La vicepresidenta contuvo los pedidos de sus simpatizantes, que le insistieron con su postulación; hubo presencia variada de todo el espectro kirchnerista
María José Lucesole
Cristina Kirchner entró, como actriz principal, al escenario mayor del Teatro Argentino, y la recibieron con música para sus oídos. “Presidenta, Cristina presidenta”, fue el primer cántico que sonó entre la militancia que colmó el coliseo para dar inicio al operativo clamor. Cristina respondió antes de irse: “No, presidenta no. No se hagan los rulos”.
El segundo canto recordó al esposo muerto de la vicepresidenta. “Néstor, mi buen amigo, esta campaña volveremos a estar contigo (...) No me importan lo que digan los gorilas de Clarín, vamos todos con Cristina a liberar el país”, corearon los autodenominados “soldados de Perón”.
Minutos antes de que atronaran las voces de los militantes peronistas, habían llegado al coliseo de esta capital el hijo de la vicepresidenta y presidente del Partido Justicialista bonaerense, Máximo Kirchner; el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, y la intendenta Mayra Mendoza (Quilmes). Ya estaban los intendentes Marisa Fassi (Cañuelas) y Juan Ignacio Ustarroz (Mercedes).
Una vez que Cristina estuvo sentada en el escenario central, una mujer irrumpió desde las butacas destinadas al público y le pidió, sin más preámbulos, a la vicepresidenta que se lance como candidata. “No se hagan los rulos”, replicó Cristina. Más tarde, cuando el público volvió a exigir que vuelva a ser candidata, la vicepresidenta fue más clara: “No, no se trata de una sola persona. Se trata de un programa de gobierno”.
Empoderada por el operativo clamor, la vicepresidenta dijo: “Presidenta, no. Pero acá la proscripta, la que intentaron asesinar es una. Es increíble, no quisieron investigar a los que me quisieron matar”.
Criticó, sin nombrarlo, al modo de gestión del presidente Alberto Fernández, cuando se refirió a la dificultad para contener la inflación y la corrida cambiaria de los últimos días. “Este es el problema de gobernar y querer conformar a todos. Al final, terminás enojando a todos”, fustigó. En ningún momento hizo referencias a la decisión presidencial de no competir por la reelección.
“Al crecimiento se lo están llevando cuatro vivos”, dijo despegándose de la gestión del actual gobierno. También se refirió al sobrecumplimiento de las metas del Fondo Monetario Internacional, el año pasado. Y subrayó que no fue suficiente para bajar la inflación. “Es necesario revisar las condicionalidades -no para no pagar- para que este atado al superávit comercial”, exigió.
Alberto Fernández, figura ausente en el Teatro Argentino, no confirmó si estuvo invitado, pero en el kirchnerismo dejaron en claro que nunca previeron su presencia. La agenda presidencial sólo informó que sostuvo un diálogo telefónico de 45 minutos, por la mañana, con su par de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, y una reunión, por la tarde, con el gobernador de Catamarca, Raúl Jalil.
Mientras, Cristina, a lo largo de más de una hora de discurso, se refirió a la dolarización. “Nos vienen a decir que lo que fracasó años atrás hoy puede ser la solución. Nos vienen a proponer lo mismo y estamos discutiendo lo que fracasó hace veinte años” aseguró. Y criticó un artículo del economista Emilio Ocampo. Aseguró que ya existe una dolarización de hecho y llamó a un acuerdo nacional para domar la economía.
Antes de irse, la vicepresidenta revindicó la reinauguración de la Sala Ginastera del Teatro Argentino, la semana que pasó, ante la mirada atenta del jefe de gabinete provincial, Martín Insaurralde (intendente en uso de licencia de Lomas de Zamora), la senadora provincial Teresa García, el intendente de Avellaneda, Jorge Ferraresi, y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis. El exintendente de San Martín fue uno de los pocos ministros nacionales presentes, junto a Eduardo Wado de Pedro, de Interior, Jorge Taiana, de Defensa, y la ministra de Desarrollo Social, Victoria Tolosa Paz, a quien sorpresivamente Cristina le hizo un guiño favorable al hablar de los planes sociales.
Su presencia, junto a su esposo, el publicista Pepe Albistur, fue un signo de que el kirchnerismo también busca atraer a algunos referentes del círculo más cercano de Alberto Fernández.
También hubo menciones favorables para Kicillof, por la reinaguración del teatro donde se hizo el acto, y para Massa, por activar el acuerdo con China para utilizar yuanes para el intercambio comercial.
En los palcos estaba toda la feligresía kirchnerista. Máximo Kirchner hizo el gesto de sentarse al lado de la massista Cecilia Moreau. Todo un gesto. Del otro lado estaba Kicillof. Hubo sindicalistas, como Sergio Palazzo, Hugo Yasky y Roberto Baradel, hasta exfuncionarios como Felipe Solá. También hubo varios referentes bonaerenses, como Martín Insaurralde, Verónica Magario, Martín Sabbatella, Fernando Espinoza, entre otros.
La vicepresidenta estuvo acompañada en el estrado por Nicolás Trotta y Claudia Bernazza, entre otros. El exministro de Educación, a cargo de la Escuela Justicialista Néstor Kirchner, presentó a Cristina como “la máxima expresión de nuestro movimiento”. El público coreó: “Néstor no se murió. Néstor vive en el pueblo la puta madre que lo parió”.
Antes de irse, la vicepresidenta pidió sustituir los actos formales por el contacto directo con la militancia. Afuera, la vitoreaban miles de militantes de La Cámpora, que estuvieron movilizados por seis horas para esperar sus palabras.
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