El presidente se da lujos que cuestan caro. Techint hace punta con los despidos y el Círculo Rojo empieza a vivir un deja vu. El resultado de hacer lo mismo pero más rápido y la tensión en el triángulo de poder.
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DIEGO GENOUD
Matías Kulfas estaba en una posición incómoda cuando su teléfono personal sonó y comprobó que se trataba de una llamada impostergable. Al otro lado de la línea, Paolo Rocca se quejaba en su particular acento. “Miserable es un poco fuerte”, le dijo. Alberto Fernández se había quejado en cadena nacional de los despidos que “algunos miserables” habían ordenado en el arranque de la pandemia y el aludido principal era él. El Grupo Techint había decidido dejar en la calle a 1450 empleados que estaban bajo los convenios flexibles de la UOCRA y, pese al fastidio del presidente, no daría marcha atrás.
Durante el gobierno de Mauricio Macri, el emporio de Rocca había aprovechado los subsidios estatales para potenciar su yacimiento Fortín de Piedra y convertirse en uno de los principales productores de gas en Vaca Muerta. Pero también había advertido cómo el proyecto del reformismo permanente, por el que tanto tiempo y energía se habían invertido, se había estrellado contra la realidad.
La semana pasada, Techint volvió a demostrar que se adapta con una lógica implacable al tiempo que le toca vivir: echó a 130 trabajadores metalúrgicos de Tenaris SIAT, la planta de Valentin Alsina en la que se fabricaron más de 10 mil caños con costura de 36 pulgadas para la construcción del gasoducto Néstor Kirchner. Entre los despedidos también había un empleado que tenía 26 años en relación de dependencia. La razón esgrimida: la caída de la demanda.
Según las palabras de su dueño, 2023 fue para el holding un año “excepcional”: facturó casi 15 mil millones de dólares y obtuvo ganancias históricas por U$S 4 mil millones. Sin embargo, Rocca pasó de pedir aplausos para Sergio Massa a entusiasmarse con Javier Milei. Como nunca, directivos que formaban parte de su empresa dieron el salto a la función pública para ocupar cargos estratégicos en el gobierno de extrema derecha. Entre ellos está el secretario de Trabajo, Julio Cordero, ex jefe del departamento jurídico laboral de Techint. El zorro que cuida el gallinero. También el CEO de YPF Horacio Marin y otros hombres del área energética del gobierno, que según dicen en la industria, se fueron del grupo por diferencias con Ricardo Markous, el poderoso CEO de Tecpetrol.
SIAT está en territorio de Julián Alvarez y Axel Kicillof. La cara de la empresa es el gerente de planta Matías Mocchiutti, que reporta a Javier Martínez Álvarez, presidente de Tenaris Cono Sur. Los despedidos se enteraron de que quedaban en la calle al día siguiente de la aprobación de la Ley Bases, cuando les anunciaron a través de telegramas que no les iban a renovar el contrato. En paralelo, al resto de los empleados les pidieron hacer doble turno y multiplicar las horas extras. Despedir y contratar pasó a ser como “comer y descomer”, según la filosofía de Miguel Ponte, el ex jefe de Recursos Humanos de Techint que fue secretario de Trabajo de Macri y ahora es asesor legal de Cordero y Milei.
Con el fin del trabajo para los oleoductos del gasoducto NK y el reversal del Gasoducto Norte, la demanda para SIAT cayó y la empresa prevé que por varios meses no va a necesitar más metalúrgicos. Cuando Vaca Muerta demande más infraestructura, dicen, algunos podrían ser reincorporados.
Rocca, que está entre los beneficiados por el RIGI, hace uso de una libertad que, en el otro extremo de la pirámide social, se llama desprotección. El Congreso acaba de dar vía libre para que las empresas reduzcan y roten personal sin pagar costos en busca de una nueva generación de trabajadores low cost. La brutal recesión que hunde la actividad en los niveles de la pandemia y el crack de 2001 es la forma predilecta de la ultraderecha de gobierno para bajar la inflación. Pero deja un continente de heridos.
El regreso de la desocupación al tope del ranking de preocupaciones en Argentina es una marca del líder que cautiva a la alt-right global. Lo dijo la Fundación Pensar en el trabajo que difundió justo antes de que Macri saliera a disparar en público contra el presidente. Después de apuntar a la pesada herencia del Frente de Todos y felicitar al gobierno por el déficit cero y la baja de la inflación, el resumen firmado por Macri describe una situación alarmante en materia de empleo. Dice que en 2024 ya se perdieron más de 600 mil puestos de trabajo, que la demanda laboral es la más baja en 10 años y que Argentina registra la peor expectativa en el mundo de generación de trabajo. También le recuerda a Milei que la desigualdad está en el punto más alto de los últimos 8 años y que, en apenas un trimestre, La Libertad Avanza empujó a 3,2 millones de personas bajo la línea de la pobreza y llevó el número de pobres al nivel más alto de los últimos 20 años.
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Un industrial que votó a Massa pero conoce a Milei dice que los despidos que ordena el Gobierno en los organismos del Estado adoptan un ritmo acelerado en el sector privado. “Los empresarios aprendimos con Macri. Tardamos dos años en entender, ahora tardamos un semestre. Todos estamos despidiendo, suspendiendo más rápido. Ante la recesión, si no te queres fundir, te achicas”, dice. Si el cuadro no es todavía peor es porque una parte del empresariado no quiere despedir gente capacitada que resulta barata. Según el último reporte de la plataforma de empleo Bumeran, Argentina tiene el salario pretendido más bajo de la región: 773 dólares, abajo de Perú (822), Ecuador (825) y Chile (1146).
Al margen del grupo selecto de grandes ganadores que apoya al gobierno, los dueños que empiezan a desligarse de la suerte de Milei suscriben otro pronóstico preocupante. Así como hoy la caída de la demanda lleva a que muchas empresas estén liquidando sus stocks con precios viejos, lo que viene no puede ser igual: la inflación, todo indica, volverá a subir cuando tengan que reponer mercadería. “Estás vendiendo pero el número no te da. Los costos están subiendo y la inflación va a rebotar. Esta vez, todo va a suceder más rápido que con Macri. La crisis se va expresar antes”, dicen. De viaje por Italia, otro empresario que conoce bien al ex presidente coincide: “Esto termina mal, no tienen gente preparada, no tienen plan. Está más caro Buenos Aires que Europa”, advierte.
Mientras crecen la indigencia, la pobreza y la desigualdad, la hiper recesión es el escenario de fondo en el que se da el choque inevitable entre Macri y Patricia Bullrich, su candidata de ayer. El ex presidente se hartó de prestarle apoyo a Milei sin recibir lo que pretende. La ministra de Seguridad, en cambio, ya consiguió lo que quería y cree interpretar a un votante que mutó hacia la extrema derecha tomado por el antiperonismo visceral. Lo único que necesita es que a Milei no le vaya como a Macri y Bolsonaro.
Pese a que su aventura de gobierno terminó mal y no le permitió volver al poder, Macri acaba de pisar el freno de mano por razones personales y políticas. Mientras tanto, los que huyen del PRO son cada vez más. “Patricia responde a la lógica vertical. Entrega todo para un jefe, pero para abajo rompe todo. Mauricio, en cambio, es jefe pero de un grupo cada vez más chiquito”, analiza un dirigente que tiene diálogo con los dos.
Como Milei en lo económico, Macri se enfrenta antes de tiempo a un test crucial en lo político porque ahora se verá cuánto peso conserva su palabra. Él y su primo Jorge están convencidos de que el PRO retiene a un votante “republicano” que solo votó a Milei para derrotar otra vez al kirchnerismo. Además no quieren perder los recursos de Buenos Aires, la ciudad más rica del país que tiene, sin embargo, cada vez más personas expulsadas a la marginalidad. Según informó hace unos días la Dirección de Estadísticas porteña, en la cuna del macrismo, el 35,1% de sus habitantes está en la pobreza -casi 1.100.000 de personas- y el 15,3% de los porteños cayó a la indigencia. No les alcanza para comer. Imposible de naturalizar, el número de indigentes se duplicó en el último año y es el más alto de la última década.
Para discutir las efectividades conducentes, Jorge Macri tiene un vínculo que su primo envidia: Karina Milei, la gran enemiga del ingeniero. El jefe de gobierno porteño llegó a ella por medio de Pilar Ramirez, la neolibertaria que la hermana presidencial eligió como jefa del bloque libertario para desplazar a Ramiro Marra. Ramirez, que fue gerenta de Mariano Recalde en Aerolíneas, tiene de esposo a Dario Wasserman, el vicepresidente del Banco Nación.
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Hasta ahora, los macristas que se enamoraron de Milei desde que asumió -algunos hasta se arrastraron al Luna Park para que los vea- solo obtuvieron una compensación simbólica. Entre ellos, están Cristian Ritondo, Diego Santilli, Silvia Lospenatto y María Eugenia Vidal, la titular de la Fundación que acaba de destripar al gobierno de Milei. Todos dependen de un nuevo pacto entre la cúpula de una derecha que se endurece mientras la sociedad aguanta.
El tiempo dirá quién fue el que ingresó en un callejón sin salida. Si Macri o Milei. Pero el Círculo Rojo ya se quemó con leche. La sensación que se expande en las familias del establishment es que el modelo de Milei se agotó en tiempo récord y hace falta recrear un nuevo gobierno. El nombramiento de Demian Reibel como jefe de asesores de Milei y la asunción de Federico Sturzenegger como ministro de Desregulación muestra que el gobierno sigue encerrado sobre sí mismo. El ex funcionario de De la Rúa y Cavallo está destinado a chocar con Luis Caputo y no solo porque se aborrecen desde hace años. Tal como se reveló en esta columna hace dos semanas, Sturzenegger puenteó al ministro y encaró una negociación paralela con sus amigos del Fondo para salir del cepo sin nueva deuda. Ahora, como marcó el ex subsecretario de Hidrocarburos Juan José Carbajales, entre las 97 funciones que tendrá Sturzenegger está la de entender en materia de empresas públicas, un área que hasta ahora dominaba Caputo. También intervenir en materia de recursos naturales y el off shore, una atribución que se reservaba el secretario de Energía Eduardo Rodriguez Chirillo. Esta semana se verá cómo juzgan los actores del mercado el empoderamiento del ministro que ya animó dos experiencias explosivas en el último cuarto de siglo.
Entre el dogma que lo hermana con Sturzenegger y la timba de domar la inflación con un ex trader, es Milei el que no sabe a dónde quiere ir. Caputo y Chirillo volvieron a chocar en los últimos días por el aumento de tarifas que frenó el ex jefe de Trading de JP Morgan. El cortocircuito recuerda al que tuvieron Martin Guzmán y Federico Basualdo, pero con roles invertidos: ahora Economía no quiere recortar subsidios. Tampoco devaluar, porque el único logro que Milei puede exhibir es la baja de la inflación.
La caída de la recaudación en junio confirmó que la campaña publicitaria de recuperación en V salió mal. Mientras el comercio, la industria y la construcción viven un derrumbe interminable, el dólar planchado perjudica al turismo y el agronegocio se sienta sobre los silos. Más allá de las conspiraciones que advierten en la Casa Rosada, la suba del riesgo país y el aumento de la brecha cambiaria coinciden con la antesala de una montaña de vencimientos de deuda que el gobierno tiene que pagar. Inquieto como pocas veces, el renacido Cavallo le advierte a Milei que si no hace las correcciones ahora, la devaluación que le espera será más violenta.
Sin reservas en el Banco Central, sin la nueva deuda que pretende y con una presión renovada del Fondo y los actores del mercado para unificar el tipo de cambio, Milei no tiene un plan económico que le ofrezca garantías al establishment ni política para contener los daños que genera el ajuste de shock. En ese cuadro, el Pacto del 8 de Julio exhibe la dependencia de los gobernadores con la Casa Rosada, pero no disipa la inestabilidad de fondo. Codiciado por el colaboracionismo, el cargo de ministro de Interior quedó vacante y lo ocupa Lisandro Catalán, el número dos de Guillermo Francos.
En el macrismo afirman que Santiago Caputo quiere sumar volumen político al gabinete, pero choca con la negativa de Karina Milei y la familia Menem. El asesor estrella que tiene diálogo con gobernadores, sindicalistas y políticos de la oposición advierte que no alcanza con la batalla de las redes para gobernar la Argentina, pero no está dispuesto a arriesgar su relación estrecha con Milei. La hermana presidencial en cambio está lanzada a la creación de un partido nacional y no quiere alianzas sino subordinación. Sin embargo, la crisis puede poner en tensión a los pilares del triángulo de poder que sostiene a Milei.
La incapacidad del peronismo para consensuar salida a una crisis que se agrava le dio a la derecha dos oportunidades de gobernar la Argentina en apenas ocho años. Pese a que la primera experiencia terminó de la peor manera, con un festival de deuda, ajuste, devaluación y aumento de la pobreza, el experimento del FDT y el enojo creciente con la dirigencia política condujo a Milei a la Rosada. Ahora es el catecismo del establishment el que se enfrenta a un test crucial porque todos saben que son sus ideas las que se están poniendo a prueba, con la aventura de la extrema derecha en el poder.
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