El PRO colocó el nombre de la primera diputada, Susana Balbo. La sigue Enrique Vaquié. Los demás lugares que podrían entrar fueron para radicales. Julio Cobos encabeza senadores.
Después de arduas horas de negociaciones, el Frente Cambiemos cerró filas y armó sus listas nacionales, para beneplácito de radicales, disgusto de demócratas y media sonrisa del PRO.
En el Senado, quedó inamovible Julio Cobos, en primer término, y en segundo lugar ingresó la diputada cornejista Pamela Verasay.
En Diputados, después de horas de amenazas de ir en listas diferentes, el PRO colocó en primer lugar a la empresaria vitivinícola Susana Balbo y la UCR puso en segundo término al diputado nacional Enrique Vaquié –propuesto por Cobos– y en tercer término a Luis Borsani, colaborador directo de Ernesto Sanz.
En tanto, como candidato al Parlasur el postulante es Gabriel Fidel, apoyado por Rodolfo Suárez.
La Cámara Baja nacional se convirtió en arena de la lucha entre la UCR local y el PRO-PD, puntualmente, el primero y el tercer lugar, que los radicales querían para sí, y los gansos y macristas estaban seguros de que les correspondían por lógica, ya que los anteriores colocaron los dos nombres a renovar en el Senado.
La manzana de la discordia tiene nombre y apellido: Ernesto Sanz. Es que el candidato a presidente por la UCR iba a ser quien pusiera el nombre del segundo senador nacional. Pero finalmente el lugar se lo ganó Alfredo Cornejo. Entonces, comenzó el descalabro en la nómina para renovar diputados, porque Sanz exigió el tercer lugar para su colaborador personal, Luis Borsani. Mientras, el PRO y el radicalismo querían ocupar el primer lugar, y dejarle el segundo libre a sus compañeros de frente. El encono se daba entre Enrique Vaquié en primer o segundo lugar, y la empresaria vitivinícola Susana Balbo, en idéntica encrucijada.
Mientras, los demócratas y el PRO reclamaban también el tercer lugar, en el que se discutía si llevar a Roberto Pradines, Carlos Balter –del PD– o a Gustavo Cairo –del PRO–, y por último se hablaba de un concejal de Luján, Sebastián Bragagnolo.
En este embrollo se pasó parte del día de ayer. Las reuniones entre demócratas, macristas y radicales surgían espontáneamente conforme se profundizaban los desacuerdos y se vislumbraba algún atisbo de acuerdo.
El punto es que la pelea nacional no tiene los mismos componentes que la provincial. En Mendoza, la UCR tiene mayor peso por el arrastre de votos de la fórmula Cornejo-Montero. En cambio, en las elecciones nacionales, los del PRO, con Macri-Michetti, son más fuertes en comparación con la dupla del radicalismo Sanz–Llach y tienen con qué negociar.
Y después de 24 horas ininterrumpidas de negociaciones, en el PRO los ánimos comenzaron a caldearse. Se enojaron porque los radicales querían repetir la forma de armado provincial en la Nación. Entonces, echaron a correr la posibilidad de ir a las PASO cada uno con su lista.
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