Es uno de los grandes objetivos de la campaña. Las encuestas muestran que son una alta proporción. El candidato de Milei se pega al libertario. La política también extrañará a Mestre.
Por Ramiro Melucci
“Las encuestas tienen inconsistencias enormes. Estamos a ciegas”, se despacha con preocupación uno de los hombres que acostumbra medir cada mes el humor social de los marplatenses, y que reporta al intendente Guillermo Montenegro. “Hay figuras conocidas que nos dan con más 20% de desconocimiento”, lamenta, y atribuye el absurdo al desencanto con la dirigencia política que se hace ostensible en diversos sectores sociales. “Algunos directamente contestan cualquier cosa para que las encuestas salgan mal”, protesta, frustrado.
Lo que se verifica en Mar del Plata no es más que lo que otras mediciones, en mayor o menor medida, exhiben en el resto del país. Para los que todo lo calculan, el inconveniente es que ese malhumor impide reunir precisiones sobre lo que sucederá en las PASO del 13 de agosto. Por lo general, las encuestas locales, cuando terminan de repartir el porcentaje de cada candidato, dejan un resto que en ocasiones se aproxima al 20% sin ningún nombre al lado: se trata de los que ni se pusieron a pensar en quién votar porque nada los seduce. Un porcentaje más alto de lo habitual.
El domingo pasado, las miradas se dirigieron inexorablemente a Córdoba capital, donde las encuestas presagiaban un triunfo de Rodrigo de Loredo, de Juntos por el Cambio. Perdió por siete puntos ante Daniel Passerini, de Hacemos Unidos por Córdoba, el frente de Juan Schiaretti.
En la provincia de Santa Fe, la disparidad entre el pronóstico y la realidad se volvió notoria en la puja de JxC. No hubo, como se anunciaba, una pelea voto a voto entre Maximiliano Pullaro y Carolina Losada, sino una diferencia abismal del candidato apadrinado por Horacio Rodríguez Larreta.
No pocos analistas identificaron allí un triunfo de la moderación ante el discurso agresivo. Aunque no se recomienda extrapolar, aquellas lecturas coinciden con el cambio de tono que se evidenció en las últimas semanas en la campaña vernácula. El senador Alejandro Rabinovich, ariete de Guillermo Montenegro, dejó de atacar cada palabra pronunciada por la candidata de Encuentro Marplatense, Fernanda Raverta, y de instigar a la controversia con el gobierno bonaerense. Su silencio pacificó la campaña. Todo un adelantado: inició los homenajes a Gabriel Mestre, el obispo antigrieta, antes de que el Papa definiera su partida.
Las encuestas locales, cuando terminan de repartir el porcentaje de cada candidato, dejan un resto que en ocasiones se aproxima al 20% sin ningún nombre al lado: se trata de los que ni se pusieron a pensar en quién votar porque nada los seduce.
En los principales frentes electorales siguen con atención otro dato: en mayoría de las elecciones provinciales se produjo una disminución en la participación. Sería fruto de la desilusión que provocaron los últimos dos gobiernos nacionales en anchas franjas sociales. Para Montenegro y Raverta, implica el desafío de ir a buscar a los descontentos que alguna vez votaron a Juntos por el Cambio o al peronismo y convencerlos de nuevo. No es sencillo.
Para el jefe comunal, la “cercanía” sigue siendo prioridad. Recorre sociedades de fomento y comercios. Por lo común, escucha más de lo que habla y de lo que propone para el público en general. Por él se pronuncian los candidatos nacionales y provinciales de Juntos por el Cambio. Hace una semana fueron Rodríguez Larreta y Diego Santilli. Ahora le tocó el turno a Néstor Grindetti. El postulante a gobernador de Patricia Bullrich lo elogió por “poner las cuentas municipales en orden”.
Otro punto favorable a su gestión lo aportó el índice de datos abiertos que publica la organización Conocimiento Abierto. El municipio obtuvo el máximo porcentaje posible. En el mismo puesto quedaron la Ciudad de Buenos Aires, Bahía Blanca, Mendoza, Olavarría, Godoy Cruz, Crespo y Luján de Cuyo. Por debajo, una amplia gama de municipios gobernados por dirigentes de diversa extracción: Corrientes, Gualeguaychú, La Plata, Pilar, Quilmes, Bariloche, San Isidro, San Juan, Tandil, Tigre y Vicente López son algunos.
Más dificultades se observan en otros frentes. La licitación para terminar la obra del Polideportivo Camet sigue entregando capítulos inconclusos. Los primeros tres llamados quedaron desiertos. El municipio readaptó el presupuesto oficial, pero no alcanzó: en el cuarto se presentó una empresa (Ciageser) con una oferta que lo superó en más del 50%. En el quinto, la misma firma sobrepasó lo presupuestado en más del 100%. En el municipio lo adjudican a la situación económica del país. “¿Qué se puede esperar en este contexto?”, preguntan.
Las ondulaciones de la economía no pasan desapercibidas para nadie, menos para los candidatos del oficialismo nacional y provincial. Después de la nueva disparada del dólar blue y del sismo que eso genera en las góndolas, el acuerdo con el FMI por los desembolsos de agosto y noviembre trae alivio para el Gobierno y para todos los que comparten boleta con el ministro de Economía.
Fernanda Raverta mantiene el curso de su campaña, con un ajuste en los últimos días destinado a responder con imágenes, más que con palabras, las acusaciones de “discriminación” que parten desde las huestes del intendente contra la Provincia y la Nación. Se mostró con el presidente del Banco Provincia, Juan Cuattromo, en la nueva sucursal de la entidad en avenida Constitución. Caminará mañana con el ministro de Obras Públicas de la Nación, Gabriel Katopodis, por el paseo costero norte. Y el miércoles tiene una cita con Axel Kicillof en el trazado de la circunvalación.
Por momentos parece que cada candidato marcha hacia el 13 de agosto por caminos separados. Hasta que los senderos se cruzan en alguna esquina. El mismo día que el municipio resaltó que en el marco del programa “Mi Primer Comercio” recibió en lo que va del año 556 consultas para abrir negocios, Raverta y su socio, Gustavo Pulti, reclamaron “un apoyo más contundente para las pymes”.
El tercero en discordia, Rolando Demaio, busca pegar su imagen lo máximo posible a la de Javier Milei. Procura que el torrente de desencantados que fluirá hacia el libertario también lo moje. A tono con el candidato presidencial, intenta salirse del molde. Propuso eliminar el estacionamiento medido, consideró un gasto superfluo dos shows contratados por el Emtur en las vacaciones de invierno y promueve bajas de “tasas, regulaciones y burocracia”.
Pero ni la visita de Milei, ni el próximo desembarco de Kicillof ni el de otros candidatos opaca a la noticia de la semana: la decisión del papa Francisco de designar a Mestre arzobispo de La Plata.
Se va el obispo que se involucró en problemáticas como la del basural y las personas en situación de calle. El que juntaba a los dirigentes políticos y les bajaba un nítido mensaje de diálogo y consenso. El que, a fuerza de meditaciones, los hacía bajar dos cambios cuando pretendían acelerar a fondo. Se va Mestre y deja la vara alta. Mar del Plata lo va a extrañar.
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