Por Ramiro Melucci
Funcionarios de Alberto Fernández le cuestionaron la postura sobre la exploración offshore. Marcó la cancha con los subsidios nacionales al transporte. También abrió la discusión de las carpas en las playas y el cobro de los decks.
La temporada empieza a dar sus últimas palpitaciones y a escribir un balance auspicioso pero sin la grandilocuencia de los meses previos. Superado el desafío del control de las multitudes, sobre todo en las tumultuosas noches de enero, el intendente Guillermo Montenegro celebró con una foto junto a su principal aliado en esa tarea: el ministro de Seguridad bonaerense, Sergio Berni, que se pavonea en los municipios ya sin el cordón umbilical que lo unía a Cristina Kirchner.
El regreso de los jóvenes, impulsado por la grilla de recitales que ofreció la ciudad, ya tiene un lugar reservado en el podio de las buenas noticias de la temporada, aunque todavía quede en el horizonte el momento cúlmine: el fin de semana largo de carnaval.
En este verano sin grandes contratiempos, los frentes de batalla del jefe comunal en lugar de reducirse se multiplicaron. La postura contra la exploración petrolera offshore, llevada a la Justicia, y la discusión sobre los subsidios al transporte, cargada de cuestionamientos a la política y los anuncios oficiales, ubicaron a Montenegro en el ring de distintas peleas con el gobierno nacional.
No se trata de contiendas que lo encontraron allí por sorpresa. En ambos casos eligió los momentos para darlas. La del petróleo lo tiene ahora a tiro de crítica de cuanto funcionario de la administración de Alberto Fernández hable del tema. Algunos lo tocan directamente, como el presidente de YPF-Tecnología, Roberto Salvarezza (habló de su “intencionalidad política”); el ministro de Seguridad de la Nación, Aníbal Fernández, que consideró “una burla” que haya que consultar al municipio para decidir una cuestión nacional, o el propio titular de YPF, Pablo González, sorprendido ante “semejante movida mediática y política”.
Otros lo hacen de forma oblicua, como el secretario de Energía, Darío Martínez, y el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, que refirieron a las miles de fuentes de empleo que generará la actividad, incluso en las ciudades costeras, lo que puede poner bajo la lupa la prioridad del intendente en cada discusión con la Provincia y la Nación en tiempos de pandemia: el laburo.
Las declaraciones que más llamaron la atención en el entorno del intendente fueron las de Kulfas. “Ahora sos el responsable del cepo”, le escribió por whatsapp uno de sus hombres al intendente cuando el ministro arriesgó que en caso de que se encuentre petróleo se terminarían las restricciones cambiarias.
Mientras se aguarda la definición de la Cámara de Apelaciones luego de que el juez Alfredo López aceptara la apelación del Gobierno, el intendente aprovechó la discusión por los colectivos de Capital Federal para reafirmar su postura sobre los subsidios al transporte.
A la foto con el intendente de Rosario, Pablo Javkin, le sumó una dura crítica al incremento del 40% del monto destinado al interior del país decidida por el Ministerio de Transporte de la Nación tras las reuniones con los gobernadores. Palabras más, palabras menos, el secretario de Gobierno, Santiago Bonifatti, dijo que no alcanza para nada.
Argumentó que en la torta general de los subsidios que percibe el transporte de Mar del Plata implica un 12% de aumento contra una inflación anual de 51%, por lo que se desprende que el Gobierno todavía está casi un 40% abajo del incremento de precios del año pasado. Un boleto de 18 o 20 pesos como el de CABA o el conurbano solo sería posible, en cambio, con un incremento de 500% en los subsidios nacionales y el sostenimiento del aporte provincial.
El discurso público contó con una línea fuera de micrófono. Desde el municipio recordaron las gestiones que hicieron y las reuniones que mantuvieron con ministros y funcionarios nacionales del área de Transporte. “Nunca nos dieron una respuesta concreta”, lanzaron. Cabría memorar, para no caer en arbitrariedades, que la discriminación no afecta solo a Mar del Plata ni la inauguró el gobierno de Alberto Fernández.
“Ahora sos el responsable del cepo”, le escribió por whatsapp uno de sus hombres al intendente cuando el ministro arriesgó que en caso de que se encuentre petróleo se terminarían las restricciones cambiarias.
La semana tuvo otros condimentos de consumo interno. El protagonista inusitado fue el presidente del Emtur, Bernardo Martín, que reveló la intención de que no se permitirá ni una carpa más en las nuevas licitaciones de balnearios y por si fuera poco dos días después admitió, contra todas las voces nacionales y provinciales que le vienen agregando la palabra “récord” al verano, que la temporada no estuvo al cien por ciento como se pronosticaba en noviembre.
El mismo funcionario reconoció que sus palabras en la Comisión de Hacienda del Concejo Deliberante referidas a la oferta de sombra en los balnearios habían provocado inquietud en empresarios del sector. Por eso no tardó en aclarar que lo contratos actuales se respetarán “a rajatabla”.
Otra porción de protagonismo la acaparó Bonifatti. No solo por el planteo sobre la suba insuficiente de los subsidios nacionales al transporte, sino además por el adelanto de que el municipio está dispuesto a empezar a cobrar una tasa por los decks que los locales gastronómicos instalaron durante la pandemia.
La exención vence al finalizar la temporada y el gobierno prevé que marzo sea el mes para dar la discusión. Llevará al Concejo un expediente para establecer ese y otros parámetros con la mirada puesta en “mejorar el ordenamiento”.
Hace ya unas semanas que el Ejecutivo empezó a reconocer que, además de los beneficios que significaron esos espacios para ampliar la oferta gastronómica al aire libre, también generaron conflictos en el espacio público que solo una nueva reglamentación, nacida de las luces y sombras proyectadas por la experiencia, podría suprimir.
La oposición acuerda con el objetivo del ordenamiento, pero no con el del cobro de una tasa desde ahora. Pondrá a los decks como ejemplo de lo que una buena herramienta legislativa puede ocasionar cuando no se la regula e instrumenta como corresponde. Y sostendrá que, a pesar de la buena temporada, al sector gastronómico todavía le resta un camino por recorrer para terminar de recuperarse.
Comentá la nota