El órgano debía empezar a funcionar en agosto, pero ni siquiera se formalizaron los representantes. Conversaciones por separado con gobernadores y el Congreso. El rol de Santiago Caputo y Cristian Ritondo
Por Federico Mayol
Por ahora, el Consejo de Mayo es solo una cáscara vacía. Más de tres después de su anuncio oficial, el “órgano colegiado” que debería implementar los diez puntos acordados en la firma del promocionado pacto aún no se integró, y algunos de los dirigentes que fueron contactados por el Gobierno para ser de la partida no tuvieron mayores novedades. Se confirma, en ese sentido, lo que se sospechaba en el sistema político, sindical y empresarial: cuando Javier Milei ensayó la convocatoria, en el discurso de inauguración de sesiones ordinarias del 1 de marzo, lo hizo sencillamente para ganar tiempo en medio de las negociaciones por la Ley Bases y el paquete fiscal.
Aun así, gobernadores, algunos empresarios, diputados y senadores aliados y hasta el ex presidente Mauricio Macri, que volvió en un viaje exprés desde Europa por pedido de la Casa Rosada -después se sentiría destratado por la transmisión oficial-, volaron hasta Tucumán en la madrugada fría de invierno del 9 de julio para ser de la partida y rubricar, los jefes provinciales, diez puntos básicos para que el presidente se regocijara en las redes sociales.
“No hay nada, está todo en el aire”, aseguró a este medio un dirigente que participó esa noche de la puesta en escena y que tiene un buen diálogo con la Casa Rosada. Fuentes oficiales intentaron explicar ayer que el consejo, oficializado el 16 de julio en el Boletín Oficial y presidido, según la publicación, por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos -después se nombró a Federico Sturzenegger como consejero por el Ejecutivo-, tiene ya “varios nombres casi definidos, que tienen consenso”.
Mencionaron, entre ellos, al jefe del bloque del PRO en Diputados, Cristian Ritondo, al gobernador Alfredo Cornejo, de la UCR, y al sindicalista Gerardo Martínez, de la UOCRA. Cerca del diputado y del mandatario provincial respondieron que habían sido tanteados por el Gobierno para integrar el órgano en representación de la Cámara baja y de las provincias, pero que nunca más volvieron a hablar del tema.
En algún momento, incluso, Santiago Caputo, el asesor estrella de Milei que controla la gestión en condición de monotributista, le dijo a Ignacio Torres, el gobernador de Chubut del PRO con el que mantiene una buena relación desde hace años, que le interesaría discutir la mudanza de la capital del país al sur en el marco del Consejo de Mayo. Se trata de un proyecto presentado por un grupo de senadores por el que Milei se interesó en el almuerzo que encabezó el jueves pasado en Casa Rosada con los jefes provinciales del PRO.
A principios de mes, en tanto, el diario Clarín publicó que en representación de los empresarios, el Ejecutivo se habría inclinado por Nicolás Pino, el presidente de la Sociedad Rural, para integrar el consejo. Se trata, de todos modos, de una convocatoria todavía informal, a pesar de que, en su puesta en marcha, en el artículo 5, se confirmó que el órgano colegiado debía “comenzar a funcionar dentro del plazo de 30 días”, integrado por “un presidente y seis consejeros”.
Más de tres meses después, no se movió ni un papel. En parte, por las urgencias que obligan a Milei a atender obligaciones más apremiantes que un slogan de diez puntos básicos.
Por el contrario, el Gobierno decidió avanzar en estos meses de manera unilateral en negociaciones intermitentes con aquellos sectores a los que sedujo con promesas políticas y económicas, muchas de ellas aún incumplidas. Es lo que dejaron trascender en estos días los gobernadores del PRO, en medio de la discusión por el Presupuesto 2025.
Cristian Ritondo y Santiago Caputo
Los jefes provinciales del macrismo, incluido el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri -el más incómodo en la relación con el gobierno-, almorzaron el pasado jueves en Balcarce 50 con Milei y algunos de los funcionarios políticos después de la cena que 48 horas antes el presidente encabezó en Olivos con algunos de los gobernadores dialoguistas que decidieron hace meses construir un vínculo con el Ejecutivo, como Osvaldo Jaldo -el más libertario de ellos-, Gustavo Sáenz, Raúl Jalil y Hugo Passalacqua.
Después de esa comida, Rogelio Frigerio pidió un encuentro con sus colegas del macrismo, que se hizo efectivo a fines de la semana pasada.
Desde la firma del Pacto de Mayo, que la relación política entre La Libertad Avanza y el PRO oscila entre una alianza institucional, un acuerdo parlamentario y una disputa interna que en estos meses tuvo a Macri y al consultor preferido de Milei como principales protagonistas. En la noche de Tucumán, por caso, el ex presidente se sintió destratado por la puesta en escena, y acusó de manera directa a Caputo, el guionista del relato oficial. Desde ese momento, el jefe del PRO se dedicó a reprochar en privado al asesor presidencial, lo criticó sistemáticamente en sus posteriores comidas en Olivos con el jefe de Estado y se encargó de que trascendiera que la falta de sinergia con su espacio y las deficiencias de la gestión se explicaban por el sistema de toma de decisiones ejecutado por el consultor.
Avalado por Milei, Caputo avanzó de todos modos en el último mes en una serie de tratativas con el PRO, en particular con Ritondo, que el lunes pasado prestó su quincho de Palermo para agasajar con un asado al consultor, a Martín Menem y a algunos colegas partidarios.
“La relación está más sana que hace unos meses. Es un laburo enorme de Cristian: logró lo que no había logrado ninguno de nosotros en el vínculo con el Gobierno”, reconoció un diputado amarillo que participó de la cena, que se extendió hasta tarde. La declaración incluye al propio Macri.
En ese vínculo asoma, sin embargo, un punto de tensión: la Ciudad de Buenos Aires, la sede central del PRO, la casa matriz que los Macri no están dispuestos a ceder en el acuerdo electoral que proyectan de cara al próximo año.
Desde la izquierda. Andrés Rodríguez, Héctor Daer, Gerardo Martínez, Pablo Moyano, José Luis Lingeri, Abel Furlán y "Paco" Manrique
En paralelo, la Casa Rosada avanzó en negociaciones sectoriales con el radicalismo hasta quebrar al bloque en Diputados, que se partió en dos. De un lado, los legisladores más opositores al Ejecutivo, con Facundo Manes y Pablo Juliano a la cabeza. Del otro, los “radicales peluca”, como los bautizaron sus ex colegas de bancada, dispuestos a acercarse al Gobierno -se reunieron la semana pasada en Balcarce 50 con el ala política, con Caputo a la cabeza-. Debutaron como radicales libertarios en el blindaje al DNU que vetó la actualización de las jubilaciones.
En el caso del sindicalismo, desde Casa Rosada mantienen una fluida relación con parte de la cúpula de la CGT. En especial, con Héctor Daer y Martínez, los preferidos del consultor discípulo de Jaime Durán Barba. Ninguno de ellos puso en aprietos a LLA en estos casi once meses de gestión. Los gremialistas tienen además un aceitado diálogo con el ministro de Salud, Mario Lugones, por los fondos de las obras sociales, al que ya frecuentaban desde el inicio de la gestión. Lugones también se referencia puertas adentro en Caputo, el máximo controller de la administración central que en su momento ideó el Pacto de Mayo en las negociaciones por la Ley Bases, y que no necesita de ningún consejo para liderar las negociaciones con todos los sectores.
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