“Hoy Josefina sonríe”, dice María Laura, y no importa si en la Plaza Congreso hay 5, 70 o 150 mil personas. Incluso si la plaza estuviera vacía y María Laura le hablara a la nada, la potencia de su discurso sería suficiente para conmover. Hoy Josefina sonríe, dice.
Es el caso que llegó a la tapa de Clarín y que puso en discusión el uso de la marihuana medicinal. Josefina -la que ahora sonríe- fue diagnosticada con síndrome de West y hasta que empezó a usar aceite de cannabis sufría hasta 600 convulsiones por día. Este caso y el de muchas otras familias fue uno de los símbolos de la Marcha Mundial por la Marihuana, que convocó a más 70 mil personas en Buenos Aires, con movilizaciones en otras 18 ciudades del país.
La marcha se inició en la Playa de Mayo y estuvo encabezada por la asociación CAMEDA (Cannabis Medicinal Argentina), que defiende el uso terapéutico del cannabis, y la organización Mamá Cultiva, que agrupa a madres de niños con epilepsia refractaria, cáncer y otras patologías cuyos efectos pueden mitigarse mediante el uso de la marihuana.
“Nosotros no vamos a dejar el cannabis -dijo María Laura desde el escenario-. Le pido a los políticos que no nos dejen solos. Le pido al presidente, él es padre, nos tiene que acompañar en esto. Le pido a la gobernadora, que es madre y que sabe lo que es el dolor de un hijo. Todos los partidos políticos nos tienen que acompañar”, reclamó María Laura.
Otro caso que conmovió fue el de Katrina, contado por su mamá Soraya. “Mi hija estaba en estado vegetativo, había que desconectarla, según nos había dicho el pediatra. No teníamos mucho más que hacer. Con aceite de cannabis, le sacamos el respirador. Y ahí fue cuando dije 'si nos tenemos que atar al Congreso, nos vamos a atar al Congreso para salvarle la vida a mi hija'. El miércoles pasado nuestra hija cumplió 10 años. El cannabis le regaló años de vida a mi hija. En cada convulsión, nuestros hijos se nos pueden morir. Por eso la planta no puede estar más prohibida”, dijo Soraya. “No más presos por cultivar”, reclamó.
Desde el escenario también se habló de la fiesta electrónica Time Warp. “Que los pibes que van a las fiestas electrónicas puedan testear lo que van a consumir”, reclamó Facundo Rivadeneira, de la agrupación Cogollos del Oeste, firmes defensores del autocultivo de cannabis. También se pidió por la despenalización del consumo. “Tengo una causa abierta desde 2011 -reclamó Matías Faray- Desde entonces el Estado invierte recursos en una causa inútil”.
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