Una identidad en crisis, el peso que tiene la macroeconomía que controla la Nación y una militancia que encuentra dificultades para recuperar la épica son algunos factores que pueden haber influido en la alicaída imagen que dejó el peronismo mendocino tras las PASO del domingo.
Por: Facundo García.
Que el peronismo mendocino se encuentra en crisis no es novedad. Sí lo es, en cambio, que el Frente Elegí haya quedado tercero en las elecciones PASO que se desarrollaron este domingo 11 de junio. El resultado -que podría definirse como "histórico" si no fuera porque la palabra sugiere connotaciones positivas- obedece a factores bastante visibles.
El propio justicialismo estará haciendo por estas horas su balance interno, pero en la gélida madrugada que siguió al cierre electoral cabe arriesgar algunas explicaciones a vuelapluma.
Peronismo mendocino: problemas adentro y afuera
En primer lugar, hay que señalar que la aventura de Omar De Marchi marcó la fractura de Cambia Mendoza y el surgimiento de un nuevo frente con perfil diferenciado, La Unión Mendocina, que en poco más de 40 días cosechó a una porción de los votantes -y dirigentes- que antaño podrían haberse inclinado por el PJ y sus aliados.
Es más: con casi todas las mesas escrutadas, el lujanino se ubica por encima de la sumatoria de los cuatro candidatos del Frente Elegí. El dato puede gustar o no, pero indica que algo está pasando.
Por otro lado, los referentes vernáculos afrontan problemas a la hora de despegarse del gobierno nacional que encabeza Alberto Fernández.
Así, el Frente de Todos mutó en el Frente Elegí, y de este modo se abrió un poco de las broncas que generan la aparentemente "inevitable" dependencia del FMI y los infinitos cortocircuitos entre el presidente y la vice en un país donde 6 de cada 10 menores son pobres (UCA). Pero parece que con esas estrategias retóricas no alcanza.
Y aunque la fórmula ganadora de Omar Parisi y Lucas Ilardo intenta distanciarse de Alberto y se apega a La Cámpora y la carga mítica de Cristina Kirchner, ese matiz tampoco garpa del todo en tierras donde el kichnerismo encuentra desde hace tiempo un piso resbaloso.
Además existen fracturas internas que ya nadie disimula. En la última elección de autoridades partidarias hubo una única lista, encabezada por la intendenta de Santa Rosa, Flor Destéfanis. Por entonces varios referentes aseguraron "sentirse afuera", al punto de ni siquiera participar en esa competencia que dejó algunas heridas en el inicio de este 2023.
En efecto, la presentación de 4 listas en las PASO del Frente Elegí este domingo podría interpretarse como una muestra de diversidad, pero también como un mapa de la fragmentación del llamado campo nacional y popular.
Basta preguntarse sobre el modelo de gestión que podrían -o no- compartir precandidatos como Nicolás Guillén y Guillermo Carmona ¿Apoyan los dos a Cristina? ¿Y a Sergio Massa, una de las figuras fundamentales del Frente de Todos en la actualidad? ¿Por dónde pasan, pues, los puntos de coincidencia?
Aún más: ¿qué se le pide a la militancia de a pie del peronismo, que alguna vez enfrentó dictaduras con una tenacidad que registra pocos antecedentes en el mundo occidental? ¿Que salga a explicar por los barrios populares las bondades del equilibrio fiscal?
La ambigüedad de las posibles respuestas a estos interrogantes refleja la confusión que siente el votante peronista clásico y también el K, el enojo que experimenta el votante "veleta" y el crecimiento de las otras fuerzas.
Si a todo lo anterior se le añade que los intendentes del "peronismo tradicional" (Righi, Félix, etc.) le corrieron cuidadosamente el trasero a la jeringa cuando había que plantear fórmulas, el panorama empieza a tener lógica.
De hecho, el candidato ganador de las PASO en el Frente Elegí, Omar Parisi, salió a recorrer la provincia con gallardía ejemplar aun cuando el desorden interno lo obligó a asumir una candidatura a las corridas.
Es raro. En otras épocas, el peronismo cometía otros errores, pero no los que se empeña en repetir hoy.
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