Aunque hace solo un año atrás se encuadraban detrás del Presidente y su ministro Martín Guzmán, el movimiento que lidera Emilio Pérsico expresó su respaldo al titular de Economía. También en la central sindical cierran filas más allá de sus diferencias. El peligroso juego de Juntos.
Por: Analía Argento.
En coincidencia con el aniversario de la renuncia del ministro Martín Guzmán, Sergio Massa recibió en el quinto piso del Ministerio de Economía a Emilio Pérsico, Fernando 'Chino' Navarro y un grupo de dirigentes del Movimiento Evita.
La charla que ocurrió a principios de julio y de la que poco se habló fue fundamental para que ese espacio, que sostuvo a Alberto Fernández y a Guzmán, saliera a bancar al precandidato a Presidente. Hoy hasta se habla de armarle a Massa una recorrida por un barrio de la mano del Evita.
Si alguien lo hubiera dicho un año atrás hubiera sonado increíble. Massa logró con Unión por la Patria el alineamiento de los más radicalizados en el oficialismo. Pérsico venía hablando con Máximo Kirchner su estrategia electoral y el Movimiento Evita quedó habilitado para dar la pelea interna en varios municipios aunque sin lugares en las listas legislativas nacionales. El mayor ejemplo es el de su propia mujer, Patricia 'Colo' Cubría, que en La Matanza quiere frenarle la reelección al intendente Fernando Espinoza.
El 'Chino' Navarro en cambio había sido muy duro con el hijo de Cristina Kirchner cuando en febrero en la sede del PJ le dijo que había caminado 20 cuadras para llegar y que nadie le había pedido que ella se volviera a postular. Navarro fue además casi un ‘celestino' entre el Presidente y Guzmán, un amigo de su hijo.
Pérsico y Máximo Kirchner tienen un canal de diálogo abierto. En 2019 el actual presidente del PJ bonaerense le dio un consejo al líder del Evita: "Hay que impulsar la renovación del peronismo de abajo hacia arriba". Coincidieron.
Uno ganó con Mariel Fernández en Moreno, el otro celebró el triunfo de Mayra Mendoza en Quilmes aunque La Cámpora también se quedó con puestos de poder -de los de más arriba- y con cajas como el PAMI, la AFIP y Anses.
El Evita, de Alberto a Massa
Emilio Pérsico con Patricia Cubría, su pareja y precandidata a intendenta de La Matanza
Desde el triunfo de Alberto Fernández el Movimiento Evita se convirtió en su principal sostén, incluso en una puja permanente con La Cámpora y especialmente en cada momento de crisis. Pero como dirían los chicos, ‘Alberto ya fue'. Y fue el propio Pérsico quien salió a pedir el voto para Massa, preocupado por el crecimiento de la pobreza y la situación social en las barriadas que se agravó con Mauricio Macri aunque empeoró con el actual Presidente.
"Juan es un hermano pero..." respondió Pérsico en Radio con Vos. Y sin dudar subrayó que "Massa puede llevarnos a la victoria y el mandato del Movimiento Evita siempre fue ganar la elección". Repitió que hay que evitar la vuelta de un gobierno neoliberal porque "cuando terminó el Gobierno de Cristina casi no teníamos comedores; con el macrismo abrimos 7000 y yo no quiero eso de vuelta".
Del clamor por Cristina, al clamor por Massa
De la misma manera Mario ‘Paco' Manrique, secretario adjunto de SMATA, respaldó fuertemente al ministro "porque Cristina dijo que hay que votarlo". El impulsor del frustrado clamor por Cristina 2023 admitió que hay mucha gente enojada, descreída o decepcionada. Pero aseguró que se va a corregir todo lo que no se hizo. Elípticamente, todos apuntan a la falta de decisión del Presidente Alberto Fernández.
La línea que bajan de la mesa de campaña es cuidar a todos los dirigentes. El más abocado a esa tarea, casi devenido en un predicador de la unidad, es el propio Massa. En la inauguración del gasoducto Néstor Kirchner fue el único que agradeció al Presidente pero también a trabajadores y empresarios. Su insistencia a cuidar todos los frentes disimula diferencias.
Massa arrancó encuentros con trabajadores, el viernes en una fábrica en Soldati y otra en Florencio Varela
Si se presta atención se percibe una sutil distancia con la gestión: Massa habla de defender el futuro, no defiende al actual gobierno aunque muestre los temas destacables como la obra pública, el rol del Estado en salud, política energética y otros puntos de disputa con la oposición.
En su visita a la CGT, casi un homenaje de los secretarios generales a su figura, habló de las tres pandemias -el FMI, el Covid y la sequía- pero admitió que hay cosas que no se hicieron.
"Sabemos que hay compañeros nuestros desilusionados o decepcionados sea por los efectos de la pandemia, la sequía o porque faltó determinación en algunas tareas, y los salarios no se recuperaron como se tendrían que haber recuperado", apuntó en un colmado salón Felipe Vallese. Hablaba, claro, del gobierno de Fernández del que también forma parte el Frente Renovador y el kirchnerismo, porque necesita despegar para poder pedir el voto de los argentinos no convencidos, enojados o que no quieren participar de las PASO.
El de Massa es un equilibrio riesgoso al punto que ni siquiera le respondió las críticas a Juan Grabois. Con su equipo llegó a la conclusión de que deben aferrarse a la unidad como muestra de responsabilidad y en cambio exponer más las disputas de la oposición. "Está en modo pastor", lo describen los mismos que hace un tiempo hablaban de su hartazgo por la falta de definiciones.
Pelea por conveniencia
La pelea en Juntos por el Cambio lo ayuda y lo alivia. "De los quilombos de ellos que se ocupen ellos", bromea el ministro y precandidato. Le conviene el barro en el que se trenzan Patricia Bullrich y Horacio Rodríguez Larreta.
En ese sentido se sinceró Diego Santilli, precandidato a gobernador de Buenos Aires: "El golpe debajo de la cintura puede costarnos caro. A mí me lo dice todo el mundo, vengo del interior de la provincia y el común denominador es que por favor no peleemos y le ganemos al kirchnerismo. Nunca hablé mal de nadie de mi espacio y nunca me van a escuchar".
A pesar de las advertencias, y de las charlas telefónicas de los últimos días entre Rodríguez Larreta y Bullrich, las tensiones persisten.
Desde el oficialismo alimentan esa disputa. Esta semana Malena Galmarini recordó su amistad de tres décadas con Larreta. "Cuando pase la elección espero que volvamos a ser amigos. Me enteré por la tele que no éramos más amigos", ironizó la titular de Aysa y esposa de Massa.
Larreta había dicho hace un tiempo que no se habla más con el ministro de Economía de quien lo distanciaron sus decisiones políticas.
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