Mientras la política porteña y bonaerense digita la agenda nacional, el interior además de la pesadilla del Covid, reintenta levantarse de pie aunque en secreto y a hurtadillas.
Córdoba y Santa Fe, cuyos gobernadores mantienen una íntima e interesada relación, aseguran estar cooptados en la lucha contra el virus pero no es tan así. Ambos actúan como un tándem perfecto. En la feroz disputa con la Ciudad por la coparticipación, Juan Schiaretti se negó a firmar la solicitud de apoyo al Presidente mientras que Omar Perotti, en un acto de obediencia debida, lo ratificó. Por lo bajo dedican sus más fértiles horas al armado de la retrasada Liga de Gobernadores, esperando el momento en que "el diablo meta la cola". Hablan con Uñac, Bordet y otros. Son socios políticos, aseguran sus íntimos, hay equipo y plan.
La Liga. Perotti y Schiaretti son los dos bastiones que están entretejiendo el espacio de poder de los gobernadores, hoy virtualmente ausente. Quieren frenar la tiranía del poder central y reavivar el federalismo. El aliado de ambos y la tercera pata, aún por debajo, es Miguel Pichetto que ya convoca al espectro peronista anti k,más cercano a la centro-derecha, para formar un movimiento de Acción Republicana, que dispute la interna en Juntos por el Cambio o en el Frente de Todos. Una rosca política con el objetivo de instalar la figura de Omar Perotti con proyección nacional, respaldado y secundado por Juan Schiaretti. Pensando en el 2023 o antes.
Una pieza fundamental es el operador Guillermo Seita, dueño de Management & Fit, autor de las campañas de De la Sota, Scioli, Macri, Massa, Schiaretti, Perotti, que intentó sin suerte la Alternativa Federal que fracasó en el 2019. Sus mayores aportes son el vínculo directo con los medios y los contactos en la Corte Suprema. Cuenta con la estructura que lanzó su socio, Marcelo González, CNN Argentina, TNT Sport, CNN Radio Argentina.
Otro personaje clave es el empresario de bajo perfil, Horacio Miró, el Lázaro Báez de De la Sota, el contratista de Schiaretti, y seguramente el elegido para ejecutar el plan de obras públicas de Perotti, después de la pandemia. Muchos se frotan las manos por la llegada del "Flaco", así le dicen a Miró, que desembarca en Santa Fe a través de una Unión Transitoria de Empresas (UTE) en sociedad con contratistas locales. Algunos celebran, otros gritan socorro. El gobernador intenta romper el esquema de firmas de obra pública -tres en Rosario y tres en Santa Fe- que crecieron a la vera del socialismo.
Otro integrante en el círculo del poder es Walter Grenón, muy vinculado a Alberto Fernández por su aporte en la campaña. Es dueño del primer banco virtual que hoy ya posee un fondeo de mas de US$100 millones, el banco Voii. Tiene gran influencia en el INAES, Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social que reúne todas las cooperativas y mutuales del país. Fue presidido por Mario Cafiero, recientemente fallecido, lugar que se disputan los ultra k y algunos dirigentes del organismo. Un jugador no menor es Néstor Abatidada, ex grupo Sancor y hoy, presidente del virtual Banco del Sol. Y un hombre muy cercano a Perotti, Alejandro Simón, el CEO de Sancor Seguros, de excelente relación con Schiaretti.
El esquema está diseñado y fuertes son los soportes. El rumor ya circula. Aún falta el desparrame de la noticia junto a las represalias y desvelos que generará en sus autores, cuando la oficina Patria y Alberto Fernández se den por enterados que el poder que no se ejerce se regala.
La provincia
La imagen de una suiza argentina para Santa Fe y de Barcelona para Rosario, son postales viejas con olor a naftalina.. La pandemia pega fuerte y la violencia se multiplica. El narco, aunque descabezado en sus figuras principales, actúa dando órdenes desde las cárceles y se disputan el territorio en Rosario entre bandas como los referentes de Alvarado, Guille Cantero o Funes/Ungaro. Las constantes balaceras no impiden que por debajo de las noticias policiales, se estén jugando internas de poder. El socialismo llora aún la derrota después de doce años en el poder y el sueño de la alternativa nacional con Hermes Binner, y el peronismo santafesino no deja de añorar los ciclos de Reutemann y Obeid.
¿Quién es el gobernador Omar Perotti? Nacido en una familia tambera, de chico usaba un caballo para llegar a la escuela. Este gringo piamontés llegó a ser tres veces intendente de Rafaela, además de diputado y senador. Conservador en teoría y práctica, mereció el Premio Konex 2008 a uno de los cinco mejores administradores de la década. En el 2001 respondió al grito "que se vayan todos" y se refugió en Washington para estudiar en el BID nuevas perspectivas de desarrollo. Fue el único senador que se abstuvo en la ley de despenalización del aborto.
Antes de asumir, esperó seis meses para armar su gabinete esperando la resolución del dilema Macri-Fernández. Finalmente recurrió a funcionarios de otras gestiones, armando un gabinete oxidado para sortear problemas nuevos y acuciantes. Recuperó la provincia para el peronismo sin ser kirchnerista aunque obedece las directivas de Alberto. Razones no le faltan, recibió 900.000 subsidios IFE, además de la mitad de los sueldos estatales
Convive con una Cámara de Diputados con mayoría socialista/radical (28 de 50) y comandada nada más ni nada menos que por Miguel Lifschitz. Sólo responden a sus políticas tres de sus legisladores. El resto hace la suya. La Cámara de Senadores con predominio peronista (12 de 19) alterna buenas y malas. El gobernador imita con éxito el estilo de Reutemann, extremadamente austero y poco comunicativo. Prometió Paz y Orden, inaplicables en el estado de exasperación social y sanitaria que vive la provincia, un 95 % de camas ocupadas de terapia intensiva en Rosario y un 65 % en el Gran Santa Fe. Una catástrofe médica. La elocuencia estalla otra vez al grito de "que se vayan todos" y los dueños de bares lucen orgullosos sus letreros "aquí no se permite la entrada a políticos". Esta rebelión social en aumento le impidió al gobernador capitalizar la designación del Gran Rosario como sede de la Hidrovía, celebrar la ley que otorgó poderes al Ejecutivo e implementar una herramienta de salvataje de 54.000 millones de pesos en endeudamiento.
Recibe criticas porque atiende el superávit más que al presupuesto de la salud. Redujo en un 40% al personal político y disminuyó en un 30 % los sueldos políticos. Aumentó el impuesto a los ingresos brutos a las cerealeras y a los bancos del 0,5 al 2%. Resguarda una caja de 30.000 millones de pesos en plazos fijos para encarar un ambicioso plan de obras públicas en la post-pandemia. Cauteloso en tiempos de emergencia pero siempre "productivista", puso en marcha el 92% de la industria. Espera como antes Lifschitz, el pago de la deuda del gobierno nacional por coparticipación, convalidada por la Corte Suprema en el 2015, de 100.000 millones de pesos que actualizados vendrían a calmar el clima conflictivo y el descontento económico.
Pujas de poder. El gobernador maneja la pelea de dos hombres en su entorno más cercano. Uno es el Ministro de Seguridad, Marcelo Sain, y el otro es el Ministro de Gobierno, Esteban Borgonovo. Ambos defienden su territorio pero transitan una dura interna que podría desencadenar en el alejamiento de uno de ellos, habrá que ver quién se queda.
El porteño Sain es la carta fuerte que eligió Perotti, por orden del Presidente, para combatir la inseguridad. Teórico y experto en el tema, dirigía el organismo de investigación de lo delitos en zonas oscuras del sistema judicial policial. El más polémico del gabinete, una especie de Berni mediático: "No soy el Che, yo voy a ser Fidel Castro", "Construiré un país como una nueva nación", "Vivo en Palermo los finde porque sino me tiran los monos". Actúa caiga quien caiga, va al frente para combatir la delincuencia narco: graba audios para difundir en las redes, prepara carpetas y maltrata policías. Hasta se extralimita. Echó al jefe de policía elegido por Perotti, pero el gobernador no deja de apoyarlo incondicionalmente. Apenas se desató la rebelión policial, frenó el reclamo con importantes aumentos. En estos primeros meses, logró descabezar a las principales bandas del narco dejando en la orfandad a las segundas y terceras líneas que hoy disputan un mercado menor por la crisis económica.
Pero el enemigo más visible de Marcelo Sain, no está en las líneas de la policía ni del narco. Son los senadores, verdaderos caudillos que representan a los 19 departamentos de la provincia. Manejan de forma efectiva a una estructura policial que responde a sus intereses. Ya todos expresaron su disconformidad en una resolución contra el ministro. La guerra ya se declaró. La feroz interna se arrastra desde el 83, época de Vernet, y estos señores feudales se resisten a perder sus privilegios económicos. Tan sólo como "refuerzo institucional" reciben mensualmente cinco millones de pesos. El proyecto de Sain es reducir las 19 regionales policiales a 6 superintendencias, lo que implica un duro golpe al poder y a la caja de los senadores.
La otra figura fundamental es el monje negro que juega en las sombras, el senador Roberto Mirabella. Algo parecido al flaco Eduardo Bauzá de Carlos Menem, un jefe de gabinete encubierto, la mano derecha de Perotti. Apoya a Sain y fue quien propuso el nombre de Alejandra Ródenas como vicegobernadora con el acuerdo de los senadores justicialistas. Ella y el hombre fuerte de la Cámara alta, Armando Traferri, componen otro espacio que no comulga con Marcelo Saín y que pidió mil veces su renuncia.
El puerto de Rosario tiene 40 kilómetros y 19 terminales. Es la salida de la producción agroexportadora del norte del país. Ningún puerto en el mundo, ni Santos ni New Orleans, alcanzan su caudal de tránsito. El ente Hidrovía recientemente formado con 51% de participación nacional y 49% para las provincias que confluyen en el río Paraná, genera intereses en pugna, siempre bajo la vigilancia de la DEA por las operaciones de tráfico de drogas. Empresas belgas y holandesas confrontan el interés de cuatro grupos chinos que proponen inversiones con un financiamiento a tasa 0 para la construcción de una red ferroviaria, en una concesión a 50 años, renovables por otros 50. La alternativa china es desde ya la más rechazada por EE.UU.
Pensando en el 2021. Un gran arco de diversidad política se despliega en el escenario político de la provincia. El peronismo aprendió que juntando todas sus partes se obtiene gran beneficio. Y el socialismo constató que Bonfatti quedó en el camino por el desprendimiento del radical José Corral. Algunos recuerdan datos históricos donde las elecciones legislativas santafesinas siempre ratificaron al partido del presidente. Esta vez suena distinto. Miguel Lifschtiz es el socialista que mejor perfila para ganar la elección a senador. Dirige la Cámara de Diputados pero cotiza en oro, su capital político es la prudencia. En la relación con los justicialistas, todo santo le debe una vela. Hasta se afirma que no necesita los votos de Juntos por el Cambio que en vez de ayudar, hasta podrían complicarlo. Los críticos del gobernador, ante su lentitud en concretar promesas, dicen: "Antes veíamos a Lifschtiz como un cuatro de copas y ahora es como Winston Churchill".
En el peronismo podría renovar el pollo de Perotti, el senador Roberto Mirabella aunque por su bajo perfil, pocos apuestan por él. Una candidata posible es Maria Eugenia Bielsa, o quizás ella encabece la lista de diputados. Otra posibilidad, Alejandra Ródenas, hoy vicegobernadora, o Maria de los Angeles Sacnun senadora que intenta ser reelegida con el visto bueno de Cristina. Pero todos esperan las indicaciones de la oficina Patria. También suena el nombre de Leandro Busatto, ultra k y yerno de Pepe Albistur, para cualquier lugar en la grilla.
En el radicalismo la opción es entre Mario Barletta y José Corral tanto para senadores como diputados. En el PRO juegan su interna Federico Angelini, cercano a Patricia Bullrich, y Roy Lopez Molina. También se menciona a Anita Martinez y hasta al excanciller Jorge Faurie, que sería un lujo.
Algunos no descartan la aparición de outsiders como fueron Del Sel, Granata, o jugadores de fútbol, ante la creciente decepción de la dirigencia política. Pensar en el 2021 y en un clima eleccionario aún suena a catastrófico en medio de esta crisis sanitaria, pero las cartas ya se juegan y las apuestas son muy pesadas. El 2023 parece un cuento de ciencia ficción, aunque algunos lo sienten cerca. Es más, casi a la vuelta de la esquina.
Por Gloria López Lecube para La Nación
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