La publicación no renovaría el contrato de Valerie Trierweiler a fin de año para evitar “conflictos de intereses”
“Una granada sin espoleta”. Así definió Arnaud Lagardere, el dueño de la revista Paris Match , a Valerie Trierweiler, su empleada y primera dama francesa, a quien no quiso renovar el contrato como periodista en su publicación, que vencía a fin de año. ¿Por qué? “Para evitar todo conflicto de intereses”, respondió.
Lagardere, hijo del famoso productor de armamentos y millonario de los medios, le confesó sus opiniones a Jacqueline Remy, una periodista que escribió su biografía, cuyo adelanto se publicó en la revista de izquierda Marianne , en Francia.
Cuando Remy le preguntó si emplear una primera dama era un beneficio para su grupo, Lagardere no ahorró su desagrado. “¿Está usted bromeando?”, respondió. “Hasta ahora, ella nos está causando nada más que problemas” .
Ni él ni Denis Oliviennes, a cargo del grupo de medios, digirieron el “mensaje asesino” y amenazante de Valerie a Paris Match durante la campaña presidencial. Valerie trabajaba en la revista como redactora política y se ocupaba del socialismo. Una posición que le permitió conocer al político François Hollande e iniciar un affaire cuando él aún vivía con la ex candidata presidencial socialista Ségolène Royal, la mamá de sus cuatro hijos.
Después que Ségolène hiciera oficial su separación tras la campaña presidencial, Valerie acompañó a Hollande cuando quedó en la mayor soledad política y dejó de ser secretario general del partido, hasta que la caída de Dominique Strauss-Kahn –acusado de abuso sexual– lo habilitó como candidato presidencial del PS. Entonces, Valerie confundió sus roles entre compañera sentimental y periodista y acompañó activamente a Hollande en su campaña. Así comenzaron los problemas con su redacción y sus colegas periodistas , que creyeron que ella generaba cada día un conflicto de intereses con su doble standard.
La entrevista con Lagardere fue realizada para la biografía “Un heredero que quiere vivir su vida”, en junio, pocas semanas después que Trierweiler mandara uno de sus famosos Twits contra París Match, que había puesto su foto en la tapa –sin avisarle– bajo el título de “acompañante de charme”. Acusó a sus empleadores de sexistas y advirtió a sus jefes: “Nosotros no haremos más artículos con el grupo”. Una amenaza más que complicada para una empleada, que en su venganza estaba dispuesta a que el probable jefe de Estado pusiera a la revista en una lista negra.
Intervino el consensual Hollande para tratar de hacer cambiar a Lagardere de idea, cuando Valerie ya se había transformado en “un problema” también para los socialistas. Lagardere cedió y transformó a Trierweiler en una cronista literaria dos veces por mes, que no va a la redacción.
No queda claro en la biografía si Lagardere continúa o no con la idea de no renovar el contrato de Trierweiler, que hoy es una de las primeras damas más impopulares que ha conocido Francia y tiene una batalla para recuperar su reputación, después de una serie de biografías incendiarias sobre su vida personal. La de la periodista Anna Cabanna la recuerda como “un cóctel de celos, venganza y cálculo político”.
Su antecesora, Carla Bruni, le recomendó casarse con Hollande unas semanas atrás para frenar su exposición pública y conseguir un status oficial de primera dama.
Comentá la nota