Mientras preocupa el brote que ya ha matado a 161 personas, el Gobierno del líder ultraderechista rechaza incluir la vacuna contra al dengue en el calendario oficial, cuestiona su eficacia y no lleva a cabo una debida campaña nacional de prevención
Guardias de hospitales llenas, nubes de mosquitos acechando, faltante de repelente –las farmacias directamente ponen en la puerta el cartel de “no hay”– y una vacuna costosa: la tormenta perfecta de la epidemia de dengue en Argentina. El Gobierno del ultraderechista Javier Milei rechaza incluir la vacuna TAK-003, también conocida como Qdenga, en el calendario oficial, medida que garantizaría que fuera gratuita y obligatoria. De hecho, el Gobierno ha llegado a cuestionar su eficacia, pese a que fue autorizada por la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) pocos meses antes de que Alberto Fernández dejara la Casa Rosada. Tampoco está llevando a cabo una debida campaña nacional de prevención que frene la reproducción del mosquito vector del virus.
Hasta hace una década, el dengue era una enfermedad restringida a las provincias del norte de Argentina, de Brasil y de Paraguay, los países más afectados en América. Hoy, debido sobre todo al cambio climático, el virus se urbanizó: se propagó también al centro del país, incluyendo grandes ciudades como Buenos Aires, Córdoba y San Miguel de Tucumán. Salvo en la Patagonia y el Cuyo, el dengue circula en el resto de las provincias.
Según el último informe del Ministerio de Salud de la Nación, en lo que va de la temporada 2023/2024 se registraron 161 muertes y 232.996 casos de dengue, de los cuales 215.885 se notificaron desde la semana 1 a la semana 13 de 2024. La incidencia acumulada hasta el momento para el total país es de 495 casos cada cien mil habitantes. En el mismo período, 512 casos fueron clasificados como dengue grave. Hasta la semana pasada habían fallecido 129 personas, lo cual indica que en esta última hubo una fuerte suba de los fallecimientos.
Contra este virus transmitido por el mosquito Aedes aegypti existe la vacuna Qdenga, del laboratorio japonés Takeda, que cubre las cuatro cepas de la enfermedad y está vigente en Argentina desde noviembre pasado. Para contar con inmunidad completa se debe aplicar una primera dosis y, a los tres meses, la segunda. Cada dosis cuesta unos 70.000 pesos (cerca de 74 euros al cambio oficial), mientras el salario mínimo está fijado en 202.800 pesos (215 euros).
Brasil lleva a cabo dentro del sistema de salud público una campaña de vacunación con Qdenga a 1,4 millones de niños y adolescentes de entre 10 y 14 años, franja etaria donde hay más casos de ingreso. Mientras el Gobierno de Lula da Silva tomó cartas en el asunto y va dejando atrás el pico de la enfermedad, el de Milei desinforma sobre la eficacia de la vacuna. “La inmunidad se logra a través del paso del tiempo, por lo que vacunar ahora implicaría que esa inmunidad la vas a lograr en cuatro meses, donde ya el mosquito no sea un inconveniente, más allá de que la efectividad no está comprobada”, dijo el portavoz presidencial, Manuel Adorni, en rueda de prensa.
“Argentina vive su peor epidemia de dengue”
Eduardo López, médico infectólogo del Hospital de Niños de Buenos Aires, explica en conversación con elDiario.es el momento de emergencia sanitaria que atraviesa el país. “Argentina vive definitivamente su peor epidemia de dengue”, dice López y destaca como dato importante que la vacuna está aprobada por la Agencia Europea de Medicamentos (EMA). “La vacuna es segura y eficaz, autorizada por la ANMAT y por la EMA. En ambos casos, se aprobó que se puede aplicar desde los cuatro años hasta cualquier edad. No es verdad que exista un límite para los adultos mayores”.
Para el infectólogo, el Ministerio de Salud tiene que acabar utilizando la vacuna, segmentando por edades y regiones del país. “En Argentina todavía hay que definir la edad lógica para vacunar. Entre los 10 y los 14 años existe una mayor cantidad de casos, entonces en mi opinión los adolescentes no pueden quedar fuera”. En el Hospital de Niños la guardia y los ocho consultorios para cuadros febriles están a tope de actividad, señala López.
El Gobierno de Milei no financia una campaña de vacunación contra el dengue, pero tampoco fomenta que quienes económicamente estén en condiciones de pagarse la vacuna lo hagan.
El presidente de Argentina, Javier Milei, en una fotografía de archivo. Luciano González / EFE
Andrea Gamarnik, viróloga, especialista en el virus del dengue e investigadora del instituto de investigación científica Conicet ha denunciado en la red X (antes Twitter) que Argentina está en el peor momento de la epidemia, pero que no los “dejan trabajar” porque, considera, el Gobierno está desmantelando al sistema científico. Y aporta un dato: el repelente para bebés se vende en Internet por 22.998 pesos (24 euros), cuando en junio del año pasado estaba 2.010 (2,14 euros), un incremento del 1.044%. “El mercado hace lo que se le canta. En los tiempos libres desmantelan al Conicet”.
El Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) promueve, fiscaliza y controla buena parte de la investigación y desarrollo que realizan científicos, institutos y universidades de Argentina. El actual presidente ultraderechista prometió que si era elegido cerraría el Conicet. No lo hará de la noche a la mañana, irá dejando de financiarlo. Por eso, 68 premios Nobel escribieron una dura carta a Milei en la que advirtieron contra la dramática devaluación de los presupuestos del Conicet. “Vemos con preocupación la eliminación del Ministerio de Ciencia y Tecnología, el despido de empleados administrativos del Conicet y la terminación anticipada de contratos”.
Críticas al Gobierno
Los problemas de la salud deberían ser resueltos a partir de políticas públicas porque, en teoría, son las que garantizan el beneficio de las mayorías. Ante la de falta de repelente en farmacias y comercios, el Estado debería intervenir para que todos puedan estar protegidos, no solo las personas de alto poder adquisitivo que compraron masivamente, mientras que los productores se quedaron tranquilos porque cubrieron sus expectativas.
Los escasos repelentes para insectos que hay en el mercado se venden a precios exorbitantes. La firma estadounidense SC Johnson, que produce el 90% del total que se vende en Argentina, deja al mercado sin provisión porque –según denuncian los comerciantes– el pico de ventas ha pasado y, de empezar a producir ahora, se quedaría con un enorme stock sin vender de cara a la temporada invernal.
Ante los fuertes cuestionamientos, este jueves, el Gobierno de Milei decidió levantar trabas a la importación de repelentes por la alta demanda y la falta de productos. Según informó la ANMAT a varios medios de comunicación, el organismo suspenderá su intervención en un plazo de 30 días.
Las críticas arrecian contra el ministro de Salud, Mario Russo, ante la falta de una campaña de prevención, la respuesta tardía para coordinar con las provincias medidas frente al brote de la enfermedad y el descontento por el tema repelentes, que es parte del cuidado de la población. “La información que tenemos es que la falta de repelentes es un tema coyuntural, y que en dos semanas se pueda resolver. Los productores están trabajando a full”, dijo el ministro a un canal de televisión esta semana, en una de sus primeras apariciones ante un micrófono desde que asumió el cargo en diciembre.
Como una imagen sacada de una película de ciencia ficción, decenas de miles de argentinos compartieron en las redes sociales vídeos de nubes de mosquitos hace un mes. Se trató de la invasión de Aedes albifasciatus, una especie que crece especialmente después de las lluvias y en lugares abiertos y con césped, a diferencia del Aegypti, que se reproduce principalmente en ciudades y adentro de los hogares, en desagües y recipientes con agua estancada. Sin una campaña de difusión clara, muchos habrán sentido terror a ser picados.
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