Alfredo Cornejo lo hizo de nuevo. Ayer se confirmó lo que ya se sabía: no habrá mujeres en la fórmula radical que buscará sucederlo.
El tándem Rodolfo Suarez - Mario Abed, para gobernador y vice de Cambia Mendoza, es coherente al 100% con el modo de pensar del gobernador.
Sabido es que tampoco este mandatario ha promocionado a ninguna mujer para la Suprema Corte de Justicia de Mendoza, pese a que durante su mandato hubo dos bajas en los sillones del máximo tribunal.
De la misma forma que no ha optado por un porcentaje generoso de mujeres en su gabinete.
Todo esto es parte de su naturaleza política. La que ya le conocemos. Cornejo ha tenido la habilidad de diluir parte de ese machismo con una gestión que ha reposicionado a Mendoza en la senda de los gobiernos eficientes y sin denuncias de corrupción.
Ha tenido la suerte de que salvo la vicegobernadora Laura Montero y alguna que otra mujer radical de manera esporádica, no ha existido una fuerte presión femenina dentro del radicalismo (ni en la sociedad civil) contra sus decisiones amarretas a la hora de posicionar a mujeres en cargos claves.
Se rompen, no se doblan
El radicalismo es un partido con larga tradición varonil, luego devenida machista, y Cornejo es un radical criado en esa escuela. Ni Alfonsín ni De la Rúa hicieron intentos destacados para cambiar esa tradición.
Nunca hay que doblarse o doblegarse, porque eso -sugieren- podría confundirse con lo femenino. El macho radical prefiere romperse y no abdicar de sus convicciones.
No hay que olvidar que el creador de la UCR, Leandro N. Alem, se pegó un tiro cuando creyó que su lucha intransigente contra "el régimen" había fracasado.
La culpa es de la vieja
Incluso la rama universitaria de la UCR, Franja Morada, en la que Cornejo comenzó a foguearse y de la que han salido tantos políticos mendocinos, nunca se ha aggiornadodebidamente en ese sentido.
No es que el gobernador no comprenda la revolución femenina que va ganando espacio en todos los órdenes de la vida, pero a veces se deja traicionar por su ADN.
Es lo que nos pasa -en mayor o menor medida- a la mayoría de los varones: entendemos el fenómeno feminista y hacemos esfuerzos en lo cotidiano por ponernos a tono.
Entendemos que de lo contrario actuaríamos como canallas, pero a la primera de cambio nos hacemos los sotas aduciendo que nuestras madres nos educaron para que nos sirvieran.
No sos vos, soy yo
Nadie dice que Suarez y Abed no sean buenos candidatos. Como intendentes, los dos han demostrado ser ejecutivos y han estado a la altura de lo que los votantes esperaban de ellos tanto en la Capital provincial como en Junín.
Quizás les falte un master para llegar a ser "fuertes como un león y astutos como un zorro", como pedía Maquiavelo, pero ante todos los posibles precandidatos a gobernador que se autopostulan a diario en el peronismo, aparecen como gente seria.
No se trata de eso. Se trata de que la humanidad está repartida en partes iguales por hombres y mujeres. Y de que en materia política los varones ya han hecho y deshecho a placer solitos, sin mujeres o con muy pocas, y que la han pifiado tupido.
No nos olvidemos que hasta 1952 las mujeres argentinas no tenían derecho al voto. No eran personas aptas para elegir a un gobernante. Eran cosa.
Pregunto entonces: ¿Dentro de 20 o 30 años nos nos verán a nosotros como esos dinosauros que en 2019 no consideraban justo que la fórmula gubernativa de esta provincia estuviera integrada por una mujer y un varón?
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