La diputada cargó contra el reparto inequitativo de subsidios al Transporte y clamó por más federalismo. Su reclamo contrasta con los tiempos de paz que diseñó el llaryorismo para atravesar sin sobresaltos el 25M. Y envía mensajes al Palacio Municipal y a la interna del PJ.
Por Felipe Osman.
A una semana de que un nutrido grupo de intendentes -entre los que se encuentra el de Córdoba- marche al Congreso para reclamar un reparto más justo de los subsidios al transporte, Natalia de la Sota, en su rol de diputada, firmó un proyecto para que la Cámara Baja exprese “su categórico rechazo a la decisión del Poder Ejecutivo Nacional de mantener la eliminación del Fondo Compensador al Transporte Público del interior del país y, paralelamente, aumentar los subsidios del transporte de la Región Metropolitana de Buenos Aires”.
La hija del ex gobernador, que no oculta sus diferencias con los diputados que responden a Martín Llaryora, y votó en contra de la Ley Bases, cruzó al Gobierno Nacional por discriminar a las ciudades del interior, y destacó que mientras “en la ciudad de Córdoba la Municipalidad hace un esfuerzo enorme para impedir que el boleto de transporte urbano aumente (y) somos todos los vecinos los que aportamos para que se pueda subsidiar al transporte” en AMBA “toda la Argentina es la que sostiene un boleto a 270 pesos”. “Es una decisión del gobierno del presidente Milei que hiere el federalismo”, subrayó.
Los señalamientos de la hija del ex gobernador, que efectivamente se asientan sobre fundamentos inobjetables, son todavía más resonantes por el contexto: el cordobesismo, comandado por el actual gobernador, le ha bajado el tono a sus críticas al Gobierno Nacional, y soporta con mansedumbre la retención los fondos de la Caja de Jubilaciones, luce paciente en el reclamo por la baja de retenciones (cuestionándolas con mucha menos tenacidad que cuando el kirchnerismo estaba a cargo de la Casa Rosada), y tampoco mantiene la firmeza de otros momentos en el reclamo por los subsidios al transporte, siendo que este último fue la principal bandera que levantó Llaryora para reclamar federalismo durante su paso por el Palacio 6 de Julio.
Además, la disonancia que propone la diputada cae sobre un escenario complejo en la interna peronista. La suma de extrapartidarios para engrosar las filas del Partido Cordobés entusiasma al Centro Cívico, que ve en el crecimiento de la alianza oficialista la construcción de una plataforma amplia capaz de germinar una alternativa nacional si consigue hacer sinergia con otras fuerzas provinciales análogas. Pero no entusiasma tanto a la militancia, que ve cómo los ajenos tienen prioridad ante los propios a la hora de llenar los organigramas del Estado Provincial. O se alarma cuando descubre a extrapartidarios trabajando el territorio con vistas a los próximos turnos electorales. Y a nivel municipal el problema es mayor.
Daniel Passerini llegó a la intendencia desde la vice, y esto plantea una debilidad relativa: no puede reelegirse. No es un problema irresoluble, pero es un problema.
El intendente necesita encontrar una opción política que lo mantenga vigente hasta el último día de su mandato, y hasta ahora -por acumulación de funciones y cercanía a Passerini- muchos miran a Rodrigo Fernández, el “súper-secretario” de Gobierno que acumula, entre tantas otras, las competencias relativas a Transporte.
Ahora bien, si hubiera que buscar en el espectro delasotista, ¿no ofrece la hija del ex gobernador una alternativa sólida detrás de la cual el espacio pueda alinearse? No como una certeza, sino como una posibilidad. Una alternativa a dejar correr para equilibrar las apetencias de otros sectores. Un medio para administrar la tensión entre distintas líneas sucesorias. Algunas, incluso, ajenas al PJ.
Hay quienes creen que recuperar el juego coordinado Passerini-De la Sota podría meter tensión a la convivencia con el viguismo, en el propio Palacio Municipal, y con el llaryorismo, en nivel provincial.
Sin embargo, una tensión “administrada”, a nivel municipal, podría ser beneficiosa. Serviría para sostener un equilibrio a la vez que da perspectiva a todos los espacios.
Y en el plano provincial, ayudaría a tomar una posición más firme en la interna. Pero incluso quienes lo desestiman, señalan que la convivencia entre el intendente y el gobernador está garantizada porque sirve a los fines de ambos. Y recuerdan que, mientras Schiaretti y De la Sota cuidaban la capital, pero cosechaban su diferencial en el interior, el escenario que perfeccionó la sucesión peronista en cabeza de Llaryora fue el inverso: el actual gobernador encontró el diferencial en la ciudad de Córdoba, haciendo de la capital -al menos, hasta ahora- una condición indispensable de su proyección política.
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