La autoridad moral del mandatario se desvanece, porque siendo un mendaz incumplidor él mismo, no tiene nivel ni legitimidad para reclamar a sus colaboradores que no hagan lo mismo. Viaja a ver un partido de rugby y le inventa escala técnica al avión de la Provincia en Mendoza para disimular el peculado. Sigue nombrando amigos y apellidados de la “elite” como ñoquis. No iba a afectar las regalías hidrocarburíferas, y lo hizo. No iba a nombrar parientes, y ha hecho del boletín oficial y los decretos de designación una copia de su árbol genealógico.
Todavía resuenan en los oídos de los votantes las constantes diatribas y críticas de todo tenor que el joven mandatario hacía a su antecesor, por haber reformado la Constitución de la Provincia dos veces para poder completar la docena de años de mandatos seguidos, a lo que entonces consideraba una arbitrariedad, un desgaste del poder, y hasta un signo de autoritarismo. Quién te ha visto entonces, y quién te ve ahora pajarito!
La mención de no tener palabra empeñada, de borrar con el codo lo escrito con la mano, y desmentir con total caradurez en los medios que él nunca había prometido eso, evidencia un estado de cosas que ya se sale de la normalidad y que nos debe preocupar.
Esa preocupación deviene inevitable si se piensa que al mandatario le resbala su propia honorabilidad, haberle mentido a los votantes, resultarle indiferente ser un mentiroso, y aprestarse a perpetuarse –para usar el término que él usaba para referirse a Juan Carlos ROMERO- por otros cuatro años más, de gestión absolutamente ineficiente, pujando por ser el campeón mundial de nombramiento de ñoquis y dilapidando fondos públicos para su proyecto personal, hoy venido muy a menos, de ser presidenciable.
El gobernador es la cabeza de la administración, y que el número uno de la política salteña se maneje con tanta informalidad –por calificarlo suavemente- y despojado de convicciones, coloca al resto de los funcionarios en la gatera de futuros incumplimientos, para faltar a diestra y siniestra con la palabra dada y no tener respeto por las promesas. Porque si el jefe lo hace, por qué no lo haríamos nosotros, verdad?
La autoridad moral del mandatario se desvanece de esta manera, porque siendo un mendaz incumplidor él mismo, no tiene nivel ni legitimidad para reclamarle a sus colaboradores que no hagan lo mismo. De esta manera la elite gobernante se maneja con valores poco confiables en cuanto a credibilidad, honestidad, probidad y veracidad de sus afirmaciones y conductas.
El inexperto gobernador no tiene todavía incorporada la conocida frase de Abraham Lincoln, que decía: “Se puede mentir a pocos mucho tiempo. Se puede mentir a muchos, poco tiempo. Pero no se puede mentir a todos, todo el tiempo”. Y de esta manera se maneja con transitoria impunidad con obscena conducta falaz, aduciendo ante los medios `con cara de yo no fui´ que la realidad no es sino la que él dice que tiene que ser.
Y de esta manera viaja a ver un partido de rugby y le inventa escala técnica al avión de la Provincia en Mendoza para disimular el peculado; y sigue nombrando amigos y apellidados de la elite como ñoquis aduciendo que son asesores; y se nombra a familiares de los funcionarios en la Casa de Salta que se han ido a estudiar a Buenos Aires para que tengan beca estudiantil, o se inventa para exministras en esa misma ciudad cargos innecesarios, también para becarlas.
No iba a afectar las regalías hidrocarburíferas, y lo hizo. No iba a nombrar parientes, y pasando por la esposa, el hermano, la cuñada y demás entramados familiares, ha hecho del boletín oficial y los decretos de designación una copia de su árbol genealógico.
Iba a modificar aviación civil y Ricardo FUNES sigue siendo mandamás del lugar, para tapar los abusos de los viajes a mansalva sin necesidad oficial y para regocijo de allegados, la gente como uno.
Iba a vivir en su casa y reina en Finca Las Costas; iba a reducir el gasto público y sus funcionarios vacacionan constantemente con viáticos y pasajes; aduce que la Provincia está fiscalmente equilibrada y prorroga la emergencia económica por decreto; acuerda con los policías en 48 horas aumentando los impuestos porque necesita de la represión a la desigualdad, pero no quiere acordar con los docentes, total sus hijos y los de sus funcionarios no van a la escuela pública; y así se podría seguir con esta retahíla de ficciones que nos empequeñecen cada día.
Entonces se concluye inevitablemente que desde el primer momento -voy por un solo mandato dixit- hasta hoy, convertido en mentiroso serial, el señor gobernador degrada la democracia con sus abusos, y se embarca en un tercer mandato que no augura buen final.
El desgaste del poder y el enroque permanente de funcionarios, hoy en un cargo mañana en otro, rotando en sus ineficiencias para exponer que sólo son especialistas en generalidades y zoquetes de ocasión, no representa un equipo de gobierno y menos aún un plan para gobernar. Es todo improvisación, y tampoco se puede improvisar con todos todo el tiempo.
Fracasada su apetencia presidencialista, y sin necesidad de reformar la Constitución porque su predecesor ya lo hizo por él, va por doce años de mandato Provincial como premio consuelo, tal cual lo hiciera su mentor Juan Carlos ROMERO en el anterior período, luego de huir con La Rata (*) por no atreverse a enfrentar la segunda vuelta electoral en Mayo del 2003. Esta situación no es una casualidad, es la causalidad derivada de la miseria espantosa de talento, que obligara al anterior y obliga al actual, a demostrar la miserabilidad de sus pequeñeces.
La similitud del esquema sería risible si no se tratara de un drama. El drama de comprobar otra vez más que el poder político no es la conducción de los mejores, sino de los más potables del verdadero establishment económico que los coloca en esos puestos, sin importarles si son mitómanos, mediocres o copistas.
A los dueños de la economía les da igual quien oficie de gobernador, mientras no alteren las variables del status quo, y sigan disimulando con lágrimas de cocodrilo afiebrado que los pobres que se pelean en la periferia por una garrafa social le provocan lástima, mientras ellos la siguen juntando con pala y haciendo caridad para no quedar afuera de las bendiciones dominicales de una iglesia callada que oficia de consentidora de la injusticia.
Se necesita mucho más, pero mucho más que un tercer mandato de la oligarquía, para poder cambiar las cosas y hacer de Salta una sociedad menos injusta.-
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