Un Ramiro Tagliaferro cada vez más solo y aislado, ve cómo quiénes supieron ser sus pilares de gestión desafían su conducción y apenas lo invitan a ser parte del armado del Frente para el Cambio como un mero espectador. Tan es así que las columnas del distrito que mal gobernó el ex esposo de María Eugenia Vidal están impregnadas con el nombre de Diego Llaneza, uno de los operadores principales de su gestión.
Llaneza, en alianza con el ex secretario de Legal y Técnica y actual concejal Christian Herrera, hoy concentra a la mayoría militante del macrismo. Su espacio está también ocupado por la concejala Alejandra Liquitai y por la mayoría de los “punteros” territoriales que fueron el sostén de la gestión 2015-2019.
“Nosotros somos conscientes de que si alguna chance tenemos de volver a gobernar Morón, es necesario que Ramiro ni aparezca porque dejó una muy mala imagen”, dicen en el armado mayoritario de Cambiemos.
Lo que quedó de Tagliaferro.
Tagliaferro – de quién no se sabe de qué trabaja actualmente – casi dejó abandonada la casona que habitaba en el exclusivo Castelar norte y se pasa gran parte de su tiempo en un departamento que alquila en la Ciudad de Buenos Aires.
Sin embargo, pidió a algunos de sus delfines que no lo dejen solo. Y, por un lado, dicen haber dejado su armado futuro en manos del “Uruguayo” Walter Rodríguez, un exitoso militante de Castelar Sur. Aunque, por otro lado, el sindicalista expulsado de su gremio municipal, Pablo Salvo, también dice ser el bendecido por “Rama” para el armado de la lista.
Ese disminuto grupo hoy cuenta con el aval de los concejales Leandro Ugartemendía y Natalín Faravelli, conducidos por Juan Nardo, aunque ninguno de estos asume una defensa pública (menos privada) de la gestión de Tagliaferro, que dejó al municipio con la deuda más grande de la historia y a sus principales funcionarios procesados en la justicia.
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