Moreno: la basura con la basura

Moreno: la basura con la basura

La idea ronda en la cabeza de los políticos de turno desde hace años, y en Moreno tiene sus antecedentes más lejanos en el último gobierno de Mariano West (2011-2014), el mismo que armó de la nada una empresa de recolección de residuos y vaya a saber con qué fondos, allá por 1995.

Por Gustavo Ladelfa (*)

Ni lerdo ni perezoso el “barbado” le comenzó a ver el filo al tema de la basura acumulada en exceso: noventa millones de kilos se amontonan en 426 basurales a cielo abierto permanentemente. Qué decir de las prohibiciones provinciales para tenerlos, pero qué le importaba al tipo que fue capaz de traer al distrito a la única firma que deposita “barro pesado” en la localidad: Barrosol (ex P.T.O), sin preocuparle las altas consecuencias de contaminación de los suelos.

Eso fue hasta que le acercaron los altos márgenes de ganancia que tiene el reciclado de la basura. La primera movida fue adquirir una maquinaria pesada para tal tarea, en tres millones de pesos. El pertrecho regenerador se encuentra inutilizado desde aquellos días en un galpón de La Porteña, sin que haya sido puesto en marcha ni una sola vez. La segunda fue entrar en conversaciones con una empresa del grupo SOCMA, con experiencia en la materia, pero se desistió rápidamente ya que la inversión inicial necesaria era abultadísima. Insistieron nuevamente ahora.

Los adoradores del Estado fueron a preguntarle nuevamente al salvaje empresario capitalista cuánto cuesta la maquinita y salieron espantados. ¿De dónde sacan un millón y medio de dólares, que no sea del bolsillo de ellos mismos?

La historia tiene su segunda vuelta allá por los inicios de 2016, otro era el gobierno morenense, que parece tener una maldición al respecto; 25 años de gobiernos populistas de diferentes pelajes, pero populistas al fin.

Allí hace aparición en la escena política local un muchachito que la venía remando desde hace tiempo, en esto de hacer poco y decir mucho. Se trata de Lucas Franco, empleado de la administración pública provincial in eternum y hoy por fin concejal. Luego de haber pasado por el “Huevo” CeballosVictoria Donda y Sergio Massa, recaló en el westismo, tras ser un acérrimo crítico del gobierno del “Licenciado”.

Franco, rápido de reflejos, no cejó en su esfuerzo de meter por donde le entrara el proyecto al ex intendente Walter Festa, que poco interés le despertara, pero que le concedió el ingreso a una subsecretaria y a una abogada especializada en Medio Ambiente venida de Ituzaingó, la doctora María Victoria Marchisio, cercana a Ceballos.

Marchisio se ocuparía de crear la política pública necesaria para eliminar los basurales a cielo abierto y, además, de darle la riesgosa tarea de controlar a la empresa de recolección de residuos El Trébol, cuyo mito relata que sería de Mariano West justamente (aun sin comprobación). La firma fue creada en época de West en tiempo récord como consorcio; y aun nos levanta la basura después de dos concesiones de 10 años cada una.

La cosa terminó mal para Marchisio, con varias amenazas telefónicas, en la vía pública y finalmente en su domicilio, pero esa es otra historia que contaremos en otro momento.

Hoy ya instalado en la función pública como legislador, alejado de la agrupación Libres del Sur (que en paz descansen) que lo vio nacer en la escena política; decidió nuevamente pegar el salto a la vereda del sol de la polémica intendente local Mariel Fernández y ofrecerle llave en mano el proyecto más preciado por él acerca del reciclado de basura, su separación en origen a través de cooperativas. Situación que encaja de manera exacta con el modo de trabajo de cooperativas del Movimiento Evita/Ctep, en donde abreva la alcaldesa local.

El entusiasmo del concejal no decayó nunca, un especialista en vender humo en bolsita, que Mariel Fernández compró, no sin antes consultar con sus jerarcas mayores: Emilio PérsicoJuan Grabois y su ex marido, “El gringo” Castro. Pero esto iba a tener una doble vuelta de tuerca; por un lado, meter un proyecto de ordenanza que contemple a sus cooperativas en el reciclado de residuos y a la vez terminar con el servicio de recolección privada de la localidad, aprovechando que ya caduca el próximo 9 de noviembre en su segunda y última concesión.

Si sale meten un gol de media cancha, se quedan con el pingue negocio del reciclado a través de mano de obra barata y precarizada (ellos la llaman cooperativas), pero a la vez voltean a El Trébol abriéndose la posibilidad de incursionar en la actividad privada de manera encubierta. Cuestión nada despreciable, ya que el contrato para este año prevé la considerable suma de novecientos millones de pesos (la séptima parte del presupuesto municipal).

Y en esa instancia estamos. El jueves pasado en una sesión compleja con cruces de acusaciones, finalmente se termina aprobando el pliego licitatorio para la renovación del servicio de recolección de residuos. Por un lado, se decidió reescribir el extenso texto del Proyecto de Ordenanza del oficialismo (el bloque de Juntos x el cambio le infringió al texto decenas de modificaciones); al decir de los expertos, mal redactado, hasta con faltas ortográficas y sin haber pasado por la Secretaría de Asuntos Legales; y con llamativas coincidencias con otro, aprobado en septiembre de 2019.

De esta manera los más de 260 empleados de El Trébol serán absorbidos por la nueva empresa, que deberá aceptar un canon de seiscientos millones por año, por un periodo de cuatro; solo para hacerse cargo del personal, que lógicamente actuará bajo el convenio colectivo de trabajo de Camioneros (único interés de los Moyano). Un disparate.

Quilmes, el “Barba” Gutiérrez y las peleas entre compañeros

Quilmes tal vez es el caso más parecido al de Moreno, aunque el dirigente de la UOM, Francisco “Barba” Gutiérrez ya no es intendente de la localidad. En su momento intentó cortar con la empresa privada Covelia y reemplazarla por cooperativas de cartoneros. El sindicalista devenido en político (lamentable combinación), finalizó la relación abruptamente con el privado en mayo de 2014, en medio de un encarnizado conflicto con los Moyano, y estatizó el servicio. A diferencia de lo que se pretende en Moreno, absorbió al personal de la empresa rompiendo con la escala salarial de la Administración Pública.

Como suele suceder en estos casos, la bomba le explotó a la siguiente gestión, la de Martiniano Molina, no habiendo hasta este momento un estudio serio sobre el impacto de la municipalización del servicio. La ciudad continúa con las mismas o peores dificultades para eliminar los basurales a cielo abierto que pululan por las calles de Quilmes.

Al ser consultado sobre el tema, Gutiérrez recuerda la epopeya como exitosa; en cuanto al ahorro en el presupuesto, tuvo la respuesta propia de un neófito en estas cuestiones: “Si claro, nos ahorramos el IVA, y lo que se hubiera considerado ganancia si fuéramos una empresa privada”.

El tiempo apremia, el Ejecutivo morenense se tomó todo el tiempo del mundo para presentar el expediente y luego el pliego. Faltan 60 días exactos para la expiración del contrato con El Trébol y ni siquiera cuentan con los camiones necesarios para la tarea (capital que aportará el municipio). Demasiada ambición para las perversas desprolijidades cometidas.

(*) Artículo publicado en Tribuna de Periodistas.

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