El gobernador recuperó el lugar del “más opositor” en una jugada inevitable y riesgosa; ¿qué herramientas tiene para ir a la guerra? Se rodeó de los jefes de la CGT y de Máximo Kirchner, pero el massismo sigue corrido. Como Milei, le habló a la política.
Por: Mariana Verón.
Opositor no se nace. Se hace. Antonio Cafiero solía decir que el gobernador de la provincia de Buenos Aires es aquel que cuando entra en la Casa Rosada le hace temblar la pera a los granaderos. Otros tiempos. Axel Kicillof recuperó el lugar del “más opositor” a Javier Milei en esa construcción política inevitable que le toca en su segundo tiempo, una escena en la que se debe mover sin doble de riesgo. Para ir a la guerra tenés que tener con qué, y ahí aparece la necesidad: ser el gobernador de la provincia más grande del país, ahogado por la falta de asistencia del Gobierno nacional.
En La Plata había euforia por el discurso inaugural del año legislativo, desde el que Kicillof se plantó como la cara opuesta a la del Presidente. Ya haber corrido la fecha de la presentación para esperar que primero hablara Milei fue parte de esa estrategia de construcción del nuevo perfil, que había arrancado, aunque por obligación, una semana antes, cuando presentó un amparo en la Justicia por el abrupto corte de recursos del Fondo de Fortalecimiento que dispuso Milei. La espera, dicen en su entorno, fue clave para que decantara la reacción del resto de los gobernadores al llamado al Pacto de Mayo.
Axel Kicillof encabezó el inicio de las sesiones ordinarias de la Legislatura bonaerense. Prensa PBA
A la guerra no se puede ir sin armas, pero menos aún sin ejército. Desde los palcos lo acompañaron los líderes de la CGT, desde Hugo Moyano hasta Héctor Daer. No es que se quieran repentinamente, se necesitan. “Es una alianza táctica que por ahora tiene que durar”, lo explica un dirigente bonaerense.
A excepción del massismo (no están bien las cosas), el elenco peronista dio el presente, desde Máximo Kirchner hasta los intendentes. Con el diputado de Unión por la Patria la tensión aflojó aunque siempre está latente. La tarea más inmediata del gobernador es mantener un trabajo que hasta ahora no le salía, por carencia propia o desinterés: el del contacto directo con los jefes territoriales. Dicen en su entorno que se trata de un mano a mano semanal, un diálogo directo que emprendió para tener cohesionado el frente interno. “Si mañana limpian por completo los subsidios al transporte en el AMBA necesitas que te acompañen los intendentes con el reclamo”, refuerza una fuente.
Tímidamente, un sector del gobierno provincial construye hacia afuera. Se trata, en definitiva, de la nacionalización de Axel, darle a su discurso mayor expansión, por sobre los límites bonaerenses. A ese juego se expuso el lunes cuando le habló a la política, como Milei antes. Y mostró a la política, con las presencias que exhibió. En privado, desde el discurso del Presidente se reactivó el chat de gobernadores, y más allá de las formalidades de una conversación de 24, Kicillof se focalizó en el contacto casi cotidiano con sus pares de Córdoba, Martín Llaryora; de Santa Fe, Maximiliano Pullaro; y de Chubut, Ignacio Torres, los amigables más combativos. De alguna manera, posdiscurso de Kicillof, ellos también salieron a marcar sus diferencias con la Casa Rosada antes del reinicio del diálogo. Posdiálogo, las diferencias con la Rosada se mantienen.
Dato al pasar. Aunque no es sorpresa para nadie con carnet de afiliación en el peronismo, del otro chat, el de los gobernadores del PJ, sigue formando parte el tucumano Osvaldo Jaldo. No sólo no abandonó el grupo, sino que hasta participa. Decantado el impacto del anuncio de Milei, en el peronismo mantienen la expectativa de una redefinición del escenario político nacional junto a todos los gobernadores, una afinidad nacida del rechazo al otro. “El Gobierno nos dejó un margen a todos para poner condiciones, y el primero que lo hizo fue Axel”, dice un ministro provincial.
Kicillof saluda a Torres en la apertura de sesiones ordinarias del Congreso Nacional. Télam
¿Y qué pasa con Sergio Massa? Cerca de Kicillof minimizan los roces después del chisporroteo que se generó en la Cámara de diputados provincial a fines de febrero. “Massa también está presionado por su propia estructura”, lo justifican en la provincia, conscientes de que el ex candidato presidencial tiene que mostrar poder propio y responder por sus intendentes. Del sábado pasado, en Roque Pérez, salió como comunicación del Frente Renovador un pedido de reunión de Massa a Kicillof, como si mágicamente se les hubieran borrado los contactos del celu.
Mirar la legislatura es el otro frente a tener en cuenta en la construcción política, la llave para que no le traben la gestión. Consciente desde el primer día de que el recorte de partidas iba a ser inevitable, Kicillof se armó de antemano. Cuando las miradas estaban puestas en el escenario central del gabinete nacional y las primeras medidas de Milei, la provincia se aseguró dos leyes clave: la fiscal impositiva (con el anticipo extraordinario de ingresos brutos recaudó ya $160.000 millones) y el endeudamiento, dos herramientas que le permitirán ir más allá del día a día.
Cuando las miradas estaban puestas en el escenario central del gabinete nacional y las primeras medidas de Milei, la provincia se aseguró dos leyes clave: la fiscal impositiva y el endeudamiento,
Ese trabajo subterráneo terminó por consumar el sorpresivo apoyo de un sector de La Libertad Avanza, entre otros, a los proyectos inaugurales de Axel Kicillof. Con los bloques partidos (los libertarios en cuatro espacios y peleados con Guillermo Francos), el trámite legislativo no parece ser un obstáculo. “Estamos bien, no es un campo hostil llegar con un proyecto nuestro a la Legislatura, podemos hacerlo”, aclara una fuente provincial sobre la dinámica política en la que deben moverse en La Plata. Además, destacan que los libertarios provinciales son territoriales, no salidos de Twitter. Se entiende.
Allí la oposición no es LLA, sino el macrismo puro y duro, cada vez más dividido. De todas maneras, por ahora, no hay proyectos nuevos en la mira del gobernador para contrarrestar la merma de recursos. “Nos aseguramos en diciembre las principales herramientas”, refuerzan en su equipo. Entonces, Kicillof logró sancionar la ley fiscal y la autorización por hasta U$S1.800 millones para afrontar vencimientos de deuda, junto con emergencias varias que vencen en abril de 2025, al filo del comienzo de la campaña electoral. Hasta Milei se enojó por el apoyo “opositor” que había conseguido el gobernador, incluidos los propios. Juega a favor la división en todos los espacios de la oposición.
Entre las herramientas para ir a la guerra, además de los votos y las leyes, está la gestión. “Quedan 15 días para provisionar la economía”, apuntan a su lado sobre el día a día. Las prioridades, puestas en lo social y sanitario: alimentos en las escuelas, patrulleros con combustibles, pagar los sueldos; la obra pública deberá esperar.
Si el objetivo 19-23 de Kicillof se cumplió (diferenciarse sin romper de las políticas del Gobierno nacional), en La Plata sostienen que el desafío 23-25, más corto, será construir legitimidad mediante la gestión y tener un lugar preponderante en el discurso nacional.
Comentá la nota