Cine. Ensayos de Kracauer sobre el séptimo arte, que incluyen apreciaciones sobre Orson Welles, Jean Vigo, Roberto Rossellini, pero también Dumbo.
POR ROGER KOZA
La colección de cine de la editorial El Cuenco de Plata merece un reconocimiento por parte de la cinefilia de habla hispana. Los libros publicados son extraordinarios, y Ensayos sobre cine y cultura de masas , de Siegfried Kracauer, refrenda una vez más la “línea argumental” de la colección: una traducción impecable, una elección imprescindible.
Dividido en cuatro secciones, precedido por un breve prefacio y una justificada introducción por parte de los compiladores de la versión estadounidense, y con un lúcido posfacio de Martin Jay, este libro compuesto por la mayoría de lo publicado por Kracauer desde su arribo a EE.UU. en 1941 sintetiza la sensibilidad teórica del autor: las películas emiten signos de un tiempo específico y un crítico de cine es aquel que sabe leerlos y enunciarlos. Su famosa afirmación acerca de que un crítico debe ser antes que nada un crítico social se constata en su sistema de lectura, que no desestima la descripción física de un plano y el análisis general de las formas cinematográficas.
En Ensayos sobre cine... hay pasajes teóricos contundentes que anuncian la célebre política de los autores y una modalidad temprana de problematización de los géneros del cine. El capítulo dedicado a Jean Vigo y a Preston Sturges, por ejemplo, son notables en tanto Kracauer consigue exponer la propia evolución interna de la obra de los directores sin prescindir de los condicionamientos sociales externos a ellas. Algo similar sucede cuando identifica la aparición repetida de una figura sádica de terror en el cine de Hollywood, que asocia con el siniestro avance del nazismo.
El libro también cuenta con críticas de películas de la época. Leer una reseña del autor sobre Paisá y El ciudadano , de Rossellini y Welles respectivamente, es esperable, pero no un análisis sobre Dumbo , donde además intuye proféticamente una evolución estética en la que el referente podría disiparse de la propia ontología del cine. Algún día una imagen podría dejar de corresponderse con lo real. ¿No era el cine una misteriosa redención física de la realidad? Hay también algunas reseñas no abocadas al cine. Uno de los libros en cuestión es Lo imaginario de Sartre.
La peculiar posición de Kracauer respecto de los círculos literarios de izquierda de Nueva York y su ambivalente relación con la Escuela de Fráncfort constituyen un núcleo de intereses que exceden el cine. Hay un capítulo magnífico que incluye una disputa directa entre el autor y su amigo Theodor W. Adorno en torno a la dialéctica (negativa). En varios capítulos, lateralmente, se verifica una apreciación edificante respecto de la cultura de masas, en las antípodas de la característica desconfianza de Adorno y sus discípulos. Aquí un ejemplo de su prosa y de esa polémica. Decía Kracauer: “Preston Sturges, desde siempre catalogado como un entertainer, es indudablemente mucho más que eso... Y además ¿qué tendría de malo que Sturges fuera un simple entertainer? Nada debería ser tomado más en serio que el entretenimiento capaz de congraciarse con millones de seres anónimos”.
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