Tras la catástrofe electoral de Cambiemos, una tropilla de caciques de poca monta disputa la jefatura del partido en los principales distritos. La sobrevida de muchos estará signada por octubre.
Entre las dudas sobre la continuidad de María Eugenia Vidal al frente de la provincia de Buenos Aires y de Horacio Rodríguez Larreta en la Ciudad, dentro del PRO hay un pelotón de dirigentes que tendrán en sus manos la misión de mantener con vida al partido en el interior del país. El mapa de las PASO ya les anticipó que el camino que tienen por delante será escarpado: sólo Córdoba y la Capital Federal fueron los distritos que se pintaron de amarillo bajo el signo de Juntos por el Cambio, la alianza que el macrismo comparte con la UCR y la Coalición Cívica. La referencia esta constituída por derechas locales que oxigenaron su identidad en el sello del presidente Mauricio Macri y aliados peronistas no kirchneristas, que tendrán en sus manos ordenar el futuro de la convivencia con radicales y lilitos.
BUENOS AIRES. Si las generales confirman el veredicto inicial de las PASO, la provincia de Buenos Aires volverá a ser gobernada por el peronismo. Ese giro podría posicionar a Vidal como jefa nacional del PRO, "si ella quiere", explican desde el partido. Debería volver al rol opositor que tuvo como funcionaria porteña, pero con un liderazgo territorial que será sostenido por los intendentes municipales que logren ser reelectos. En esa lista de probabilidades, el futuro del macrismo bonaerense quedará en manos del jefe comunal de Vicente López y titular partidario provincial, Jorge Macri. El primo presidencial tiene grandes chances de ganar. Otras figuras, en cambio, tienen su suerte atada al resultado en las urnas, como el intendente de Lanús, Néstor Grindetti, a cargo del armado de la tercera sección electoral.
A ellos podrían sumarse algunos referentes del interior provincial, como el intendente de Junín, Pablo Petrecca, o su par de Pinamar, Martín Yeza, pero ambos primero deberán pasar por el cedazo de las urnas para revertir los números agrios de las PASO.
Las primarias dejaron resultados devastadores para esos liderazgos en desarrollo. La amplia cosecha del Frente de Todos en los municipios del interior bonaerense hirió el romance entre Vidal y la pampa húmeda agraria, justo donde el oficialismo esperaba equilibrar una previsible gran derrota en el conurbano. La geografía que dejen las generales de octubre terminará de definir los liderazgos bonaerenses del PRO, en un territorio donde el radicalismo controla 37 municipios y pedirá reordenar la toma de decisiones dentro de Cambiemos, en la medida que la alianza continúe en pie.
Los pronósticos electorales para las demás provincias son más sombríos que en Buenos Aires, pero los liderazgos están más definidos por las derrotas que ya registraron en sus terruños. Dentro de esa hoja de prioridades, la supervivencia estratégica está concentrada en los distritos con mayor densidad electoral.
CÓRDOBA. En la tierra mediterránea, la victoria de la fórmula Macri – Miguel Pichetto tendrá un sabor agridulce hasta octubre. El peronista Juan Schiaretti obtuvo su reelección el 12 de mayo y derrotó a dos candidatos radicales enfrentados, como Mario Negri y Ramón Mestre. También logró el control de la capital provincial, con la victoria de Martín Llaryora. Le quitó el control de Cordoba capital a Mestre y al control de la UCR, pero también relegó a Soher el Sukaria, titular del partido amarillo y aspirante a intendente, frente al radical Rodrigo De Loredo.
En esas tensiones, el PRO sólo logró incluir al ex árbitro y diputado nacional, Héctor Baldassi, como candidato a vice provincial. A pesar de haber sido el principal aspirante promovido por la Casa Rosada, los hilos del partido serán compartidos por el Sukaria, el legislador provincial y titular provincial partidario, Darío Capitani y la senadora nacional Laura Rodríguez Machado, que quedó al frente de la campaña presidencial en su provincia. A “La Coneja” le deparan una butaca en segunda fila, pero en su entorno insisten que además de ser el primer impulsor del PRO en la provincia es el “candidato que mejor mide”.
SANTA FE. En Santa Fe, el peronista Omar Perotti terminó con 12 años de control socialista. La conducción del PRO seguirá en manos del candidato a diputado nacional Federico Angelini, que tiene amplias chances de entrar a la Cámara baja por su posición en la boleta. Si bien terció con una de las expresiones provinciales del radicalismo más proclives a mantener la sociedad con lilitos y macristas, este licenciado en sistemas de la UCA es, junto a Jorge Macri, una de las 13 autoridades provinciales que el PRO tiene para 24 distritos.
En la Casa Rosada vaticinan que Angelini buscará posicionarse como líder de la oposición al peronismo santafesino: un rol que deberá compartir con un radicalismo dividido entre los que pujan por volver al Frente Progresista, Cívico y Social y los que intentan mantener la pertenencia a Cambiemos.
MENDOZA. Bien lejos de las 15 elecciones desdobladas, Mendoza elegirá gobernador el 29 de septiembre, un mes antes de las presidenciales. La contienda para definir al sucesor del radical Alfredo Cornejo, será protagonizada por la peronista Anabel Fernández Sagasti y el intendente de la capital, Rodolfo Suárez.
El “Rody” es el candidato radical del Frente Cambia Mendoza desde junio, cuando se impuso a otro aspirante promovido por la Casa Rosada: el tres veces intendente de Luján de Cuyo, Omar De Marchi. Su buena relación con el Presidente no alcanzó para ordenar la interna del oficialismo local, que volvería a crisparse si el radicalismo sufre una derrota en Mendoza y si Macri sufre otra en octubre. De un modo u otro, De Marchi deberá trabajar para reconstituir al PRO mendocino y “refundar” la relación con el conservador Partido Demócrata, que también está dividido respecto a su relación con el PRO.
JUJUY Y CORRIENTES. En el norte argentino, el macrismo deberá convivir con el predominio de dos bastiones que el radicalismo ya tiene asegurados con Gerardo Morales en Jujuy y Gustavo Valdés en Corrientes. En tierra jujeña, el PRO seguirá en manos de su presidente, el diputado nacional Osmar Monaldi. La marca correntina ECO+Cambiemos mantendrá a Ingrid Jetter como jefa del PRO local, aunque en los papeles es la presidenta de la Fundación Pensar de esa provincia y tiene un cargo como gerenta para la región NEA de Vialidad Nacional.
En las demás provincias norteñas el macrismo deberá revalidar los títulos como fuerza opositora de gobernadores peronistas.
SALTA. La última en definirlo será Salta, que tiene comicios para gobernador el 10 de noviembre, con amplias chances para la continuidad del peronismo local, controlado por el mandatario saliente y candidato a vice de Consenso Federal, Juan Manuel Urtubey. El PRO local buscará mantener la sociedad que desarrolla con un sector del peronismo, referenciado en Pichetto.
Los miembros de ese pacto están todos calzados en trajes de candidato y, a pesar de las pocas chances, apuestan a que la campaña termine de soldar ese núcleo. El partido es presidido por el legislador provincial Martín de los Ríos, que ahora busca una diputación nacional, mientras que la apuesta más fuerte del PRO es la candidatura a intendente del diputado Martín Grande, que busca suceder en la capital provincial a Gustavo Sáenz, que ahora fue ungido como aspirante a gobernador por Cambiemos. El lugar que le deparen las urnas establecerá las jefaturas partidarias, aclaran desde la conducción del PRO. El experimento macrista en Salta es una alianza del PRO con el peronismo disidente: uno de los pocos distritos donde el “efecto Pichetto” traccionó algunas figuras, como Sáenz y el senador nacional y ex gobernador Juan Carlos Romero, que ahora buscará revalidad su banca por Cambiemos.
TUCUMÁN. En la provincia gobernada por el peronista Juan Manzur, la alquimia de Cambiemos también vive el efecto Pichetto, pero cuenta con un predominio radical, entre la senadora nacional Silvia Elías de Pérez y el ex funcionario José Cano. Sin embargo, el PRO tiene más fortalezas a través de su pata peronista que en los macristas puros, especialmente a partir del subsecretario de Interior de la Nación, Domingo Amaya. Reporta al ministro del área, Rogelio Frigerio, principal inversor de esfuerzos nacionales en distintas provincias para posicionar al macrismo como un cobijo útil de los peronismos locales no kichneristas. Amaya ahora es candidato a diputado nacional dentro de la lista que lleva a la fórmula Macri – Pichetto, una posibilidad que la justicia le impidió a Manuel Courel, funcionario del municipio de Yerba Buena y hombre del intendente, Mariano Campero. Desde esa disputa ciega, Amaya carga con la máxima referencia amarilla en la provincia, pero el PRO fue intervenido y está en manos del abogado Santiago Hardie, actual secretario de Agricultura Familiar del ministerio de Agroindustria de la Nación.
El letrado conservador, muy vinculado al agronegocio, es señalado por el desguace del área de agricultura familiar. También es el interventor del partido en reemplazo de Alejandro Ávila Gallo, que responde a Campero y fue hasta 2017 titular del Consejo Directivo del PRO. Ahora es subadministrador local del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (ENOHSA), que también está bajo la órbita de Frigerio. Su intervención durará hasta que Buenos Aires convoque a nuevas elecciones para autoridades partidarias. A él también reporta el ex senador nacional Pablo Walter, director de AySA. La interna tucumana está cruzada por acusaciones de un lado y otro, pero desde la Rosada critican la candidatura de Courel como parte de una ofensiva de Campero y Ávila Gallo como principales impulsores, que prefieren referenciarse en el radicalismo local que aceptar una pata peronista. En las PASO fueron con boleta corta.
SANTIAGO DEL ESTERO. En los demás territorios norteños la referencia del PRO está ligada a sus autoridades partidarias. En Santiago del Estero, la jefatura del macrismo local está en manos de Carlos Cejas Lescano, delegado provincial de Agroindustria, la misma cartera que también contrata al tucumano Hardie. También juegan el diputado provincial Rodrigo Posse y el secretario general partidario, Federico Larsen. Un armado delimitado por el Frente Cívico que combina radicales y peronistas, detrás de la conducción del gobernador local Gerardo Zamora.
MISIONES Y FORMOSA. En Misiones, la carrera política del PRO fue delineada por el senador nacional Humberto Schiavoni, que ocupa la presidencia nacional del partido desde 2012. En las desdobladas provinciales perdió como candidato a gobernador, pero su hijo Alfredo se impuso en las PASO como primer candidato a diputado dentro de una interna local donde también participaron peronistas, como Pedro Puerta, hijo de Ramón, ex gobernador, ex presidente provisional y actual embajador en Madrid. El jefe partidario será alguien "de la confianza de Humberto", anticipan en la jefatura amarilla.
El armado misionero del PRO también sostiene la presencia en Formosa, a través del legislador provincial Quique Ramírez, en reemplazo del actual secretario general del macrismo local, Germán Villalba. Ambos compartirán con el radicalismo la oposición a la gestión del peronista Gildo Insfrán.
ENTRE RÍOS. En la provincia gobernada por el peronista Gustavo Bordet, que conquistó su reelección luego de vencer al radical Atilio Benedetti, el derrotero amarillo corre por cuenta del intendente de Basavilbaso y presidente del PRO local, Gustavo Hein, que encabeza la lista de diputados nacionales por esa provincia y responde al ministro Frigerio, oriundo de Entre Ríos.
LA RIOJA Y CATAMARCA. En ambos distritos el rol protagónico está en manos de la UCR, pero en La Rioja el efecto Pichetto también terminó de consolidar el liderazgo de otro peronista en el PRO local, como el intendente saliente de la capital Alberto Paredes de Urquiza, que busca disputar la candidatura a gobernador con el radical Alberto Martínez, en una pelea al borde de la fractura. Los amarillos de La Rioja impactan en la dinámica catamarqueña a través de una de sus principales dirigentes: el titular del partido y diputado nacional, Julio Sahad. En Buenos Aires le adjudican un peso superior al del diputado provincial y neurocirujano Rubén Manzi.
PATAGONIA. A diferencia del norte argentino, la dimensión del PRO en el sur tiene experiencias mucho menores, que crecieron detrás de las candidaturas fallidas del radicalismo en cada provincia y están signadas por internas de liderazgo. En Chubut está encabezada por el candidato a diputado Nacho Torres. Su nombre será, luego de las elecciones, más ponderado que Marcelo Cano, que se desempeña como director Nacional en la Secretaría de Infraestructura Urbana de la Nación que también depende de Frigerio.
En Río Negro, la disputa es protagonizada entre el diputado nacional Sergio Whisky, que reporta al jefe de Gabinete, Marcos Peña, y el representante de Frigerio en esa provincia y legislador electo por Cambiemos, Juan Martin, que es el único candidato que entró en las elecciones locales.
La presencia amarilla se reduce aún más en Santa Cruz, donde la cara visible de Cambiemos es el senador y empresario radical Eduardo Costa. Su peso en la provincia dependió de la buena relación que mantuvo con el presidente Macri, pero desde que el feeling empezó a perderse aparece Horacio Padín como la única figura del PRO santacruceño que busca reemplazar la referencia de Costa. En la conducción amarilla advirtieron que tanto en Río Negro como en Santa Cruz los jefes partidarios están entre los candidatos, pero el nombre será determinado por el resultado.
Para el PRO de Tierra del Fuego el escenario también aparece marcado por internas y debilidades. La presidencia del partido está a cargo del diputado nacional Tito Stefani pero protagoniza una dura interna con el empresario Federico Frigerio, primo de Rogelio, delegado de la cartera de Interior en la provincia austral y primer candidato a diputado nacional dentro del signo de Cambiemos.
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