Primero asaltaron y cortaron a tres personas que debieron ser atendidas, luego robaron un auto y lo incendiaron, después robaron una moto, maniatando y golpeando a su propietario. La noche terminó con uno de ellos detenido, acusado de cinco delitos, mientras otro está profugo.
La tradicional calma de San Rafael, que tanto se destaca en los recuerdos de sus habitantes y siempre fue resaltado como una de sus virtudes, cada vez se ve más sacudida por hechos violentos que además son incomprensibles. Y lo más preocupantes es que en muchos de los casos se involucran jóvenes que parecen actuar desaforadamente, con una mezcla de violencia, desprecio por la vida de los demás, y a la vez, también de la propia.
La inusual seguidilla de hechos delictivos que fue protagonizada por dos hombres durante los primeros minutos de la mañana del sábado en Cañada Seca, puede inscribirse cómodamente en esa tónica de la que hablamos, donde vaya a saber por qué causas, o bajo los efectos de que sustancia, los hechos toman ribetes que son cinematográficos y también desconcertantes.
Pasadas las 6 de la mañana, un matrimonio y su pequeño hijo de 3 años decidieron retirarse de una fiesta en el Club Independiente de Calle Larga. La familia se desplazaba a bordo de una Citroneta, la cual presentó un desperfecto mecánico en la intersección de dicha arteria y calle 1. Al lugar acudió a asistirlos un hombre que era el encargado de la seguridad del evento en el que habían participado. Cuando se encontraban intentando reparar la falla, aparecieron en escena dos hombres en moto, quienes de manera muy violenta, valiéndose de un cuchillo y un arma de fuego, golpearon a las tres personas mayores y les realizaron múltiples cortes.
Pero la cosa no terminó ahí. Tras el ataque, los malhechores se quedaron con 60 pesos y dos teléfonos celulares, mientras que uno de ellos sustrajo un Ford Taunus, perteneciente a quien pretendió colaborar con el matrimonio. El delincuente no circuló más de cien metros cuando, en una actitud incomprensible, roció el interior del rodado con combustible y lo prendió fuego.
Hasta aquí robo, lesiones, incendio, un cóctel violento que es muy difícil explicar.
Pero la situación no terminó allí, porque los mismos asaltantes -que continuaban desplazándose en moto- llegaron hasta un domicilio de calle Larga Vieja, ya pasadas las 7 de la mañana. Allí aprovecharon que la puerta principal no tenía medidas de seguridad, irrumpieron en la casa y maniataron al propietario, luego de golpearlo en reiteradas ocasiones.
Sin ningún tipo de reparo, los ladrones se llevaron una moto de 150 centímetros cúbicos y dejaron abandonada la que anteriormente usaron para desplazarse.
El recorrido de los hampones terminó en calle Arancibia de Rama Caída, donde personal de la Unidad de Policía Turística, a sabiendas de lo que había sucedido anteriormente, individualizó la moto de similares características a la sustraída en el mencionado inmueble, y logró la aprehensión de uno de los individuos, mientras que su cómplice logró escapar y nada más se supo de él.
Producto de la salvaje agresión, una ambulancia del SEC trasladó a las víctimas del primer asalto al hospital Schestakow, donde les diagnosticaron múltiples heridas cortantes, contusiones y traumatismos. El menor de 3 años también fue examinado, pero afortunadamente no presentaba lesiones.
El detenido, un joven de 19 años de apellido Castro y residente en Calle Larga Vieja de Cañada Seca, fue trasladado a la Comisaría 42 de Salto de Las Rosas, donde lo procesaron por doble "Robo agravado" y "Privación ilegítima de la libertad".
Pero el miedo, la sensación de impotencia y de que la vida no vale nada de las víctimas, perdurará durante mucho tiempo. Es difícil encontrar explicación racional a tan violento accionar y por parte de personas jóvenes. Lo cierto es que, lentamente, San Rafael deja de ser la ciudad tranquila, y la crónica policial recoge cada vez hechos más preocupantes.
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