A diez días de dejar la presidencia, el demócrata repasó su legado: el restablecimiento de relaciones con Cuba, el acuerdo nuclear con Irán, el matrimonio igualitario, entre otras políticas. Pidió que haya igualdad de oportunidades de cara al futuro gobierno.
A diez días de dejar su cargo como presidente de Estados Unidos, Barack Obama dio ayer su discurso de despedida en Chicago tras ocho años como jefe de Estado, durante el cual delineó los valores con que el país debe afrontar los desafíos por venir. “Se siente bien estar en casa”, dijo ante los aplausos y gritos de la multitud en el centro de convenciones McCormick Place. “Aquí es donde aprendí que el cambio ocurre cuando las personas se unen para exigirlo. Después de ocho años como presidente todavía lo creo: la convicción de que todos somos iguales, que buscamos los sueños individuales. Y el imperativo es buscar un bien mayor.”
“Estados Unidos es excepcional”, dijo el líder demócrata en una alocución que comenzó a las 20 hora local (23 de Argentina) y en la que reflexionó sobre los avances de la potencia mundial. “Si les hubiera dicho que íbamos a revertir la recesión y generar puestos de trabajo, si les hubiera dicho que íbamos a lograr matrimonio igualitario, restablecer relaciones con Cuba o lograr un acuerdo nuclear con Irán y matar a Bin laden....qué hubieran pensado? Lo hicimos”, se congratuló entre aplausos haciendo una enumeración de sus políticas. Y siguió: “En diez días (abucheos del auditorio) vamos a ver el traspaso del poder. Vamos a garantizar la transición como lo hizo Bush (hijo) conmigo”.
Obama pidió que el impulso para garantizar igualdad de oportunidades se sostenga. “Después de mi elección se habló de un país posracial. El tema racial sigue dividiendo a esta sociedad, hay mucho por hacer.” También dijo que había que invertir en los niños de inmigrantes, en clara alusión a la esperable política de fronteras cerradas de su sucesor.
El último viaje de Obama en el avión Air Force One fue una peregrinación a la ciudad que lo adoptó, no muy lejos de donde aceptó la presidencia hace ocho años, y desde donde se dirigio a una multitud que agotó las entradas. Obama llegó acompañado por la primera dama, Michelle Obama, el vicepresidente, Joe Biden, y su esposa, Jill.
Los más fanáticos, muchos afroestadounidenses, desafiaron el gélido invierno de Chicago para recoger entradas gratuitas que a última hora se vendieron por más de 1.000 dólares en el sitio Craigslist. Incontables personas que conocieron y trataron a Obama cuando era un activo organizador comunitario en barrios humildes de esta ciudad del norte de Estados Unidos ya tenían sus pases para el discurso en el centro de Convenciones McCormick, junto al lago Michigan.
En un video divulgado por la residencia presidencial horas antes de la alocución, Obama explicó que ha querido desmarcarse de la tradición de dar este tipo de discursos desde el Salón Oval de la Casa Blanca y hacerlo, en su lugar, en Chicago, porque en esa ciudad es “donde todo empezó”.
Obama, quien el viernes 20 de enero por la tarde delegará el poder en el presidente electo Donald Trump, considera a Chicago su ciudad natal, ya que, pese a que vino al mundo en Hawaii, allí conoció a su mujer y formó su familia, trabajó como líder comunitario y dio el salto a la política.“Para Michelle y para mí, Chicago es donde todo empezó. Es la ciudad que nos mostró el poder y la bondad fundamental de los estadounidenses”, expresó el presidente saliente y Nobel de la Paz.
En el video, el líder demócrata también reflexionó sobre las lecciones que se lleva de sus ocho años en la Casa Blanca. Una de ellas es que “el cambio” del que él se convirtió en abanderado “puede ocurrir” y la otra es “la bondad esencial del pueblo estadounidense”, algo que, en sus palabras, le da “mucha confianza” en el futuro del país. Dentro de diez días, llega a la Casa Blanca un outsider de la política y multimillonario de retórica extremista.
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