El mercado ya no le cree a Caputo y el FMI no lo ayuda

El mercado ya no le cree a Caputo y el FMI no lo ayuda

Un manejo poco claro de la información sobre la renovación de la deuda en pesos se sumó a las distintas versiones, algunas contradictorias, sobre el estado del avance de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional y del monto y los plazos de desembolsos.

Por

FERNANDO ALONSO

El equipo económico del presidente Javier Milei y el ministro Luis Caputo arriesgó esta semana lo que parecía ser su principal capital político para sostener el esquema monetario y cambiario: la credibilidad. En el mercado empezaron a sospechar de que pequeñas maniobras contables tolerables se están generalizando y convirtiendo en una práctica que pone en duda la capacidad del Tesoro de hacer frente a sus compromisos, tanto en pesos como en divisas.

Las versiones instaladas desde principio de año por el ministro Caputo sobre la certeza de un acuerdo con el FMI que no iba a alterar la política monetaria y cambiaria fueron migrando a desconfianzas hasta que a mediados de mes el rumor de una inminente devaluación se convirtió en la mayor certeza del mercado. La creencia generalizada de que habrá salto cambiario generó una aceleración de la inflación que tendrá impacto este mes y todavía más alto en abril, especialmente por la suba del precio de los alimentos que además incide sobre los indicadores de pobreza e indigencia, y sobre el adelantamiento del proceso de dolarización, que se esperaba para un par de meses previo a las elecciones.

 

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El problema del equipo económico es que ahora el mercado empieza a sospechar que también hay un manejo poco claro de dos variables monetarias consideradas esenciales para mantener la estabilidad cambiaria: se duda por las maniobras que permitieron renovar el último vencimiento de deuda en pesos y de qué manera eso afecta el cumpliendo de la meta de base monetaria de $47,8 billones. La Secretaría de Finanzas convocó a una licitación para renovar $9,2 billones pero el día que se debía concretar, advirtieron que solo era $6,3 billones y el resto ya había sido resuelto en un canje con organismos públicos, fundamentalmente el BCRA.

En un informe para oficial a través de la red social “X”, el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, dijo que recibieron ofertas por $8,274 billones y que adjudicaron $6,285 billones y luego, cuando se instaló la versión de una participación el Banco Nación como casi el único oferente, recordó que los canjes son habituales (el BCRA solo puede comprar en el mercado secundario pero puede participar de canjes), dijo que no hay “pacto con los bancos” y fundamentalmente sostuvo que fue “una mentira más, que el BNA compró 89% de lo licitado”. 

Crisis cambiaria: funcionarios no creíbles

“Se llenan de “anticipos” y “exclusivas” falsas solo con el afán de generar incertidumbre”, concluyó el funcionario en el posteo en la red social. Otra vez como el viernes 14 cuando comenzó esta corrida, la pérdida de credibilidad en las declaraciones de los funcionarios hace creíble cualquier versión y el mercado empieza a operar sobre la base de esa información, y deja al gobierno actuando tarde y por atrás de los acontecimientos. Quirno no explicó el origen de los $2,9 billones de títulos en manos del Central y queda la duda si vienen de arrastre desde la anterior administración y renovados en sucesivos canjes, si fueron comprados por esta administración antes de julio del año pasado o si, como ahora parece más creíble, siguen operando en el mercado secundario.

El equipo económico debería aclarar si el BCRA está comprando en el mercado secundario el sobre exceso de bonos que se llevó el Banco Nación (entre un piso de $2 billones reconocido por una fuente oficial y un techo de $5,5 billones como dice una versión periodística), generando un financiamiento indirecto del Tesoro. Es decir, el BCRA que no puede financiar al Tesoro vía compra de bonos lo estaría realizando en forma indirecta, comprando la sobreexposición del Banco Nación en el mercado secundario y renovando después esos bonos en canjes.

 

 

El mercado ya sabe y tolera que la meta de base monetaria de $ 47,8 millones es flexible y que cuando se supera el Tesoro hace una compra de dólares al BCRA como forma de desmonetizar esos pesos, pero sería menos tolerante a una financiación indirecta como se empieza a sospechar.

La crisis de confianza generalizada algunos la ubican en aquel viernes cuando el economista Ricardo Arriazu se refirió a "diferencias en el equipo económico con Milei” sobre flotar o no, y siguió con la entrevista de Caputo en la que no pudo explicar cuál iba a ser la política cambiaria y le habló a un público general cuando el que esperaba el mensaje era el mercado.

Desde que empezó la presión dolarizadora, Milei, Caputo y el equipo económico se preocuparon en generar versiones sobre la inminencia del acuerdo con el FMI, en lugar de generar expectativas que mantengan el interés de los inversores en posicionarse en pesos y no dolarizarse. Y resultó tan poco creíbles todas las declaraciones que después de hablar el ministro y el presidente, tuvo que salir al día siguiente el FMI primer con un off y luego con una declaración formal en la red social “X” de la vocera del organismo, Julie Kozak, a sostener que se estaba negociando los US$20.000 millones que dijo Caputo y que el programa era a 4 años.

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La declaración de Kozak se conoció cuando el mercado ya estaba cerrando y en el Banco Central habían registrado la cuarta mayor venta desde que arrancó la corrida, por US$192 millones. El FMI viene expresando el menor apoyo posible, casi de compromiso, esperando que la pérdida de credibilidad (y de reservas) de Caputo facilite la imposición del acuerdo en los términos del organismo.

Se van los dólares

En marzo, un mes tradicionalmente fuerte para la acumulación de reservas del BCRA, vendió US$ 1.361 millones. Las reservas internacionales cayeron US$ 477 millones en el día, US$ 2.220 millones en el mes y US$3.832 millones en el año y cerraron en US$25.775 millones, el menor nivel desde enero del año pasado.

Sobre la caída de reservas, en la autoridad monetaria lo adjudican a las ventas del jueves, el pago al Club de París por US$120 millones y al adelanto de los movimientos de los bancos de fin de mes, cuando suelen llevarse dólares y regresarlos al país en las primeras ruedas del mes siguiente. De las ventas del viernes, se destacó la poca oferta de exportadores (todos sentados sobre los dólares) y la mayor presión de importadores, un efecto que replica el desarme del carry trade y que se pronunció con la suba del dólar futuro, con la tasa de abril arriba de 60%.

“Muchos inversores todavía tienen cierta desconfianza del proceso que estamos llevando adelante. Pero no nos preocupa, porque la vienen corriendo de atrás”, declaró este viernes Caputo. El ministro parece querer tomar revancha de su paso por el BCRA en 2018, cuando el FMI lo obligó a renunciar después de dilapidar US$15.000 millones intentando frenar una corrida, con características muy similares a la actual pero sin cepo.

Parece no haber aprendido que siempre hay pesos para comprar dólares en Argentina y que no se trata del tamaño del préstamo del FMI, sino de la rentabilidad que ofrezca la moneda local y la confianza que tenga el mercado en la palabra de los funcionarios. Y ahí el ministro la viene corriendo de atrás.

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