El mandatario argentino reafirmó los principios de su gestión al exponer en el plenario de jefes de Estado de la cumbre que se desarrolla en Río de Janeiro
El presidente Javier Milei sostuvo hoy que "lo único que funciona para sacar a miles de millones de la pobreza es el capitalismo de libre empresa", al exponer durante el plenario de jefes de Estado de la cumbre del G20 que se realiza en Río de Janeiro, Brasil.
Al tomar en la palabra en la sesión ´Inclusión social y lucha contra el hambre y la pobreza´, Milei señaló que "sea por malicia o ignorancia, la mayoría de los gobiernos modernos han insistido en un error: el error de que para combatir el hambre y la pobreza hace falta mayor intervención estatal y mayor planificación centralizada de la economía".
El mandatario expuso que "cada vez que un Estado tuvo una presencia del 100% en la economía, que no es más que una forma bonita de llamar a la esclavitud, el resultado fue el éxodo tanto de la población como del capital y millones de muertes ya sea por hambre, frío o crimen".
"Siempre que se aplicaron estas ideas tuvo que ser a punta de pistola y levantando muros que le prohibieran a su población escaparse", apuntó.
Para Milei, el socialismo fracasa porque "pretende construir un paraíso en la tierra vulnerando dos de los tres principales derechos humanos: el derecho a la propiedad y el derecho a la libertad, y a veces hasta se termina poniendo en duda el derecho a la vida".
"Sin estos tres derechos la prosperidad y el crecimiento no existen, porque distorsionan el sistema de incentivos", advirtió. Milei manifestó que "los políticos modernos buscan hacer de la política una forma de vida, y no tienen idea de los pormenores que implica emprender para solucionarle problemas a terceros. Así, terminan legislando sobre cuestiones que desconocen en el 100% de los casos".
"De hecho, el incentivo del político implica no solucionar los problemas, sino perpetuarlos. Porque un problema solucionado es un lugar de donde el Estado debe retirarse", insistió, según infirmó Presidencia.
Milei enfatizó al respecto que "lo único que funciona para sacar a miles de millones de la pobreza es el capitalismo de libre empresa".
El Presidente apuntó también contra el "dirigismo estatal" que "le roba la iniciativa a los más pobres y al hacerlo les roba su dignidad, porque los vuelve esclavos de la dádiva y los somete a la corrupción de los intermediarios amigos del Estado".
2Nuestra administración tiene una posición simple: si queremos luchar contra el hambre y erradicar la pobreza, la solución está en corrernos del medio", subrayó. Para eso llamó a "desregular la actividad económica para liberar el mercado y facilitar el comercio, y que el intercambio voluntario de bienes y servicios traiga prosperidad".
"El capitalismo de libre mercado ya sacó de la pobreza extrema al 90% de la población global, y duplicó la expectativa de vida. Esto fue gracias a que generó un progreso tecnológico que puso al humano en el lugar de los dioses, habiendo conquistado los océanos, el aire, el espacio, el átomo y pudiendo comunicarnos a cientos de miles de kilómetros en tiempo real, como si se tratara de telepatía", consignó.
Y reafirmó que "nunca verán a nuestra administración defender propuestas que impliquen mayor presión fiscal, ni propuestas de desarrollo sostenible que prioricen caprichos de políticos con la panza llena en países ricos, cuando los países pobres necesitan explotar sus recursos para salir de la pobreza".
En tanto, durante su exposición en la segunda sesión, sobre Reforma de las instituciones de gobernanza global, Milei denunció que "lo que rige en la comunidad internacional es un esquema de imposición, no uno de cooperación simétrica y autónoma".
Y señaló que "muchas de las políticas promovidas con insistencia por la comunidad internacional vulneran los derechos más básicos de los ciudadanos del mundo, que son el derecho a la vida, la libertad y la propiedad privada".
Y enumeró: "desde barreras a la producción y el comercio, hasta mandatos de censura a la expresión libre, pasando por imposiciones culturales y condicionamientos en el acceso al mercado de crédito".
"El problema es que estas definiciones no son acuerdos entre partes sino exigencias, porque se fustiga a quien osa tener una mirada propia", insistió.
Al respecto, aclaró que "el consenso siempre parte del saludable desacuerdo y debate vigoroso. Pero hoy el desacuerdo escandaliza, y el debate no es ni vigoroso ni saludable. No hay igualdad soberana que lo permita, y, en consecuencia, el régimen internacional se convierte en un corsé que nos asfixia".
"La prueba es que, en distintos ámbitos, nos han llegado a acusar de promover discursos de odio, de antidemocráticos o de ser un peligro para los derechos humanos, meramente por tener una opinión disidente. Esto quiere decir que los mecanismos de gobernanza global no ofrecen un canal de conversación entre semejantes. Ofrecen solo dos caminos: sumisión o rebeldía", remarcó. Y concluyó: "Antes que ser esclavos, nosotros preferimos la rebeldía"
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