Recién en tie break, después de un comienzo en falso, Juan Martín del Potro cayó en China ante el ahora #2 del mundo, Novak Djokovic, en la final del Masters 1000 de Shanghai. Fue 6-1, 3-6 y 7-6 en dos horas y 32 minutos de altísimo tenis.
En 34 minutos, Djokovic mostró todo su arsenal en el Qizhong Stadium. Le quebró dos veces a Delpo, quien apenas rasguñó un punto en el sexto juego. Pero el 6-1 fue inamovible, como la voz chillona de esos niñitos chinos que gritaban "Nole, Nole..." en todo momento. Pero en un momento se callaron. Y no por la presencia dura del Flaco Schiavi en las plateas. La dulzura se cortó cuando el tandilense se puso en partido. Y cómo...
El segundo chico arrancó con todo. Del Potro encontró los aces ausentes y Djokovic, extrañamente, dejó de hacer pie (literalmente hablando). Se resbalaba, se le iba el cuerpo en raros movimientos. Se fue de partido. Bah, lo sacó JM, quien lo quebró en el segundo juego y dio muestra de carácter en el séptimo, con su saque, levantando un 0-40, ganando cinco puntos seguidos y sellando un 5-2 que acabaría tranqui en el 6-3.
El último set fue palo y palo, para variar. Nadie regalaba su saque aunque, convengamos, a Delpo le costaba cada vez más ganar sencillamente sus servicios. Así y todo, estaba bien plantado. Y seguía generando debate interno en la cabeza del serbio, quien revoleaba raquetas y hasta pateó el reloj de pared del principal patrocinador del certamen en el 3-3. En el décimo game, el bonaerense levantó dos matchs points y, finalmente, las cosas acabaron por decidirse en tiebreak. Allí, Djokovic echó el resto y acabó venciendo 7-3 para la explosión del balcánico y la toalla a la altura de la cabeza para Juan Martín.
Luego, en la entrega de premios, extenuados y todos prefirieron las bromas. Nadie tiró la primera piedra. En Paris, en un par de semanas, pueden volver a verse las caras, ya sin la sombra de la muralla encima. Del Potro, en su vuelta triunfal, ya hizo méritos para dejar en segundo plano a la Eiffel. La Torre, con Rafa, con Nole en el medio como si fuesen el río Sena, siempre será de Tandil.
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