Milei prepara su venganza contra todos (incluso el FMI)

Milei prepara su venganza contra todos (incluso el FMI)

Si se tienen en cuenta el crecimiento de las reservas del Banco Central y la dependencia de los dólares del FMI, tanto el peso como moneda de curso legal como el Central gozarán de buena salud, a pesar de la tentación dolarizadora del Presidente, quien, por su lado, mastica rencor. Convencido de que los números le darán finalmente la razón, espera que el precio del dólar se estabilice en torno de los 1.100 pesos, en contra del presunto precio de equilibrio de 1.360 pesos del círculo rojo.

Carlos Burgueño

Javier Milei mastica su venganza. Espera tranquilo. Algo rencoroso. Y con memoria. Espera que llegue el momento en que los números le den la razón. Será cuando el dólar circule cerca de los 1.096 pesos con que cotizaba el oficial el viernes 11 de abril, último día de vigencia de la teórica segunda etapa de su plan de estabilización económica; basado en un nivel de devaluación del 1% vía crawling peg mensual. Sus escritos en su cuaderno tamaño carta indican que el precio del dólar licuado por la base monetaria primaria (billetes y monedas en poder del público más depósitos a la vista) debería ir a un valor de equilibrio de no más de 900 pesos. Incluso menos. Pero que por las presiones de los “devaluadores del círculo rojo”, los operadores económicos varios, sus colegas “mandriles”, la oposición y el público en general, consideraban que el valor de algo menos de 1.100 pesos era bajo y que el precio del equilibrio debería irse al valor del viernes de la semana pasada del MEP. Unos 1.360 pesos. Casi al borde superior de la banda máxima del régimen que comenzó la semana pasada, y que llevó el nivel de ese dólar financiero a los 1.206 pesos. Se iría luego a 1.164 pesos el miércoles. Para Milei, hubo una consideración colectiva de que el precio de su modelo devaluatorio del 1% mensual estaba agotado y que el tipo de cambio estaba agotado. Y que se necesitaba una devaluación lo más ordenada posible.

Reconoce Milei que la misma consideración era una condición innegociable desde el Fondo Monetario Internacional (FMI) para cerrar, de una vez, el acuerdo de Facilidades Extendidas que ya cumplió ocho días de vigencia. Y que le liberó cash unos US$ 12 mil millones que ya están en las amenazantes vidrieras del Banco Central. Recuerda el Presidente que la batalla por la devaluación fue lo que hizo que se eyectara de las responsabilidades con la Argentina el aún director gerente para el Hemisferio Occidental, el chileno Rodrigo Valdés, que en las negociaciones de mediados de 2024 discutía con el ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo, sobre la necesidad de corregir el tipo de cambio de entonces en un 20%. Mínimo. Valdés fue echado de las negociaciones, pero hacia abril de 2025, el FMI le dio, bastante, la razón.

Milei se negó todo lo que pudo al esquema de bandas, defendiendo su teoría de los 900 pesos. Pero, ya acosado por el mercado a fines del primer trimestre del año, tuvo que ceder. Y negociar las bandas cambiarias de la tercera etapa de su plan de estabilización. El techo de 1.400 pesos fue exigencia del FMI; que no quería ni quiere una banda de máximos bajos que obligue rápido al Central a vender dólares y perder reservas. La de 1.000 fue exigencia de Milei, que quería un piso por debajo de los 1.096 pesos de cierre del régimen anterior. Para demostrar que tenía razón. Que el valor de su diseño anterior, 100% propio, era el correcto. Y que la economía argentina de hoy se mueve más cerca de la base que del techo del sistema de bandas cambiarias que regirá los destinos de la relación del dólar y el peso, al menos hasta las elecciones legislativas de octubre.

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Y, de paso, que fue un error de los sojeros y aceiteros no haber liquidado bajo el sistema del Blend que rigió hasta el viernes 11 de abril, con una cotización de 1.140 pesos. Y que ahora es probable que pierdan dinero.

El crawling peg al 1% no es lo único que terminó con el nuevo acuerdo de Facilidades Extendidas vigente por diez años, con cuatro donde solo se pagarán intereses. Fue el fin de sus dos ideas, fuerza que Milei defendió durante la campaña que lo llevó a ser presidente de la Nación. Y su reemplazo por visiones contrarias a su ideología primaria. Con el nuevo acuerdo con el FMI, ya no habrá posibilidades de aplicar una dolarización ni la demolición del Banco Central. Ambas ideas quedaron sepultadas ese 11 de abril pasado, cuando el board del organismo que maneja Kristalina Giorgieva aprobó los términos generales y la letra chica del Facilidades Extendidas. Ahora el Banco Central tendrá un rol fundamental y clave en el futuro, y el peso deberá reforzarse. Lo contrario de lo que pensaba el libertario en campaña, y de lo que aún está convencido.

Y, por arte de magia, se replica aquel informe del año pasado donde el FMI explicaba la visión del organismo de la siguiente manera.

“La ‘competencia de monedas’ podría asemejarse al sistema de flotación administrada de Perú y Uruguay. La estabilidad de precios seguirá siendo un objetivo primordial del BCRA. Los individuos serán libres de ahorrar y transaccionar en las divisas de su elección”, menciona el FMI, en su conclusión más dura contra la ideología primaria de Javier Milei. Al menos si por esta se entiende la dolarización y la desaparición voluntaria del BCRA como rector de la política monetaria y cambiaria. Lo que el FMI impuso en aquella frase del primer comunicado elaborado para la Argentina de Javier Milei al aprobar las metas del primer semestre de 2024, es que el esquema de “libre competencia de monedas” en el que coinciden Milei-Caputo y el organismo, puede ser factible, pero con algunos condicionantes claves. El primero es que el peso seguirá siendo la moneda de curso legal del país, a través de la cual continuarán pagándose (exclusivamente) impuestos, salarios públicos y pagos a proveedores del Estado. El peso argentino (o como se llame en el futuro la moneda de curso legal) continuará teniendo así el monopolio de las transacciones públicas. Luego sí habrá libertad para que cada persona pueda vender sus bienes o servicios en otras monedas como el dólar, euro, reales, etc., sin que por eso pierdan validez. Esto implica para las personas que reciban pesos y elijan otras monedas para moverse la necesidad de recurrir a los mercados cambiarios oficiales (o extraoficiales) para adquirir esas divisas, con lo que siempre habrá un valor para el peso en la comparación con otras monedas. Esto es, un tipo de cambio, que servirá como faro para la medición de la competitividad de la economía argentina. Y que, obviamente, deberá ser una moneda sana. Que habrá que cuidar. Tarea que será responsabilidad del Banco Central.

En consecuencia, al haber una moneda local, no podrá adoptarse una moneda extranjera de curso legal. No habrá así dolarización. Pero además, el cuidado del peso para que no pierda calidad tendrá un responsable. El Banco Central. Entonces, el BCRA no podrá eliminarse. Al menos mientras dure el acuerdo con el FMI. Hasta 2035. Al menos que se le paguen cash los US$ 64 mil millones que ahora se le deben al organismo, y la Argentina quede liberada del pasivo.

En otras palabras, mientras dure el Facilidades Extendidas vigente, Javier Milei deberá abandonar el proyecto dolarizador y la eliminación del BCRA. Como el acuerdo será a diez años, hasta 2035 ambas ideas quedarán archivadas. El mandato actual de Javier Milei culmina el 10 de diciembre de 2027. Suponiendo que haya una reelección del actual presidente, el segundo mandato terminaría en diciembre del 2031. Tres años y medio antes del fin del Facilidades Extendidas, por el que el FMI prohíbe una dolarización y la eliminación del BCRA.

En algún sentido, Néstor Kirchner la tuvo más fácil. Solo tuvo que cancelar unos US$ 9.810 millones al FMI en aquel diciembre de 2005. Dinero que representó una sola campaña de retenciones sojeras. Haciendo números rápidos, Milei necesitaría ocho campañas sojeras brillantes y algo del aporte de Vaca Muerta para liberarse del FMI y poder dolarizar y dinamitar el BCRA. Por ahora, mirando las reservas del Banco Central y la dependencia a los dólares del FMI, el peso como moneda de curso legal y el Central gozan de buena salud. Y así será por muchos años.

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