "Dícese de la persona encargada de mejorar la comunicación del gobierno".
Alfredo "Corcho" Scoccimarro es amante del bajo perfil, pero Néstor Kirchner no le dio opción. Después de la derrota electoral del 28 de junio, le encomendó salir a escena para anunciar los cambios de gabinete y reorganizar un área que se dedica a publicitar la gestión oficial.
Scoccimarro hizo carrera en agencias de noticias como DYN y Reuters pero hace tiempo que se alistó en la milicia kirchnerista. De vocero de Julio De Vido saltó a cancerbero del ex presidente y de allí a la Subsecretaría de Medios. –¡Comunicamos pésimo, no logramos unificar los mensajes, tenemos que ordenarnos de una buena vez! –masculló Kirchner al conocer el revés en las urnas.
La reacción fue inmediata. A instancias de Cristina, el Corcho reunió a los ministros. Les indicó que toda la información deberá pasar por sus manos y que la misma –se supone que una vez superado su filtro, o sea, el de su jefe– será volcada a una única página web.
El sitio que dará a luz en los próximos días se lo conoce internamente como "sala de prensa online". El plan es sistematizar las agendas, actividades y declaraciones de la Presidenta y su gabinete. Será, en definitiva, el lugar que recreará la voz oficial.
Scoccimarro viene adoctrinando para esa tarea a los voceros de las distintas carteras. No quiere filtraciones. Estilo K en estado puro.
EL DUEÑO DE LA LAPICERA. En Olivos manifiestan que la mala comunicación –amén de la guerra gaucha y la "traición" de los intendentes– fue determinante en la magra cosecha de votos. No por nada corrió como reguero de pólvora la versión de una inminente eyección de Enrique "Pepe" Albistur.
El secretario de Medios acaba de regresar de unas distendidas vacaciones en Aruba. Entre los suyos admite que no está atornillado al cargo, siente que en cualquier momento puede zozobrar. Pero teme que su salida acelere las investigaciones judiciales por enriquecimiento ilícito, tal como está ocurriendo con el ex secretario de Transporte, Ricardo Jaime.
Albistur es una pieza clave en el esquema comunicacional de los Kirchner aunque ahora encuentra mayor resistencia interna. "No anduvo bien con la publicidad de campaña, hay muchos intendentes del interior que están enojados con él", es la reprimenda que emerge de la Casa Rosada.
Cristina había pensado en Tristán Bauer para reemplazarlo, pero finalmente el cineasta se quedó con Canal 7. Es un secreto a voces que Bauer no logra sintonizar con el titular de Medios. Pero no es el único. Lo mismo le sucede a Gabriel Mariotto, interventor del Comfer, a Martín Granovsky, presidente de TÉLAM, y sobre todo al propio Scoccimarro.
Si bien Kirchner le sigue confiando a Albistur el manejo de la lapicera, le ordenó a su exégeta que supervise y reformule la distribución de la pauta publicitaria oficial. Son alrededor de 400 millones de pesos anuales.
¿Qué le dirá el secretario de Medios a su tropa en la reunión que convocó para mañana? Tanto hermetismo no hace otra cosa que alimentar la ansiedad y el desconcierto. ¿Revelará lo evidente: que el área comenzó un gradual pero decidido proceso de pingüinización?
El poder del funcionario comenzó a licuarse tras la llegada de Sergio Massa. El entonces jefe de Gabinete encontró en una dependencia creada ad hoc su caballo de Troya para poner un pie en la secretaría.
La ampliación de facultades del Corcho se interpreta como un nuevo golpe. ¿Será un golpe de KO a Albistur? En todo caso, el golpe lo dará Kirchner porque Scoccimarro es Kirchner.
Está claro que el halo que protegía al secretario de Medios se esfumó, de lo contrario no hubiese trascendido con tanta facilidad un cuestionamiento del ministro de Salud, Juan Manzur, por supuestos errores en la campaña publicitaria sobre la gripe A.
Haber dicho, en el corolario de las legislativas, que Kirchner aventajaba por seis puntos a Francisco de Narváez fue otro traspié que le siguen facturando con evidente tenacidad, casi como si esa mentira hubiera sido la razón de la desgracia electoral.
CAMBIA, TODO CAMBIA. La avanzada contra Albistur incluye el traslado del sector administrativo de Medios a otro lugar físico de la Casa Rosada o, incluso, fuera de ella.
Las conjeturas también hablan de un nuevo destino para Juan Ros –a quien Pepe delegó gran parte de sus tareas– y Eduardo García Caffi, actual director de Radio Nacional. Hace tiempo que se baraja el nombre de Lalo Mir para esa dirección, aunque es improbable que acepte.
En el declive del poder, algunos objetivos se tornan utopías. Es el caso de la discusión de una nueva Ley de Radiodifusión. Cristina no le bajó el pulgar pero no aparece en la agenda parlamentaria. La pulseada con Clarín se da ahora en forma espasmódica. En menos de una semana, el Gobierno le otorgó y luego le quitó la posibilidad de brindar telefonía. Qué hacer con el grupo es un debate perenne entre la crema kirchnerista.
Donde no hay contramarchas es en el aliento oficial para que uno de los accionistas de Telecom, Gerardo Werthein, expanda sus inversiones mediáticas. No se habla solamente de su desembarco en C5N sino también de cierta inclinación por la compra de pliegos de licencias de cable.
Scoccimarro siempre aparece en escena cuando se habla de las relaciones entre Kirchner y los poderosos empresarios de la comunicación.
El volumen que comenzó a adquirir en estas últimas semanas puso en alerta a Miguel Núñez debido a la incursión del Corcho en actividades que solían ser privativas del vocero. Como botón de muestra, en el reciente viaje de Cristina a Paraguay, el nexo entre la mandataria y la prensa no fue el portavoz presidencial sino el propio Scoccimarro
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