El conflicto entre el gobierno de la Ciudad y la escuela Isauro Arancibia por los carriles exclusivos en Paseo Colón continúa latente.
El Ejecutivo pretende mudar el establecimiento, pero las autoridades de la institución se niegan a abandonar el edificio, al que concurren chicos en situación de calle.
Metrobus #113
Comenzó la polémica obra del Metrobús del Bajo, que culminará su primera etapa en marzo de 2017. El segundo tramo del proyecto resulta conflictivo, puesto que su construcción implica la expropiación y modificación de algunos inmuebles sobre la avenida Paseo Colón.
Los edificios afectados son el Marconetti, la Escuela Taller del Casco Histórico, un Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia, un predio de-portivo del Movimiento Independiente Justicia y Dignidad (de Raúl Castells), el estacionamiento del diario Ambito Financiero, una sede del Indec, una gomería, el centro cultural “Severino Di Giovanni” y otros dos predios sensibles: el excentro clandestino de detención Club Atlético y la escuela Isauro Arancibia, a la que asisten chicos y adultos en situación de calle. Este establecimiento se resiste a abandonar el lugar.
El jefe de gabinete de la Ciudad, Felipe Miguel, aseguró que “en la primera etapa” de la construcción del Metrobús del Bajo, no se verá afectado el colegio Isauro Arancibia, pero que “es una posibilidad” que, en la segunda etapa, la escuela se traslade a un edificio a 200 metros, y que eso “no complicaría el ciclo lectivo”.
Por su parte, la directora del Isauro Arancibia, Susana Reyes, dialogó con Qué y señaló que, desde el ministerio de Educación de la Ciudad, dirigido por Soledad Acuña, “nunca se acercaron a la escuela”, pero los citaron para afirmarles que el Metrobús sí va a pasar por las instalaciones donde está la escuela.
“La propuesta que nos trae Educación es que nos quedemos tranquilos, que nos van a mudar a dos cuadras, donde van a levantar una escuela para que nos mudemos allá, y el jardín quedaría acá. Nosotros no aceptamos que el proyecto se divida, pero ellos sí. Es lo que más les gusta hacer: dividir.”
En el conflicto intervino el juez Roberto Gallardo (magistrado polémico para el oficialismo), que falló a favor de la escuela para que el Gobierno termine las obras en el establecimiento, ya que había quedado pendiente la instalación de gas, la colocación del ascensor y una rampa para personas con movilidad reducida.
En ese sentido, desde la empresa Lihué, que ganó la licitación para realizar la obra de reparación de la escuela (14 millones de pesos), les comunicaron a las autoridades de Isauro Arancibia que “no instalaron el ascensor porque la escuela se iba a tirar abajo”, según la directora del establecimiento. “¿Por qué el Gobierno no tiene políticas públicas para una población tan estigmatizada, que es la que más sufre y es la que la sociedad acostumbra a tildar de peligrosa”, cuestiona Reyes.
“Tirar una escuela les da lo mismo”
Las autoridades de la escuela Isauro Arancibia consideran que cuando el Gobierno hizo obras similares (Metrobús de la 9 de Julio), se encontraron con muchísimos problemas que fueron sorteando de diferentes maneras. “A nadie se le ocurrió tirar la iglesia de Constitución, pero tirar una escuela les da lo mismo”, sentenció Susana Reyes, fundadora de la institución.
“Nosotros queremos que se respete este espacio, tan referenciado por los chicos que asisten todos los días. Es una situación muy dura ver cómo el gobierno de la Ciudad la ningunea y desprecia. El metrobús no enseña, la escuela sí”, enfatizó Reyes.
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