Las multinacionales asumen que no ven una disminución en la presión inflacionista hasta 2023, y alguna, como Heineken, muestra cautela por la evolución del consumo
Por Cristina G. Bolinches
Los mayores crecimientos de ingresos de la última década, pero no porque los consumidores estén llenando hasta arriba sus carritos de la compra. La inflación ha provocado que las grandes multinacionales de la alimentación y las bebidas estén presentando unos resultados donde las cifras de ventas están disparadas. Algo que ocurre a ambos lados del Atlántico y que indica que el consumo global no se ha frenado en seco. Así le ha ocurrido, por ejemplo, a Nestlé, el mayor fabricante europeo de alimentos, que hace unos días reconoció que sus ventas se han disparado un 8,5%, la mejor cifra en casi 15 años. De ese porcentaje, 7,5 puntos están directamente ligados a la subida de precios.
La dueña de Nespresso, Kitkat y Pellegrino marca la pauta, porque las empresas ligadas al gran consumo viven en una cierta contradicción. Por un lado, celebran lo bien que van sus negocios y su facturación. Por otro, lanzan avisos de que no es oro todo lo que reluce y afirman que están tratando de ajustar sus márgenes e intentando que la inflación no se dispare aún más.
“Hemos logrado un fuerte crecimiento orgánico, al mismo tiempo que continuamos ajustando los precios de manera responsable para reflejar la inflación. Este complicado entorno económico es una preocupación para muchas personas y está afectando a su poder adquisitivo. Por eso, nuestro objetivo es mantener los productos asequibles”, argumentó, en esa doble dirección, el consejero delegado de Nestlé, Mark Schneider. La empresa suiza ha ingresado, hasta el 30 de septiembre, el equivalente a 70.000 millones de euros. En cambio, no ha publicado cuál ha sido su beneficio. Sí, que espera cerrar el año con un aumento de ingresos del 8%, lo que indica que no prevé que la inflación se atenúe.
“Todavía hablamos de incrementos de precios”
“Claramente, hay un incremento en el coste de los insumos y, por lo tanto, en los precios para el resto de este año y entrando en 2023. No hay duda de eso”, reconoció el CEO de Nestlé en una conferencia con analistas. “Por lo tanto, cualquier pregunta sobre cómo unos costes de las materias primas más bajos se traducirían en precios en el futuro, eso aún queda lejos. Todavía estamos hablando de incrementos; y esa matemática se aplica prácticamente a cualquier otro fabricante”, zanjó Schneider.
La multinacional dueña de Buitoni o Maggi fue clara al decir que su realidad es la de todo el sector y así está siendo. Aunque aún quedan grandes empresas por presentar su evolución en lo que va de año, las que han presentado resultados van en direcciones muy similares.
Una de las últimas en contar cómo le va es Danone. La compañía francesa ha disparado sus ventas un 19% en el tercer trimestre del año, que abarca el verano, con los precios despuntando casi un 11%. Entre julio y septiembre ha facturado 7.334 millones de euros; y 18.011 millones en lo que va de ejercicio. Para lo que queda del año, el fabricante de yogures mejora sus previsiones. Según comunicó el jueves, prevé lograr un crecimiento de ventas comparables, solo por el efecto precio, de entre el 7% y 8%, cuando hasta ahora se queda en un 5% o 6%; y anticipa que su margen operativo -la diferencia entre ingresos y gastos- se quedará en el 12%. Danone no desglosa cómo le va en España, ni cómo se traduce esta evolución de ventas en beneficios.
En paralelo, Unilever, que abarca todo el gran consumo, no solo la alimentación -vende desde los helados Frigo a las sopas Knorr, pasando por los jabones Dove- ahondó el jueves en esa realidad dual de 'me va bien pero hay que ser prudentes'. Sus costes crecen -por las materias primas, la energía y el impacto de los tipos de interés- y, en paralelo, sus precios han escalado un 12,5% al acabar el tercer trimestre.
Si Unilever mide sus ventas en volumen, estas han caído más de 1,5% en el trimestre estival. En cambio, si cuenta el dinero que le entra en caja, la subida de ventas es del 17%, hasta los 15.800 millones de euros. Su previsión para los próximos meses es una mezcla de optimismo y realismo. “La perspectiva macroeconómica global es mixta y esperamos que los problemas de inflación persistan. El crecimiento constante sigue siendo nuestra prioridad”, reconoció el consejero delegado del grupo holandés, Alan Jope.
Al otro lado del Atlántico, previsiones más optimistas
En Estados Unidos, la situación es muy similar. Kraft Heinz, dueña de Oscar Mayer, Philadelphia y Orlando, ha comunicado que, de media, sus precios han subido un 15% durante el tercer trimestre del año, lo que le ha permitido compensar los costes. En este caso, la multinacional estadounidense también es optimista porque percibe que los problemas en la cadena de suministro empiezan a despejarse. Pero su incremento de ventas netas es más moderado, de un 3%, hasta 6.510 millones de dólares durante el tercer trimestre del año.
Sí ven despejarse nubarrones los gigantes de los refrescos: “Estamos muy satisfechos con nuestros resultados del tercer trimestre, porque nuestro avance global sigue siendo sólido”, aseguró el consejero delegado de PepsiCo, Ramón Laguarta, en la presentación a inversores. Por eso, el grupo mejora sus previsiones para el conjunto de 2022. Ahora cree que ingresará un 12% más que en el año previo, cuando antes preveía un 10%. Hasta septiembre su facturación avanzó un 8%.
La dueña de la avena Quaker y de las patatas fritas Lay's reconoció hace unas semanas que sus precios ya han repuntado más de un 17% en comparación con hace un año. Y dio más detalles a los analistas. Reconoció que el verano fue bueno para la multinacional porque es un momento en que crecen las compras por impulso. También, que los consumidores no están dando la espalda a sus productos a pesar de que los precios de venta despeguen.
El mensaje de Coca-Cola Company es muy parecido. Sus ingresos se han disparado un 10% en el trimestre y sus precios han crecido por encima, de media, un 12%. La compañía estadounidense -no es la embotelladora que opera en Europa, que aún no ha presentado datos- también reconoce que va a seguir la presión inflacionista. Y ahí hay que hacer un equilibrio. “Tenemos que asegurar que hay productos asequibles para los consumidores. En tiempos de recesión, hay que hacer escalas, ya sea con envases más grandes o más pequeños”, argumentó su presidente y consejero delegado, James Quincey.
Heineken sí llama a la cautela
La holandesa Heineken, la segunda mayor cervecera de Europa, es más cauta. La multinacional publicó el miércoles un aumento de ingresos netos del 19% en el trimestre (a 9.415 millones de euros), aunque en Europa es menor y se queda en el 8,7%.
Heineken, que es dueña de las marcas Águila y Cruzcampo, elevó sus ventas en España ligeramente por encima del 10%. Aumento que atribuye, sobre todo, a la subida de precios. En cambio, la compañía de Ámsterdam no desglosa cuánto han subido sus precios en España, pero sí que la media global rebasa el 13%.
También apunta que se está apretando el cinturón, ya que está tratando de ahorrar costes por valor de 1.700 millones de euros. Y lanza un aviso: “Cada vez vemos más razones para ser cautelosos con las perspectivas macroeconómicas, incluidas algunas señales de debilidad en la demanda del consumidor”, indicó a los inversores sin entrar en más detalle.
No todas las cerveceras lo ven igual. Anheuser-Busch InBev, el mayor fabricante del mundo -está detrás de Budweiser, Corona o Becks- sí que ve un repunte en el volumen de ventas, del 3,7%. Y cree que, de momento, no están perdiendo clientes aunque suban los precios. Su consejero delegado, Michel Doukeris, aseguró a la agencia Reuters que la empresa está siendo “resiliente” a la inflación y que los clientes aún están dispuestos a pagar un poco más por las marcas premium, porque los datos de empleo siguen siendo positivos.
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