Se vienen épocas de definiciones y los distintos referentes y fuerzas tienen lugares predilectos donde se reúnen y negocian para el cierre de listas.
Era casi la medianoche y sobre Patricias Mendocinas no pasaba un alma, pero las risas de los caballeros se escuchaban por toda esa cuadra hasta la puerta de la Legislatura. Los comensales eran legisladores y la mesa era del tradicional Cuarto Intermedio, el café y restaurant que cerró en 2020 luego de muchos años de recibir a políticos y militantes de la Casa de las Leyes. Esa sobremesa trascendía la grieta: había radicales, peronistas y demócratas que estaban haciendo tiempo mientras se buscaba destrabar un Presupuesto entre oficialismo y oposición. La aprobación de esa ley llegaría, finalmente, en horas de la madrugada y el momento de distensión por fuera de los discursos duros de sesión quedaría sólo para el recuerdo de aquellos legisladores, un mozo y algún cronista despabilado.
Es tiempo de rosca política por estos días, una recta final al 24 de julio, momento en que se confirman los candidatos para las listas. Y por eso, hay lugares por fuera de lo institucional donde se puede hablar café o menú ejecutivo de por medio. Más distendidos, con más tiempo o en una pausa de las obligaciones. La política mendocina tiene estos hábitos que han ido mutando con el tiempo a medida que se gana más poder y se requiere de más reserva, así como los mismos escenarios.
Los bodegones
Cuentan que, cuando vivía, el Viti Fayad tenía una parrillada predilecta, el club Vélez Sarsfield en calle Mitre, porque el parrillero era radical, Marcelo Fernández. Por su lado, el radicalismo con cantera en Godoy Cruz ha tenido una tradición que se ha mantenido con el paso de las distintas gestiones. César Biffi, cuando era intendente, solía reunir a funcionarios en una parrillada de la San Martín Sur. "La del Omar", recordaron. Pero ese lugar cerró y luego abrió uno que caracterizó al radicalismo mendocino, la Cantina del club Andes Talleres, "la del Horacio".
"Ahí se terminó de cocinar el cornejismo", dieron cuenta.
Un típico bodegón de comida casera que supo reunir a las segundas y terceras líneas del radicalismo. Pero el local de Belgrano y Castellani cerró y los radicales tuvieron que mudarse nuevamente. Las últimas reuniones fueron en otra cantina, la del Club Anzorena, de la Sexta Sección.
Ahí también hay conexión radical: el club capitalino que es sinónimo de básquet mendocino tiene entre sus principales referentes a Eduardo Martín, que fue funcionario de Las Heras en Deportes y luegó migró a Capital donde actualmente es Director de Gestión Territorial. En 2019, la secretaría de Deportes de la provincia, a cargo de Federico Chiappetta, entregó a Anzorena un aporte de un millón de pesos como parte de su ayuda a los distintos clubes barriales. De hecho, Chiappetta es uno de los radicales que ha participado de estas reuniones en Anzorena.
Si bien es tiempo de definiciones, por el momento no se habla de candidaturas, señalaron, sino de generalidades de la política.
Con todo, la tradición gastronómica se ha ido perdiendo con el tiempo y de hecho referentes más jóvenes como Tadeo García Zalazar ya no responden a esta lógica de la rosca partidaria con morfi asegurado, según indicaron los que conocen.
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Hoy con más tiempo para la rosca, por sus funciones en el Congreso de la Nación, Alfredo Cornejo tiene sus reuniones políticas en Palmares. De hecho, fue uno de los que habilitó al centro comercial como parte de una nueva forma transversal de la política con el llamado "Grupo de la Medialuna", donde confluían en la misma mesa con peronistas y demócratas. Uno de ellos era el fallecido peronista de Godoy Cruz, Omar Pérez Botti, que llegó a ser funcionario de la gestión de Julio Cobos y terminó apartado por un escándalo.
Cornejo hoy sigue utilizando Palmares como centro de operaciones, desde donde distribuye el juego político: por la mesa del Café República pasan dirigentes de otros partidos y funcionarios que le responden políticamente. De hecho, noches atrás, se lo vio junto al ministro de Hacienda, Lisandro Nieri. Si los pronósticos electorales se cumplen, Cornejo sería el candidato para el Senado, lo que llevaría a Nieri a la Cámara de Diputados porque es el que sigue en la lista.
Y así como Cornejo prefiere el centro comercial, otro de los referentes de Cambia Mendoza, Omar de Marchi, también suele utilizar mesas para sus charlas con más reserva. El ex intendente de Luján de Cuyo tiene oficina en Chacras Park, el moderno edificio ubicado en la rotonda de los caracoles donde recibe a sus allegados en plena interna de la alianza oficialista.
Semanas atrás, De Marchi organizó un almuerzo encabezado por Mauricio Macri en el restaurante H52 a puertas cerradas también en ese punto, al que acudieron tanto macristas como radicales para escuchar el mensaje del ex presidente. Otros, señalan que el diputado nacional también prefiere el distinguido restaurant de la bodega Kaikén, en Vistalba, que cuenta con la cocina de Francis Mallman.
A los demócratas en tanto les abrían las puertas del hotel Internacional, donde les armaban el último piso para sus mitines. "El servicio era buenísimo", confiaron. También tenían predilección por Don Aldo, en Ciudad. Aunque hoy, detallaron, no tienen un punto fijo de reunión más allá de la centenaria casa de calle Samiento.
Por su parte, Julio Cobos si bien no suele aglutinar a sus partidarios en parrilladas, tiene su lugar preferido para ocuparse de la política, cortado de por medio: se trata de un Bianco y Nero, del centro comercial ubicado junto al colegio Las Candelas, en calle Almirante Brown, en Luján de Cuyo, cerca de la facultad de Agrarias. Allí, por ejemplo, recibió hace poco a la senadora Daniela García.
De la parrillada a la birra peronista
Cuando venía Juan Carlos Mazzón a ordenar al peronismo mendocino, El Chueco solía convocar a los dirigentes en una de las parrilladas históricas de Mendoza, Boccadoro, en la calle Mitre que era propiedad de don Mario Ferrari -ya fallecido-. "Era el preferido del Chueco toda la vida, hasta que se prendió fuego", recuerdan.
Pero Mazzón dejó otro lugar de preferencia para las reuniones, principalmente cuando se venían cierres de lista como el que se aproxima, aunque con un poco más de tensión. Se trata de Sancho, el restó del hotel Cervantes de calle Amigorena, en pleno microcentro. En ese lugar, se arma una "sala" para unas 15 personas, lo que permite cierta privacidad para la charla política. Cerca de ahí, dos peronistas tienen sus oficinas: Anabel Fernández Sagasti, en el Pasaje San Martín, y Carlos Ciurca, en el edificio de Galería Piazza.
La interna peronista ha sabido tener otro centro de operaciones, el restaurante y café del Portal Suites, sobre calle Necochea. Ahí también han alquilado habitaciones para cierres de listas, como también para reuniones partidarias. Y en la época de Celso Jaque y Francisco Pérez al frente de la provincia, cobró notoriedad otro lugar más alejado pero que garantizaba la cuota de vacío, costilla y chorizo: el salón El Pino, en Vistalba, donde Paco solía reunir a su gabinete y eventualmente a los intendentes y legisladores del PJ para definir estrategias.
El kirchnerismo ortodoxo tenía también su punto de reunión: La Fraternidad, un bar con iconografía bien peronista. Ubicado en el corazón del barrio Bombal, a pocas cuadras de la Casa de Gobierno, allí decantaban referentes de La Cámpora y de otras agrupaciones K. Algunas noches, uno de sus mozos se subía -literalmente- al mostrador para entonar un discurso de barricada justicialista, con la anuencia de uno de sus dueños, el Tío Beto, también militante del kirchnerismo universitario.
El bar cerró, pero los cristinistas no quedaron huérfanos. Durante un tiempo pasaron al Leonardo Favio, sobre Pedro Molina, y en la cantina de Impsa. Otro punto de reunión actual es el bar El Duende, en la San Martín Norte. Al igual que los radicales amantes de la cocina de bodegón, sus referentes también suelen visitar el tradicional Don Coco, en la calle Bogado casi Mitre, de Ciudad. Allí, legisladores como Helio Perviú o Natalia Vicencio se han llegado a cruzar incluso con radicales y demócratas. Es que la cocina cierra cualquier grieta.
Los quinchos
En Maipú, el peronismo tiene al menos dos puntos de rosca en un mismo lugar: el café Martínez y el restaurante Churrasquito, ambos en el Arena Maipú. Incluso, junto a la pileta del hotel. Pero si uno quiere visibilidad, lo que tiene que hacer es sentarse en la vereda del café El Rastro.
Sin embargo, con el paso del tiempo, estas charlas de política y morfi han ido mutando y también han cobrado relevancia los quinchos privados, que aseguran cero exposición. Para seguir con Maipú, por caso, muchas de estas reuniones pasan por las casas de los hermanos Bermejo y también por la de Carlos Bianchinelli. En Las Heras, el anfitrión era Rubén Miranda.
Por el lado de los radicales, el vicegobernador Mario Abed también recibe los viernes a los propios, entre ellos, el intendente Héctor Ruíz, en su quincho de Junín, a Sergio Pinto -ex intendente de La Paz, ex ministro cobista, actual funcionario legislativo-, a Carlos Funes -titular de OSEP- y a otros funcionarios del Senado que le responden políticamente. A su vez Marcelino Iglesias también prefiere más su casa para las juntadas políticas. Y en Alvear hay otra juntada tradicional previa a la Fiesta de la Ganadería: es la paella del ex senador radical Walter Sáenz.
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