El agua es fundamental para mantenernos hidratados en cualquier época del año, pero cada vez más personas están optando por el agua con gas como su bebida preferida.
Su popularidad se debe en parte a los beneficios para la salud que aporta, especialmente a nivel gastrointestinal, e incluso puede ayudar en el proceso de pérdida de peso. Sin embargo, es importante tener en cuenta que no todos pueden consumirla sin restricciones.
Es importante saber que el agua con gas es "agua con anhídrido carbónico, responsable de las burbujas", explica Cristina Colina, dietista y nutricionista. Existen dos tipos principales de agua con gas: aquellas que contienen ácido carbónico de manera natural desde el manantial, y las aguas minerales gasificadas en las que se añade ácido carbónico después del proceso de envasado. Es crucial leer detenidamente el etiquetado para conocer su composición y elegir la opción más adecuada.
Es interesante destacar que existen varios tipos de agua con gas en el mercado, como el agua mineral naturalmente gaseosa, el agua mineral reforzada con gas del mismo manantial, el agua mineral con gas carbónico añadido y el agua mineral totalmente desgasificada. Cada una de ellas tiene distintas características que se deben tener en cuenta al momento de elegir.
Uno de los principales beneficios de consumir agua con gas es su capacidad de saciar el apetito. Este tipo de agua generará cierta presión en las paredes del estómago, lo que proporciona una sensación de saciedad y ayuda a controlar las ingestas y el apetito, contribuyendo así en la pérdida de peso. Además, el agua con gas facilita una buena salud intestinal al estimular la segregación de los jugos gástricos y promover una digestión más rápida y eficiente.
Por lo tanto, las personas que más podrían beneficiarse de su consumo son aquellas que padecen de digestiones pesadas o dispepsia, ya que favorece la digestión. También es una excelente opción para aquellos que tienen tendencia al sobrepeso o la obesidad, debido a su efecto saciante y su capacidad para controlar la ansiedad y el apetito durante los tratamientos de control de peso. Además, se ha descubierto que el consumo regular de agua con gas puede reducir el riesgo de enfermedades metabólicas como la diabetes, obesidad, osteoporosis e hipertensión.
Desde el punto de vista nutricional, el agua con gas y el agua normal son muy similares. Sin embargo, es cierto que el agua con gas contiene ligeramente más minerales como magnesio, calcio, hierro y sodio, así como más bicarbonato que su versión sin gas.
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