4 historias de inclusión y fuerza femenina en Coca-Cola FEMSA
La sostenibilidad está en el corazón del negocio de Coca-Cola FEMSA. “En la empresa trabajamos por nuestra gente y las comunidades, en un ambiente de cumplimiento por los derechos de las personas, de responsabilidad por la inclusión y la diversidad”, reconoció María del Carmen Alanis, directora de Asuntos Corporativos en esa compañía y moderadora del panel “El valor de las mujeres en la cadena”, en el Women Economic Forum Iberoamérica 2022: El nuevo orden.
Bajo esa perspectiva, continuó Alanis, ha sido natural la integración de mujeres en los distintos eslabones de la cadena productiva de Coca-Cola FEMSA. Y esas fueron las historias que compartieron durante este encuentro.
Ana González: operadora
Los días de trabajo de Ana González empiezan tras el volante de los emblemáticos camiones rojos de Coca-Cola, en sus rutas de reparto. Luego, la jornada transcurre en las entregas de la mercancía y muchas de esas implican cargar los botellones de 20 litros que se entregan en la puerta de cientos de familias mexicanas. Todo con la fuerza de una mujer.
“Nos entrenaron para saber cómo manejar las cajas de mercancía para no lastimarnos. Tenemos, además, todo el equipo de protección”, narró Ana González a la audiencia. De igual manera, la capacitaron para conducir las unidades de carga.
Ana entró a Coca-Cola FEMSA como ayudante en las líneas de reparto de productos a casas. Así fue desarrollándose en la empresa hasta recibir la capacitación que la acreditó como conductora, un empleo que combina las actividades físicas con las de responsabilidad, una ocupación que durante mucho tiempo fue exclusivamente de hombres, hasta que mujeres como Ana han cambiado la dinámica.
¿Su satisfacción de todos los días? El reconocimiento de su trabajo por parte de los clientes. “Otras mujeres, niñas y niños, y también hombres se sorprenden cuando me ven conduciendo el camión por las calles o moviendo la mercancía. Reconocen a una mujer haciendo este trabajo y les gusta”.
Martha Félix: restaurantera
Una de las principales fuentes de ingreso de Coca-Cola FEMSA está en los restaurantes, de todos los giros y tamaños. Justamente en ese rubro vuelve a encontrarse con las mujeres: 60% de quienes están al frente de las fonditas y pequeños restaurantes en el país pertenecen a ese género. Y los productos de esta compañía se consumen intensamente en ellos.
Es así como la empresa se ha relacionado con mujeres como Martha Félix, propietaria de un negocio de comida ubicado en “Polanquito”, que es como se conoce popularmente al corredor gastronómico de Polanco, en CDMX. Ella también es líder de la Asociación Bienestar, Imagen y Desarrollo de Polanco, una agrupación que vela y gestiona por los derechos de los empresarios gastronómicos en esa zona.
Martha Félix compartió durante WEF 2022 el trabajo intenso que hicieron los restaurantes con las autoridades y vecinos, para coordinarse en acciones durante el confinamiento por la pandemia de covid-19. Llegar a acuerdos, gestionar los cambios, conciliar con todos los intereses fue parte de sus aportaciones. Por eso hoy se le reconoce como una figura conciliadora con la comunidad, como una mujer de negocios y una cabeza de familia.
Es, también, una aliada de Coca-Cola FEMSA para trabajar con su comunidad, pues en colaboración con la compañía, los negocios como los restaurantes y las tienditas han logrado sortear la pandemia y emprender el camino hacia la reactivación económica.
Andrea Ramírez: acopiadora
Los envases de PET hoy tienen muchas vidas y en cada una ofrecen valor. Coca-Cola FEMSA busca, para el 2030, recolectar el equivalente al 100% de las botellas de PET que coloca en el mercado y para lograrlo, las aportaciones de personas como Andrea Ramírez resultan vitales.
Abogada de formación, Andrea es propietaria de un negocio que entrega a IMER –Industria Mexicana de Reciclaje, empresa de reciclado de Coca-Cola FEMSA– entre ocho y 10 toneladas de PET al mes. “Mucho de lo que recolectamos hoy proviene de los vecinos, que ya nos identifican y nos llevan sus entregas, aunque también acopiamos de lo que los recolectores traen de los basureros”.
Se trata de un negocio familiar al que se sumó Andrea cuando debió dejar su trabajo en un despacho legal por un asunto de distancia. “Me quedé porque me gustó mucho conocer la cadena de reciclaje y ver cómo la basura cobra vida”.
El reciclaje es un mundo en el que, hasta ahora, prevalece el trabajo masculino. ¿Que sea una mujer es un obstáculo? Andrea Ramírez asegura que no. Que, todo lo contrario: su presencia gana la confianza a proveedores y a su comunidad, que igualmente aprecian su experiencia como conductora de camiones de carga y su pericia para manejar el montacargas.
“Mi trabajo me da orgullo, porque aportamos al medio ambiente. No hay más residuos, sino segunda vida y reutilización”, destacó.
Rosalía Jiménez: beneficiaria
Datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) señalan que, a escala mundial, 80% de los hogares presentan algún grado de escasez de agua. En México esta es una realidad que también está presente, y por eso es que ha sido valiosa la aportación de Coca-Cola FEMSA para ayudar en el acopio de agua para la vida de alrededor de 80 mujeres, jefas de familia, en Chiapas.
Rosalía Jiménez es una de esas beneficiarias. También abogada, ella identificó en las redes sociales de su legisladora que Coca-Cola FEMSA tendría un apoyo que ella solicitó para su comunidad: la donación de contenedores de 250 litros de capacidad.
En esos recipientes se manejan los concentrados de los productos de Coca-Cola FEMSA. Ahora tienen un segundo uso en las casas de familias chiapanecas, y es que ahora pueden almacenar agua ahí, que equivale a siete días de consumo. “Antes también usábamos envases de Coca-Cola, pero los pequeños. Íbamos al río para llenarlos y los traíamos de regreso, llenos de agua”.
Esta iniciativa de Coca-Cola FEMSA se suma a otras acciones en las que buscan contribuir a la calidad de vida de las comunidades en las que participa. En un video con el que cerró esta experiencia, mostró el testimonio de emprendedoras en Colombia, Venezuela y Brasil, mujeres que han recibido cursos de capacitación para la gestión del comercio en pequeño. Una cadena de valor y beneficios latinoamericana.
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