El libertario encabeza este sábado el acto por el 25 de Mayo en la ciudad donde cosechó más del 70% de apoyo en el balotaje. Pese a la abrumadora mayoría, entre propios y ajenos se siente fuerte la recesión económica: de profesionales a independientes, de la emblemática industria automotriz a las barriadas populares. Testimonios y postales de la capital mileísta.
“Hola, te quería avisar que no vamos a poder hacer la sesión. Andamos sin plata”. María muestra el mensaje de su celular y un signo de disgusto se dibuja en su cara mientras apura el sorbo de un mate tan amargo como sus sensaciones internas. Psicóloga de niños, casi 40 años, casada, dos hijos, María vive en el corazón de Poeta Lugones, un barrio de clase media en el norte de la ciudad de Córdoba donde Javier Milei sacó más del 80% de los votos en el balotaje presidencial. En las urnas de esta zona el libertario sumó casi diez puntos más que el promedio de toda la provincia, pero el récord se lo llevaron los countries situados alrededor de la capital: en algunos el libertario superó la marca de 93%, dejando casi en modo testimonial las boletas de Sergio Massa. María evita decir si votó al Presidente –y prefiere no dar su nombre verdadero–, pero no tiene tapujos en hablar de la crisis y de cómo golpea en su cotidianidad.
Escenario “revolucionario” y un plan antipiquete en el aeropuerto: Córdoba ya espera la visita de Milei
“La recesión es muy fuerte”, apunta antes de dar un dato concreto: de 30 llamadas de posibles pacientes por día que se recibían en su consultorio, ahora apenas atienden 30 por mes. “No puedo actualizar mis honorarios porque sino no va nadie. A partir del día 15 las sesiones ya son variables. Muchos te admiten que no van porque no tienen plata, otros tienen vergüenza y te pueden decir, por ejemplo, que están engripados”, cuenta.
Su esposo jura haber votado en blanco en las elecciones, pero igual se entusiasmó con la visita de Milei, la primera del libertario como Presidente: este sábado quiere tratar de acercarse lo más posible al escenario montado en el Cabildo de la ciudad para el acto de este 25 de mayo para lograr una foto con él y sumarla a su “álbum con famosos”. Sin título profesional, él siente con otra profundidad la crisis económica: trabaja en la Universidad Nacional de Córdoba como contratado en el sector administrativo, pero este jueves no fue por el paro docente. Por la tarde está en el taller de construcciones metálicas de un familiar, pero en los últimos dos meses casi no tuvo pedidos. Y para llegar a fin de mes habilitó su auto particular como Uber, pero solo puede hacer viajes los fines de semana. Dice que, en promedio, por hora, saca $3.000 “de ganancia neta”.
En el mismo barrio mileista, a pocas cuadras de la casa de María, vive Gabriel, un empresario independiente que por primera vez en su vida –el año pasado– fue fiscal durante las elecciones. Se sumó a las filas de La Libertad Avanza para custodiar sus votos en el balotaje. Treinta y cinco años, en pareja y también dos hijos, Gabriel recibió por herencia el negocio de venta de huevos de su familia. Hoy no sólo comercializa al por mayor y menor, sino que está apostando a inversiones propias para expandir su negocio avícola. Siente la crisis de otro modo: “A mí me va bien pero porque ahora la gente prioriza comer. En estos momentos la alimentación está por sobre otros artículos más bien de lujo, como pueden ser los celulares o electrodomésticos. Yo tengo familia y pienso en las familias que la pasan mal y espero que en algún momento esto se tuerza. Es un gobierno nuevo, queremos que le vaya bien a Milei”.
A Gabriel lo invitaron en un grupo de WhastApp libertario a organizarse para ir a ver a Milei en el Cabildo cordobés. “Si es a la tarde capaz llego, pero a la mañana tengo que trabajar”, se ataja, para luego explicar su posicionamiento político-personal: “Que quede bien claro, yo no soy fanático de Milei, porque los fanatismos nos ciegan de una visión periférica, estamos como un caballo, no vemos alrededor lo que pasa. Sí comparto las ideas de una persona que no se ha dedicado a la política y me parece lo más serio que hay para administrar el Estado que despilfarraron en los últimos 20 años. Si me preguntan, ¿lo volverías a votar? Hoy lo volvería a votar, pero no soy fanático de guaso, ¿entendés?”.
María y Gabriel viven apenas a 10 minutos del aeropuerto de Córdoba, donde se prevé que Milei aterrice hoy a las 13. La comitiva oficial tendrá allí su primer desafío: ATE alertó que va a cortar esa ruta para obligar al Presidente a trasladarse al acto en helicóptero. A su vez, la CGT cordobesa y agrupaciones de izquierda harán una protesta a pocas cuadras de la Plaza San Martín. Por eso la Policía local y la Federal dispusieron dos anillos de seguridad en el centro.
Con todo, los organizadores estiman un público de 10.000 personas. Milei hablaría frente a sus simpatizantes pasadas las 14, rodeado de un sinfín de funcionarios nacionales y provinciales. Estará escoltado por el gobernador, el peronista Martín Llaryora, quien ya avisó que no tiene pensado dar un discurso, pero que le tendió una mano al Presidente: hizo “embellecer” las inmediaciones del Cabildo, se arreglaron los canteros y varios adoquines de la peatonal, y se colocaron banderas argentinas en las luminarias.
“Viene a Córdoba con guita nuestra. Queremos hacerle la vida imposible e incomodarlo lo más que podamos”, desafió en diálogo con elDiarioAR el secretario general de ATE, Federico Giuliani, que declaró “persona no grata” a Milei antes de su protesta de hoy. Pese al masivo respaldo que tuvo en las urnas, no son pocas las voces críticas que cosecha la gestión del Gobierno en Córdoba. Ayer un grupo de autoconvocados lanzó una campaña callejera bajo la consigna “Milei culiadazo”. Desplegaron unos 30 pasacalles por toda la ciudad e hicieron un “papafritazo” en la esquina del Cabildo.
También hay enojo hacia el Presidente en las raíces de la economía local. La recesión de los últimos meses golpeó de lleno a la industria automotriz, uno de los motores productivos de la ciudad. En la fábrica de Renault ya hubo 370 desvinculaciones a través de retiros voluntarios y jubilaciones anticipadas, y se cortó un turno de trabajo por la caída de la demanda de vehículos. En la planta de Nissan, también situada en el polo de Santa Isabel, ya rigen suspensiones hasta fin de año. La fábrica de Fiat, instalada en Ferreyra, está virtualmente parada hace tres semanas –aunque la excusa oficial es que se cortó la cadena de suministros por las inundaciones en Porto Alegre, Brasil– y hay 1.300 trabajadores afectados. Volkswagen e Iveco no están exentas.
“Se viene pasando un año muy difícil porque el parate en las terminales tiene un efecto en cascadas en toda la cadena de proveedores autopartistas”, afirmaron a elDiarioAR en el sindicato del Smata de Córdoba. La crisis golpea incluso a los eslabones más chicos y laterales ala actividad industrial: “Al haber menos operarios hasta los vendedores de criollitos y café que están en las puertas de las fábricas venden menos”, ejemplificaron en el gremio.
En las barriadas populares de la ciudad también hay signos alarmantes. “En nuestros comedores cada vez van más pibes, pero tenemos que decirles que no hay comida”, apuntó Emanuel Berardo, dirigente del Polo Obrero cordobés. La crisis obligó a que los comedores se reconvirtieran en ollas populares porque desde la Nación ya no entregan alimentos y la ayuda de la provincia y el municipio es escasa: “Cuando hay comida se abren; si no, no”, aseveró el referente de la izquierda.
El PO sostiene en la Capital 60 ollas populares y 45 copas de leche, y en el Gran Córdoba, una veintena más. En cada espacio entregan entre 150 y 200 porciones. “Hay mucha gente nueva, arrepentidos que votaron a Milei y ahora te dicen que es lo peor que hicieron en su vida y hasta les da vergüenza buscar una vianda”, contó Berardo. Ayer el diario LaVoz tituló que “por desalojos y mayor pobreza, ya son más de mil las personas en situación de calle en Córdoba”.
La pobreza en la ciudad está al borde del 40%, según datos del Indec. La inflación de abril en la provincia fue del 6,7%, levemente menor a la nacional de 8,8%. Para mensurar en precios concretos: en la ciudad que más votó a Milei el boleto de colectivo cuesta $700, tres veces más que lo que cuesta en la ciudad de Buenos Aires; un kilo de pan se consigue a $2.400, y un litro de leche, a $1.200. María, en su casa de Poeta Lugones, entre mates amargos y comentarios a tono, hace su aporte: “El kilo de milanesas estaba $9.500, pero sé que hoy había aumento de la carne”.
La situación en Córdoba refleja un panorama complejo y contradictorio, donde la esperanza coexiste con una crisis real. Mientras María lidia con la caída de su clientela y Gabriel busca prosperar en un mercado volátil, ambos sostienen la necesidad de un cambio. Este sábado La Docta no sólo será testigo de un discurso presidencial sino también de la manifestación de sus ilusiones y sus temores.
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