El derrotero político del intendente de General Pueyrredon tiene un recorrido intenso y oscilante. Los registros indican que hoy está parado en la interna PRO, del mismo lado que su primer adversario radical Gustavo Posse, quien desde su cuna política ha dado los saltos necesarios para mantenerse como un profesional en la actividad, como ocurre en la actualidad. Ambos se caracterizan como profesionales de la política.
Posse perdió la interna por la presidencia de la UCR bonaerense el último 21 de marzo y automáticamente se alió al PRO y suma para Diego Santilli. El vice jefe de la CABA sostiene la porfía de encabezar la lista de Juntos frente a Facundo Manes. Posse sacó los pies del plato mal, o mejor dicho quedó en claro en qué canasta tenía los huevos.
El facultativo es la carta brava que jugó el radicalismo, para dominar la coalición que aspira a postergar al hombre que digitó Rodríguez Larreta, para postularse de cara al 2023 como presidenciable. El dominio del PRO en Juntos Por el Cambio quedó en suspenso hasta el 12 de septiembre.
El marplatense Guillermo Montenegro, hace sólo 6 años, había fracasado en su intento de coronar como intendente de la híper cotizada municipalidad de San Isidro. Posse lo barrió y conservó el apellido de los intendentes desde 1983. Gustavo siguió los pasos de su papá Melchor, quien ganaba tanto en villa La Cava como en La Horqueta. Casi inexpugnable.
Montenegro quedó muy lejos de Posse en 2015, lo cual no pasó desapercibido para el ingeniero Mauricio Macri, ya que considera a San Isidro una ciudad propia para las raíces PRO. No pudo darse ese gusto y resignó ese objetivo político, por lo cual deslizó alguna contrariedad en su momento porque no lo consideró ni como una derrota digna.
María Eugenia Vidal, como gobernadora bonaerense, fue la nodriza política quien lo arropó adecuadamente a Montenegro, utilizando los recursos de la poderosa Secretaría de Medios de la Provincia de Buenos Aires.
Se jugó hasta los ojos y en 4 años visitó en 52 ocasiones Mar del Plata, para volver más dotado a su alfil en una ciudad en la que no vivió durante cuatro décadas, hasta su nuevo arribo en 2018 y que lo llevó a tener que fingir amistades, vínculos sociales y mostrarse en actos y eventos donde ni lo convocaban porque lo desconocían.
La victoria de 2019 para su acceso a la intendencia fue pírrica, algo menos de 10.000 votos lo separaron de la kirchnerista María Fernanda Raverta y hoy debe apoyarse en otros bloques para lograr aprobar ordenanzas de poca monta, casi intrascendentes.
El grupo de intendentes bonaerenses calificados del PRO, como Grindetti, Valenzuela, Jorge Macri y Julio Garro, no terminan de integrar a Montenegro a quien lo definen como el más K de los amarillos. Enrolado en el ala blanda y dialoguista caracterizada como las palomas, el intendente marplatense se acercó al “albertismo”.
Sin la Casa Rosada y sin MEV en La Plata, se le hizo dura la realidad al frente de la MGP. Le tocó ser el intendente de la pandemia, pero en un debido contexto Facundo Manes expresó que en el país “No le podemos echar la culpa de todo al corona virus”. Los tropiezos no son nuevos, sino que existe una tendencia a caer en los mismos errores, por parte del intendente que loteó tanto su gabinete como su lista de concejales.
Es leído como un síntoma de fortaleza vulnerable, menguada, que vive a expensas de extraños, como puede demostrarse a partir de la designación de Nicolás Lauría, encabezando la lista de concejales que lo acompañó cuando asumió como intendente. Lauría proveniente del Partido FE, lo dejó arando al cierre de listas para las PASO. Lauría es el sucesor natural de Montenegro, en la línea orgánica jerárquica de cargos. Para ser prácticos, digamos es lo que Chacho Alvarez fue a Fernando De La Rúa.
Lauría lo abandonó con un roce que daña la institucionalidad, según narró un observador en la materia. El concejal de la UATRE ahora es un líbero que está junto a su par Alejandro Carrancio, quien también se tomó el palo de Vamos Juntos (el sub bloque montenegrista).
En esta ocasión, se adujo que el disgusto de Carrancio con Montenegro, se produjo por intereses incursos en la aprobación del pliego del servicio para explotar el transporte urbano de pasajeros.
El anquilosado bloque de concejales de Montenegro necesito apelar a Mercedes Morro, líder gastronómica que responde a Luis Barrionuevo, el súper cuestionado cacique de la UTGHRA. El sindicalista autor de frases célebres como “la plata no se hace trabajando” y en este país hay que “dejar de robar por lo menos por 2 años”, tuvo un festejo burbujeante con el intendente en una mesa servida en su honor en reconocido restaurante de pastas de la calle Olavarría, celebraban la llegada al principal sillón de Yrigoyen 1627.
El orden radical logrado a través de internas partidarias bonaerenses, caló fuerte en el PRO que ya no sabe de un poder omnímodo en la coalición opositora. Es por lo menos una refriega incómoda, y ahora tienen que lidiar ante la aparición de Facundo Manes, dispuesto a tomar un liderazgo irrefutable en la UCR: ser el 1 en todas las posiciones y donde no haya acuerdo someterse a las urnas.
Observar por twitter la difusión del armado del PRO en la Quinta Sección Electoral, es “berretalandia” término que acertó en utilizar Carlos Melconián, para definir la situación económica de Argentina en los últimos 70 años. Cabe para aplicar al acorazado que tiene la misión de lograr votos, para sostener al hombre de Rodríguez Larreta en el interior profundo de la Provincia de Buenos Aires.
En estas aventuras políticas hoy anda Montenegro, desatendiendo una pobre gestión que sólo exhibe fisuras que pueden volverse irreversibles. Habrá múltiples expectativas cuando se abran las urnas el 12 de septiembre y el 14 de noviembre, próximos. Allí quedará instalado, muy posiblemente, un nuevo mapa del verdadero poder político marplatense. Al cual deberá acogerse indefectiblemente el jefe comunal de la MGP, para el resto de su mandato, y por qué no pensar en su reelección.
Una de las sillas en torno a la mesa chica la ocupan desde el multimedios La Capital, desde donde recomendaron alejarse de Axel Kicillof y acercarse al incipiente “albertismo” que intentaba arrancar con AF cuando la pandemia lo llevaba casi al 80 % en el nivel de aceptación durante la pandemia. Quizá de allí haya absorbido un nuevo lenguaje en su habitual diatriba, cuando expresa: “vecinas y vecinos”, “niños y niñas”, etc. Algo que queda muy poco original a su original formación y demuestra una sobreactuación amañada.
Allí estuvieron con Rodríguez Larreta, acompañando la corajeada que proponía Florencio Aldrey Iglesias, un beneficiado junto sus tres sobrinas del escándalo del vacunatorio vip, cuya causa acaba de ser reabierta y ordena proseguir la investigación judicial. Consideran que es tan procaz como el festejo de Olivos, al cual Facundo Manes definió nada menos que como “Falta de humanidad”.
Los planes de Larreta para 2023 tienen en faz de desarrollo su inserción en todo el territorio argentino. Es un producto porteño, como su alfil Santilli, armado para llegar a ser un PRO con dominio bonaerense, para ello se alejó la “orgullosamente bonaerense” María Eugenia Vidal, el excluyente pilar, que ahora sin poder, extraña sobremanera Montenegro.
Este cúmulo de disociación política entre el ex juez federal, ex embajador en Uruguay, ex ministro de Seguridad de CABA y ex diputado nacional, no refleja aún cuál puede ser el piso de su empedernida ruta hacia la nada. Han pasado cosas en los últimos días.
Se terminó el intento de parricidio. Patricia Bullrich, Rodríguez Larreta, María Eugenia Vidal y Diego Santilli, tuvieron una coincidencia: había que rescatar, y de urgencia, a Mauricio Macri. Un expreso reconocimiento al fundador del PRO e integrante como líder de Cambiemos. No se descarta que en campaña el ex presidente llegue a la ciudad en los próximos días. ¿Cómo debería leerse que Macri no pise La Feliz, en esta instancia?
La causa: estiman los consultores que sin MM, respaldado por el 41 % de los votos en 2019, se corrieron a la derecha y van a parar a manos de José Luis Espert, Javier Milei y Ricardo López Murphy, dañando de consideración las ínfulas de Larreta, Mariú y el “Colo” en CABA y también en el campo de la madre de todas las batallas, donde el combate por Mar del Plata aparece según la última elección compartida con el kirchnerismo.
Aún faltan capítulos en el deshilachado oráculo de Guillermo Tristán Montenegro, un verdadero profesional de la política, que deberá seguir rindiendo exámenes y, aunque con poco y nada para exhibir en sus primeros años como Intendente de General Pueyrredon, ya no alcanza con una moderada aplicación. La impregnación en el territorio deja sus huellas y secuelas.
Por Jorge Elias Gómez
Comentá la nota