Lo afirmó el subsecretario de Ambiente y Saneamiento, Germán Tissera y destacó que hacen auditorías todas las semanas en las industrias
Rebobinemos: el sábado por la mañana, en el Centro Cultural Comunitario Leonardo Favio, el intendente Martín Gill y el titular del Ente Nacional de Obras Hídricas de Saneamiento (Enohsa), Enrique Cresto, firmaron dos convenios por los que la ciudad recibirá 550 millones de pesos.
El dinero permitirá, por un lado, ejecutar la obra de perforaciones hidrogeológicas para el abastecimiento de agua potable y, por otro, posibilitará avanzar en la optimización del funcionamiento de la planta depuradora de líquidos cloacales.
Ayer, el subsecretario de Ambiente y Saneamiento del municipio local, Germán Tissera, habló de esto último, pero desde otro ángulo: las industrias, ¿cumplen con los parámetros ambientales?, ¿hacen el tratamiento de sus residuos como corresponde?.
“Venimos haciendo hace ya más de cinco años un trabajo muy profundo con todas las industrias, sobre todo con las que vuelcan efluentes”, dijo. Y al hablar de industrias, si bien se refirió a todas, hizo hincapié en las lácteas que son las principales en la zona (cinco son las más grandes y las que, por tanto, tienen un consumo significativo de agua y mucha descarga de efluentes, además de las que, por ejemplo, se encuentran en el Parque Industrial).
En este sentido, precisó que estos efluentes tienen alta carga orgánica y, si no están bien tratados, hacen que la situación se vuelva compleja. En este punto, también aseveró que la mayoría de las empresas tomó conciencia. Y aclaró: “No sé si por las multas, las infracciones, por las clausuras o porque realmente tienen conciencia ambiental”.
Asimismo, dijo que hoy se están manejando conceptos de huella hídrica -permite conocer la cantidad de agua consumida en la producción de bienes de consumo o durante el uso de un determinado servicio- y de carbono -indicador que informa sobre la cantidad de gases de efecto invernadero emitida a la atmósfera- y, “a nivel global esas cosas las exigen para las exportaciones”.
En esta línea, apuntó: “Me parece que la presión para que sean amigables con el ambiente está llegando desde todas las aristas y no somos una arista nosotros, ¿no?”.
Luego recordó que hace un lustro en Villa María había muchas fábricas paradas que “ni siquiera tenían una planta para hacer el pretratamiento”, necesaria para que los efluentes sean bien procesados, después, en la planta depuradora.
“Hoy hemos mejorado un montón en esa materia y ya no hay un rechazo por parte de las industrias cuando llegan nuestros inspectores, sino que saben que es una cuestión de empatía”, describió. En esta dirección, el funcionario destacó que hacen auditorías todas las semanas.
“Se toman muestreos y se controla la calidad del efluente”, señaló. Sin embargo, añadió: “Las industrias están manejadas por personas y ahí está el criterio de cada gerente: a qué le va a dar prioridad. Nosotros por una cuestión de que somos la autoridad trabajamos, dialogamos, intentamos que las cosas vayan por el camino del diálogo. Cuando ese camino se corta porque vemos que no hay reacción por parte de las industrias y no corrigen su situación ambiental, infraccionamos”.
Por otra parte, explicó: “Tenemos una recepción de 250 DQO”. DQO significa Demanda Química de Oxígeno y se define como cualquier sustancia tanto orgánica como inorgánica susceptible de ser oxidada, mediante un oxidante fuerte. Al respecto, contó que en ocasiones han detectado cifras de mil o dos mil, “con lo cual es muy complicado para tratar”.
Por tanto, refirió que han intimado, infraccionado e incluso llegaron a clausurar dos industrias. Seguidamente, afirmó que están trabajando con químicas, estaciones de servicio y con todo aquello que pueda generar un punto conflictivo.
“Entendemos a los industriales, a veces, con cuestiones de inversión, pero el planeta está necesitando otra cosa: el compromiso de todos”, expresó. En vinculación con las estaciones de servicio, detalló que se trata de “tanques subterráneos donde se acumula el hidrocarburo y si hay alguna fuga o algo pasa directamente al agua”.
Posteriormente, mencionó que la optimización de la planta depuradora será “muy buena” para la ciudad, pero también para las 500 mil personas que viven sobre la ribera del río.
“Porque no desconozcamos que lo que provocamos acá va aguas abajo, hacia localidades como Ballesteros, Morrison, Bell Ville”, manifestó. Y rememoró lo que ocurrió en Río Tercero hace algunos años, cuando sufrió un derrame de ácido nítrico en una industria que las aguas arrastraron hasta proximidades de Bell Ville.
“La verdad que son cuestiones muy complejas, de mucho daño ambiental. Hoy en día se está haciendo un relevamiento del río y las personas que trabajan, en su mayoría biólogos, nos han mostrado las barreras tanto de infraestructura, como sería un paredón, un pequeño embalse, como las barreras químicas”, destacó.
Así, subrayó que una ciudad que vuelca efluentes sin tratamiento “genera una barrera química para la fauna”.
Por tanto, resaltó que, con la inversión del Gobierno nacional, generarán un sistema diferente en la planta: actualmente hay agitadores mecánicos y se pasará a microburbujas que generarán una aireación importante en el efluente. Además, se impermeabilizarán las lagunas con geomembranas para evitar infiltraciones.
Por último, dijo: “El crecimiento de la ciudad es exponencial, lo hemos visto y eso impacta tanto en los consumos de agua como en la cantidad de efluentes que llegan a la planta. Todos esos equilibrios hay que tratar de mantenerlos y llevarlos hacia adelante de manera sostenible”.
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