Productores y bodegueros dicen que las tormentas sumaron problemas a los ya generados por los días sin actividad en el fin de semana largo.
"Tener casi una semana de feriados en plena cosecha ha significado un golpe importante para la vitivinicultura porque esta es una actividad que no puede darse el lujo de parar tantos días en esta época del año", comentó Javier Palau, presidente del Centro de Viñateros y Bodegueros del Este.
Agregó: "Lo que para otros sectores puede ser un incentivo económico, para la industria madre de Mendoza es, en realidad, una locura porque -entre otras cosas- hay que pagar doble salario. Ya hemos planteado en otras oportunidades al Gobierno que la Provincia debe revisar la posibilidad de no adherir a un feriado tan extenso".
Los Haroldos, de la familia Falasco, es una de las firmas más importantes de la región y durante este lunes procesaron las uvas llevadas por unos 80 camiones, cuando la cantidad normal diaria que suele ingresar a los lagares de la bodega es de 140. "La lluvia de estos días afectó porque en algunas fincas directamente no se ha podido entrar a cosechar pero en las bodegas tenemos un problema extra que son todos estos feriados ya que a nuestros empleados tenemos que pagar como jornada doble", dice Arnoldo Jalef, de Los Haroldos.
"Coseché el jueves al mediodía y, desde entonces, la cuadrilla no ha vuelto a entrar a la viña. Algunos días fue por culpa de los feriados y otros por la llovizna constante que deja los surcos llenos de barro. El problema es que ya llevo casi una semana así y debido a la humedad se empiezan a ver algunos focos de botritis. Entonces, si no cosecho pronto voy a tener la uva podrida en los sarmientos", dice Manuel, que tiene una finca en Junín.
Más días de faena
Las estimaciones que hace el Centro de Viñateros y Bodegueros del Este indican que ya se ha cosechado cerca del 70% de la producción pero que este parate largo que ha significado la suma de feriados y lluvias extenderá la tarea, por los menos, hasta el 25 de abril.
"La lluvia que no se seca comienza a pudrir la uva, entre otras cosas porque hay zonas en que ya ha sido dañada por el granizo. Para colmo, están faltando cosechadores y muchos de los que han venido de las provincias del norte ya se están pegando la vuelta porque allá tienen otras cosechas que están arrancando en esta época", dice Palau.
Por lo general, el tacho de uva se está pagando a tres pesos la variedad cereza y entre cuatro y cinco pesos por un tacho de la tinta pero -como faltan cosechadores para sacar la producción de las viñas- ese es un trato que muchas veces se termina de resolver con la gente entre los surcos.
"Yo tengo la posibilidad de ir viendo cuál es la uva que está más a punto y la voy cosechando pero el productor chico está mucho más supeditado a encontrar cosechadores y todos estos días de feriados complica mucho el asunto", dice Roberto Ruiz, de Viñedos La Primavera.
"En muchos lugares la uva cereza todavía no tiene el grado suficiente, pero con las lluvias tan seguidas el problema es que está empezando a podrirse en las viñas", dice Juan, que tiene una finca en calle Corvalán, de Junín y a la que ayer los cosechadores no podían entrar porque los surcos eran puro barro: "Si no sale el sol y sopla un poco de viento, mañana (por hoy) va a estar igual y será otro día más de cosecha perdida", agregó preocupado.
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