Con la mira en CABA, Vidal olvidó su “orgullo bonaerense”

Con la mira en CABA, Vidal olvidó su “orgullo bonaerense”

La ex gobernadora de Buenos Aires, que había mostrado su amor por la provincia en sus cuentas desde el año 2015, modificó abruptamente su “orgullo” luego de candidatearse como diputada por la Capital Federal.

Todo pareciera indicar que en Argentina, un país en el que los políticos cambian de ideología y de partido según las circunstancias, hasta el orgullo por la pertenencia vale poco y nada. Algo de esto viene a demostrar, casi como una muestra gratis, la ex gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal.

Durante sus años como vicejefa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Vidal se mostró porteña de pura cepa. Todo pasaba por Capital Federal y mostraba su amor por los cien barrios porteños en cada acto, en cada discurso y en cada aparición pública o mediática. Cuando decidió lanzarse a la aventura de transformarse en la primera gobernadora bonaerense de la historia, su discurso cambió radicalmente.

 

En efecto, la Capital Federal prácticamente desapareció de su vocabulario y su único interés, entonces, fue el porvenir de un conglomerado de ciudadanos que hasta ese momento poco y nada de espacio habían ocupado en su mente: los bonaerenses. Fue entonces cuando metió mano en sus redes sociales y sumó una frase que repetiría hasta el cansancio. Ahora Vidal era “orgullosamente bonaerense”.

En las últimas semanas, y luego de la aparición de su libro Mi Camino, con un diseño de portada copiado palmo a palmo de la obra Becoming, de Michelle Obama, la ex gobernadora decidió volver a la Ciudad de Buenos Aires y presentarse como candidata a diputada nacional por Juntos por el Cambio, lo que se configuraría como un paso intermedio a su candidatura presidencial 2023.

Con su próximo paso en mente, Vidal volvió a modificar su aparentemente inobjetable amor por la provincia de Buenos Aires y editó sus redes sociales. Ahora, ya no es más “orgullosamente bonaerense” y sólo siente orgullo por sus hijas. La volatilidad de las lealtades de los políticos argentinos pareciera, en definitiva, no tener límites. 

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