La manzana de la discordia es un triángulo de tierra del tamaño de tres canchas de fútbol que cada gobierno reclama para su país y que enfrenta a Piñera y Humala
Durante una publicitada reunión bilateral sostenida esta semana por los presidentes de Chile, Sebastián Piñera, y de Perú, Ollanta Humala, en la cumbre de la Alianza del Pacífico en Bogotá, se acordó la aplicación del fallo de la CIJ, que estableció los límites marítimos y cedió 22.000 kilómetros cuadrados a Perú en el Pacífico, pero no alcanzó a limar las asperezas por el polémico territorio, equivalente a tres canchas de fútbol cubiertas por arena y unos 300 metros de costa.
La polémica la abrió Piñera, al sentenciar por cadena nacional, después del fallo, que el dictamen ratificaba el dominio chileno sobre el triángulo. La reacción peruana cayó cuatro días más tarde, durante un discurso de Humala, cuando dijo que a su juicio la CIJ sólo definió los límites marítimos, sin pronunciarse sobre las fronteras terrestres.
Tras la reunión de Bogotá, Humala volvió a insistir en la propiedad peruana sobre las tierras en disputa.
"Cada uno tiene su posición, pero le hemos ratificado con firmeza al presidente Piñera la soberanía de Perú sobre el triángulo", dijo Humala. "El triángulo terrestre es parte del territorio chileno", replicó Piñera con firmeza.
La guerrilla de declaraciones subió de tono con la respuesta del coagente peruano en La Haya, el ex canciller José Antonio García Belaunde, quien acusó a Piñera de utilizar la disputa con fines populistas.
"[Piñera] quiere despedirse haciendo su pataleo, quiere despedirse pretendiendo que es un gran defensor de la nacionalidad chilena. Es todo un gesto. Todos los presidentes quieren irse con buenos puntos", acusó García Belaunde.
El combativo tono del coagente peruano y la polémica publicación de un mapa oficial por parte de la cancillería peruana, en el cual se incluye el mentado triángulo dentro de su territorio, motivaron el envío de una nota de protesta por parte de la cancillería chilena.
"Tenemos nuestros límites establecidos de una forma distinta a ese mapa. Señalaremos en una nota la divergencia", explicó el canciller chileno, Alfredo Moreno.
Los orígenes del insólito conflicto se remontan a 1930, cuando una comisión binacional no instaló los hitos demarcatorios acordados en la costa para que éstos no fueran destruidos por la marea, sino unos 260 metros tierra adentro. De esta forma, la discusión se cierne sobre el ángulo de la línea fronteriza, que a juicio peruano corre más al norte de lo que debería. También, ambos países reconocen como límite fronterizo puntos distintos.
En caso de no llegar a acuerdo, el tratado bilateral de 1929 estipula que se podría solicitar el arbitraje de Estados Unidos, para lo cual sólo es necesario que uno de los dos países lo pida. Tal moción ya fue sugerida por el presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso peruano, Martín Belaunde.
Según sostuvieron fuentes diplomáticas chilenas a LA NACION, la "astuta" estrategia peruana apunta a dejar bajo sus dominios el pequeño pero emblemático territorio a modo de "costa seca", un inusual acuerdo limítrofe del cual sólo existen seis casos a nivel mundial y que establece que la soberanía del territorio ribereño queda a manos de un país distinto al que rige sus aguas.
La disconformidad en Chile con el fallo motivó además una discusión transversal sobre la permanencia del país en el Pacto de Bogotá de 1948, acuerdo que compromete la sumisión a la CIJ.
LOS PROBLEMAS LIMÍTROFES DE CHILE
La partición de las aguas
La Corte de La Haya resolvió, a fines de enero pasado, que Chile debe cederle a Perú 22.000 km2 de un área marítima en disputa entre los dos países.
El triángulo maldito
El gobierno de Piñera sostiene que la decisión del tribunal no incluye una fracción de tierra costera de 3,7 hectáreas que Perú reclama para sí.
El encierro boliviano
Bolivia quiere recuperar por arbitraje internacional la salida al mar que perdió tras una guerra con Chile a fines del siglo XIX. El gobierno ya elevó su reclamo a la Corte de La Haya.
Comentá la nota