El Gobierno deberá ir ahora por objetivos desafiantes: bajar la inflación a por lo menos un 20% anual antes de fin de año, a menos de un 15% para fines de 2026, y a un dígito en 2027; reducir la pobreza por debajo del 35% y mostrar un crecimiento de la economía de entre un 4 y 5% de aquí a 2027, su último año de gestión. Además, tendrá que asegurar el equilibro macro: superávit fiscal primario y financiero, superávit comercial y recaudación por arriba de la inflación.
Carlos Burgueño
Ya no habrá excusas. Javier Milei iniciará el lunes su segundo período de gestión económica, con la misión concreta de lograr tres tildes verdes: bajar la inflación a, por lo menos, un 20% anualizado antes que termine este año, y menos de un 15% para finales del 2026. Luego, si se puede, a un dígito para su último año de gestión. Deberá, además, reducir la pobreza a menos del 35%, el teórico porcentaje que entregó Cristina Kirchner al finalizar su gobierno. Y deberá mostrar un crecimiento de la economía que no baje de un 4 o 5% interanual en los próximos tres años, comenzando por 2025. Todo, con una misión extra y autoimpuesta: que el día final de su gestión ya no exista el cepo y el país tenga un sistema cambiario similar al peruano. Esto es, un Banco Central independiente que maneje política monetaria y esquema cambiario; interviniendo sólo en momentos de turbulencias. Por otro lado, Milei deberá entregar su mandato con las cuatro patas de la mesa del equilibrio macro: superávit primario y financiero, superávit comercial y una recaudación arriba de la inflación.
Sólo garantizando todos estos objetivos, y sin dejar ninguno de lado, se justificará lo que el gobierno de Milei y su ministro de Economía Luis Caputo aplicarán desde esta semana a partir del acuerdo de Facilidades Extendidas cerrado con el FMI; que regirá por lo menos durante los próximos cuatro años. El nuevo endeudamiento por unos US$ 20 mil millones, sumado al dinero que girarán el Banco Mundial, el BID, Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe y cualquier otro organismo internacional que haga su aporte; será, después del conseguido por Mauricio Macri, la apuesta por incrementar el pasivo del país más importante de la historia de la democracia moderna. Se deberá agregar además, si se concreta, un programa de asistencia directa del gobierno de Donald Trump por unos US$ 5 mil millones, que se negociará el lunes en la Casa Rosada y el Ministerio de Economía, durante la muy especial visita del secretario del Tesoro de los Estados Unidos, Scott Bessent.
Toda esta montaña de endeudamiento extra sólo podrá justificarse si Milei y su gestión consigue que Argentina comience a salir con velocidad crucero de la crisis de estancamiento y mediocridad económica que en el 2024 cumplió 13 años. Sólo mostrando en diciembre del 2027 que el país volvió a crecer, que la pobreza a menos del 30%, que el superávit fiscal y comercial son políticas de Estado y que la inflación fue domada y el cepo historia; esta espiralización de endeudamiento y el ajuste que aportó la población en el 2024 (y muchos aún este año), habrá tenido razón de ser. El Facilidades Extendidas, el incremento del pasivo con organismos internacionales y la sociedad plena con Donald Trump son entonces la gran apuesta de Javier Milei. A todo o nada.
Esta gran apuesta comienza a dilucidarse esta misma semana que comienza. El tándem Milei-Caputo enterrarán el “crawling peg” al 1% mensual, y comenzarán a aplicar un nuevo esquema cambiario que lleve en el menor tiempo posible a dos posiciones: el levantamiento gradual del cepo, comenzando en junio con la puesta al día de la liquidación de dólares a los importadores, y que deberá terminar con algún tipo de acuerdo para atender la demanda de divisas de las multinacionales que quieren disponer de su rentabilidad local para girarlas a sus países de origen. En el medio habrá que solucionar el fin del cepo para los tenedores de deuda en pesos y dólares y, la más impopular de las restricciones, la que rige para los ahorristas de toda capacidad de disponibilidad de pesos que quieren comprar divisas oficiales a través del home banking. La intención es que el cepo sea historia, y que los dólares combinados del FMI, EE.UU. y los que aporten los organismos se sumen a la liquidación sojera, aceitera y de energía; para tener una masa crítica de divisas que financie la demanda. Se descuenta que el proceso de apertura del cepo será gradual, pero comenzando rápidamente. En menos de dos o tres meses contabilizando el día en que se firme el acuerdo con el FMI, lo que sucederá entre el 21 y el 26 de abril en Washington, cuando el Fondo organice su evento anual conjunto con el Banco Mundial.
El gran peligro del levantamiento del cepo y del esquema gradual y prudente de modificación de la política cambiaria, con un dólar atrasado a cotización de 1.096 pesos (cierre del viernes Banco Nación) tiene sus peligros. Serios. Especialmente si se da en un proceso de contracción de las reservas del BCRA. Si se diera el proceso de financiamiento de salida de capitales vía caída de los activos financieros del BCRA, los mercados comenzarán a mirar de manera crítica la evolución del proceso. La oposición denunciará “fuga de capitales” para atender manos y demandas amigas. Y Milei se enfrentará al desafío total contra el esquema financiero, cambiario y macroeconómico que comenzará esta semana. En síntesis, lo primero que se mirará en el tiempo para saber si esta segunda etapa de plan económico del libertario tiene éxito o no, es qué tanto podrá enfrentar una crisis de demanda de divisas atendiéndola con divisas aportadas por el FMI, los organismos internacionales, Trump y los sojeros. Dicho de otra manera, cómo podrán Milei y Caputo aventar el fantasma del 2019, cuando durante el gobierno de Macri decidió liberar unos US$ 6 mil millones del Stand By firmado un año antes, para sostener un tipo de cambio atrasado que finalmente estalló luego de la derrota de las PASO de ese año. El lunes posterior a esas elecciones Macri devaluó el peso en un 22%. Todas las miradas estarán puestas desde este mismo lunes a que Milei no viva la misma y traumática, experiencia. Según alguna fuente oficial, para aventar estos peligros, Caputo implementaría un plan similar al que Martín Redrado ejecutó en el 2005; cuando, por orden de Néstor Kirchner puso sobre la mesa de la entidad unos US$ 5 mil millones para aventar cualquier eventual especulación en contra del peso. La estrategia de aquel año resultó. La idea oficial ahora es replicar el mecanismo. Una vez pasada la euforia de la firma del acuerdo con el FMI y la llegada de las divisas, y de haber aventado el peligro de corridas de “fugas”, el Palacio de Hacienda quiere concentrarse en el próximo escollo: el vencimiento de US$ 4.500 millones de los bonos Bonares y Globales, que el 9 de julio deben pagar intereses y capital. La idea original de Luis Caputo, era la de salir al mercado a conseguir deuda voluntaria en los mercados financieros internacionales, para cubrir ese compromiso. Pensaban en la secretaría de Finanzas de Pablo Quirno, que para junio de este año, el nivel de riesgo país navegaría por debajo de los 400 puntos, con lo que una colocación de bonos a mediano plazo podrían pagar un interés de no más del 7%. Sin embargo, el cisne negro de la guerra comercial apareció en el peor momento e impulsó el riesgo país por arriba de los 900 puntos. Y nada indica que en pocos meses puedan solucionarse ni la guerra ni la falta de confianza en la capacidad de repago de la deuda argentina. Juega ahí el permiso que el FMI le otorgará al país. Si bien los dólares de libre disponibilidad serán mínimos, habrá un waiver para que el país pueda utilizar parte del programa para atender el vencimiento más importante del año. De ser así, el cronograma de obligaciones que tiene Argentina durante este ejercicio quedaría liberado. Y podría Caputo comenzar a pensar el esquema del 2026.
Y Javier Milei en una fecha anterior. La de octubre del 2025, donde se jugará su futuro político. Antes deberá demostrar que el plan económico que comenzará a aplicar desde el lunes es el correcto y traerá resultados. Su gran apuesta, a todo o nada. Lejos de las ideas libertarias originales de la dolarización y el bombardeo del Banco Central, conceptos que quedaron sepultados por la realidad. Quizá para bien.
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