La chance de que Silvestre Sívori, un abogado cercano al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, se hiciera cargo de Inteligencia cobró fuerza en estas horas. Se espera por Migraciones, UIF y la Aduana, y el potencial desembarco de Federico Sturzenegger y Armando Guibert. El caso Culto. Danza de nombres y estructuras en revisión
Por Federico Mayol
Hasta anoche, mientras se terminaban de delinear las primeras medidas del plan ortodoxo de ajuste fiscal que el ministro Luis Caputo tenía previsto anunciar a la tarde, crecían con fuerzas las chances de que Silvestre Sívori, un abogado que trabaja desde hace tiempo junto al jefe de Gabinete, Nicolás Posse, se hiciera cargo de la Administración Federal de Inteligencia (AFI).
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“Las chances son muy altas”, aseguraron este lunes fuentes cercanas a Sívori, aunque todavía esperaban la designación con la publicación del nombramiento en el Boletín Oficial, el órgano de difusión oficializa la entrada en vigencia de las leyes del Congreso y las decisiones administrativas del Ejecutivo.
Como en cada desembarco de un nuevo gobierno, la actualización del Boletín Oficial era seguida por estas horas con especial atención puertas adentro, más aún para un espacio, como el libertario, que presentaba en la previa de la asunción de Javier Milei notorias dificultades para ocupar todos los casilleros del organigrama de la administración pública y los organismos descentralizados, a pesar de la poda en la estructura decretada este lunes por el flamante presidente, que bajó a 9 la cantidad de ministerios.
En la madrugaba, el Boletín Oficial oficializó las renuncias de la conducción saliente del Banco Central, con Miguel Ángel Pesce a la cabeza, y las designaciones de Santiago Bausili como presidente de la entidad y del resto de los directores, y de los secretarios de Energía y de Finanzas; también, los de Legal y Técnico y de Comunicación y Prensa. Pero en las filas del nuevo gobierno circulaba una danza de nombres para la nominación en lugares claves del Estado que, este lunes, seguían liderados por funcionarios de la gestión de Alberto Fernández y de Sergio Massa -en algunos casos, ratificados tras una negociación entre el ex ministro de Economía y el presidente libertario- o, peor aún, acéfalos.
Santiago Bausili, el nuevo presidente del Banco Central (Nicolás Stulberg)
En ese contexto, la identidad del nuevo gobierno era todavía un experimento indefinido. Con un gabinete en vías de conformación, con ministros enfrascados en la reestructuración de sus áreas y un presidente con un estilo disruptivo. No solo por su discurso de asunción de este domingo, en el que anunció un durísimo ajuste y unos próximos meses repletos de pésimas noticias, si no por la modalidad que pretende imprimirle a la gestión: hasta ahora no utilizó el helicóptero oficial, no prevé encabezar grandes anuncios, se supone que gobernará desde la quinta de Olivos y no desde Casa Rosada y, por el momento, mantiene en el piso 18 del hotel Libertador su lugar de residencia -”Siempre está por irse”, aseguró en tono jocoso una fuente que conoce la logística libertaria-.
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Milei, según confiaron en su entorno, no tiene demasiadas pretensiones en la conducción de la AFI, y dejó la organización en ese organismo de inteligencia en manos de Posse, que instruyó por ahora a Sívori a que estudie el tema a la espera de la confirmación, o no, de su nombramiento.
Se trata del técnico que lideró la transición con el gobierno saliente y que no es un novato en el Estado: trabajó en el Gobierno de la Ciudad y se ocupó del área legal del Ministerio de Transporte bajo las órdenes de Guillermo Dietrich, en el que se referenció durante mucho tiempo hasta recalar bajo el paraguas de Posse.
Sívori -el domingo siguió la asunción de Milei desde uno de los palcos principales del Congreso- se entrevistó antes de que desembarque LLA en Casa Rosada con Vilma Ibarra, la ex secretaria Legal y Técnica; con Agustín Rossi, ex jefe de Gabinete, y con funcionarios de esa oficina. También se hizo cargo del traspaso en la Procuración del Tesoro. Como abogado del estudio de Manuel Izura -asumió la semana pasada como consejero de la Ciudad-, defendió a ex funcionarios. Surfista en sus ratos libres, ya analizaba desde hacía semanas el rubro Inteligencia. Es un área a la que Fernández no le encontró la vuelta durante su gestión, y que estuvo atravesada por presuntas irregularidades durante la gestión de Mauricio Macri, investigadas por la Justicia.
No es, de todos modos, el único casillero de relevancia que hasta anoche no tenía definiciones.
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En el caso de Migraciones, la vacante que dejó Florencia Carignano -asumió la semana pasada como diputada- aún no había sido resuelta en las últimas horas. Hasta una semana antes de asumir Milei, ese lugar se reservó para María Eugenia Talerico, vinculada a Ricardo López Murphy, pero su altísimo perfil y su insistencia en la agenda judicial hicieron que el ministro Guillermo Francos, que la había convocado, la llamara para avisarle que finalmente no asumiría. En teoría, para ubicar a alguien propio. La propia Talerico lo anunció en sus redes hace dos fines de semana.
María Eugenia Talerico finalmente no asumirá en Migraciones
Hasta ayer a última hora, en Interior no había novedades: el ex sciolista Mariano Goyenechea, en teoría el eventual 2 de Migraciones, intentaba monitorear la dirección.
En la Aduana, Guillermo Michel, un dirigente del riñón de Massa, seguía este lunes al frente del edificio de la calle Azopardo, a la espera de que se resuelva el futuro del organismo. “No puede dejar su puesto hasta que no designen a alguien”, explicaron. Se trata, en definitiva, de un sillón muy sensible. Anoche, aún no había precisiones. En la tarde de ayer, el funcionario se reunió en su despacho y en la AFIP con Florencia Misrahi, la nueva jefa de la Administración Federal de Ingresos Públicos, que también esperaba por su designación oficial.
Más allá de Michel -uno de los asesores que acompañó a Massa al desayuno de hace dos domingos con Milei y su hermana Karina-, este fin de semana sí se había confirmado la continuidad de otros funcionarios massistas como Marco Lavagna, Leonardo Madcur o Flavia Royón, que alimentaron las sospechas de una suerte de colaboración del jefe del Frente Renovador con el nuevo presidente, relativizada por voceros del anterior gobierno.
Uno de los casos más resonante, sin embargo, es el de Yanina Martínez, que seguirá en Turismo y Deportes. Era de íntima confianza del presidente saliente. Ahora se referencia en Daniel Scioli.
En AYSA, Malena Galmarini todavía seguía en estas horas al frente de la empresa y, según fuentes del massismo, se presumía que podría ocupar ese lugar hasta al menos la semana entrante cuando, según trascendió, sería nominada en el Grupo BAPRO por Axel Kicillof. “Esta semana se queda seguro”, explicaron fuentes de AYSA. En los últimos días surgieron versiones en el sindicalismo de supuestos chispazos con el gremio de Obras Sanitarias por los pasos a seguir.
Hasta este lunes, puertas adentro de la compañía, una de las sociedades anónimas -el Estado nacional posee el 90% del capital social- que el flamante presidente prometió privatizar, no sobresalía ningún nombre de potenciales sucesores de Galmarini. Solo trascendidos.
En la Unidad de Información Financiera (UIF), otra oficina pública de trascendencia, tampoco había este lunes novedades en relación al reemplazo de Juan Carlos Otero, un abogado especializado con pasado en la CNV al que en los últimos años vincularon con la agrupación La Cámpora. En la última semana, el nombre que se ventiló para ese organismo fue el de Raúl Saccani, técnicamente sobrio pero sin experiencia en la administración pública, ligado a la firma Deloitte y al Consejo Profesional de Ciencias Económicas. El tema era analizado por el ministro Mariano Cúneo Libarona, que absorbió la unidad y que en estas semanas dio sobradas muestras de resistencia a las imposiciones que intentó parte del macrismo, impulsadas por el ex presidente.
Son solo algunas áreas de decenas de lugares que todavía esperan para su ocupación definitiva.
Aún no está confirmado quién será designado en la Agencia Federal de Inteligencia
La misma situación se registraba en Culto, dependiente de Cancillería, una oficina central para la relación con la Iglesia. Este fin de semana se especuló con Roberto Bosch Estevez, un diplomático de carrera designado desde hace tiempo en la embajada argentina en Madrid. La canciller Diana Mondino, según trascendió, no se había definido aún. Cynthia Hotton también se había anotado, según dijeron en su entorno, con un supuesto aval del Papa Francisco. El diputado Santiago Santurio, de LLA, con buenos vínculos con la Iglesia, impulsaba por su parte a otro candidato para ese sillón.
En la embajada ante el Vaticano, en Roma, no había noticias por el momento para el reemplazo de la embajadora María Fernanda Silva. Francisco, según circuló, no tenía previsto imponer a ningún postulante. Por el contrario, esperaba por la definición del gobierno.
Tampoco se había resuelto, al menos de lo que trascendió, si finalmente Federico Sturzenegger, ex presidente del Banco Central, y Armando Guibert, uno de los cerebros de la reforma del Estado implementada por Carlos Menem en los ‘90, serían designados formalmente en el Poder Ejecutivo. En el primer caso, a cargo del rubro “desregulación”. Guibert, por su parte, se decidía si tendría un despacho bajo el paraguas de Posse.
El fin de semana, en la previa del traspaso de mando, Sturzenegger se instaló en una de las oficinas del estudio de Cúneo Libarona de Cerrito y Libertador, en el bajo de Retiro, donde se improvisaron reuniones del gabinete entrante. Según testigos, futuros funcionarios hacían fila a la espera de que el ex presidente del Central les tomara una especie de examen sobre las vacantes a cubrir.
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