Intenta mostrarse activa en su territorio, de cara a la reorganización política del actual oficialismo.
María Eugenia Vidal dispone de un mes para convencer de que puede ser la jefa de la oposición en la provincia de Buenos Aires.
En una estrategia de tres tiempos intenta asegurar una transición ordenada con Axel Kicillof, garantizar su despedida institucional con algunos laureles políticos, y homogeneizar su relación con la UCR dentro de la coalición con el PRO, imprescindible para ese pretendido liderazgo.
Todo hasta el próximo 10 de diciembre, cuando traspase el poder. Vidal es la misma que estuvo a un paso presidenciable y la contracara de una derrota aplastante en las PASO y en la general.
Por eso, asimiló rápido el impacto. Se reunió con Kicillof. Armó agenda de traspaso. Dispuso a sus ministros para la tarea e inició recorridas distritales con el objetivo de conservar imagen política. Tanto como –según sus colaboradores- la intención de ratificar su gobernanza “hasta el último minuto” de gestión.
El miércoles transmitirá ese fundamento en la reunión ampliada de gabinete, en La Plata. Incluirá un encuentro con los denominados “sin tierra”, aquellos que están fuera del manejo de los municipios de Interior y Gran Buenos Aires. Antes realizará actividades en un jardín maternal de la ciudad capital, con el intendente Julio Garro.
Este lunes programó una visita a Lanús, en el Conurbano, donde Néstor Grindetti (Juntos por el Cambio) retuvo la intendencia y emerge como el referente PRO en la tercera sección electoral. La consigna que vuelven a levantar es “estar cerca de la gente”. Un slogan de campaña utilizado después de las PASO, cuando Vidal admitió haber “escuchado” al electorado.
El martes irá a La Matanza, el lugar donde gobierna la vice electa, Verónica Magario y el territorio del millón y medio de votos de diferencia entre el peronismo y el macrismo en la Provincia y en la poderosa tercera sección. La gobernadora parece conservar energía para exponerse en esas comarcas de pobreza, contrastes y largas dinastías políticas.
Casi en simultáneo, sus ministros deberán entregar información de recursos y programas disponibles para asegurar la continuidad de los servicios esenciales como educación y salud. También del pago de sueldos y aguinaldos. Además, del cumplimiento del compromiso por 540 millones de dólares de deuda, en enero 2020.
No hay cuentas claras, aún. Kicillof no tiene –de acuerdo con sus declaraciones- el mapeo necesario área por área. Una consecuencia: el Presupuesto del año próximo, que tenía que ser presentado antes del 31 de octubre, fue diferido previo pedido de prórroga. Como publicó Clarín, el corrimiento será hasta después del 10 de diciembre, con la nueva conformación de la Legislatura.
No obstante, ahora surge la eventualidad de otra postergación, en extraordinarias, que podría alargarse hasta el primer trimestre 2020. Está el antecedente de 2016, cuando Vidal tuvo que postergar el cálculo de gastos y recursos más de un mes su aprobación desde que asumió como gobernadora. Finalmente se aprobó en enero, luego de un trámite muy complejo.
Existen dos razones para la lentificación del nuevo proceso. El gobernador electo recela de las cuentas fiscales que expone Vidal. Al punto de declarar que la Provincia es “tierra arrasada”. Aunque atenuó la verba flamígera, hasta aclarar ese punto no habrá proyecto de ley.
No todos son números. Si Vidal confirma liderazgo, la coalición dispondría de primera minoría en el Senado, y 44 diputados en la otra cámara. El radicalismo recobraría autonomía en el interbloque, pero acordaría objetivos. Kicillof andará ajustado de representantes. Sin contar que ninguno de ellos es “tropa propia”. Tiene que esperar que Alberto Fernández arme su gabinete, promueva las autoridades partidarias el Congreso, y recién en la Provincia se llenarían todos los casilleros del Frente de Todos, en un sembradío político de intendentes, de “La Cámpora”, del súbito componente del “albertismo” y otras implicancias todavía en estado de larvaje.
Vidal infiere de esta situación, admiten en sus cercanías, que “la pelota ya está en campo adversario”. Se refieren a la intención de Kicillof de sanear el Banco Provincia, por ejemplo. Adelantó la posibilidad de terminar con los super miércoles con el 50% de descuento a sus clientes en supermercados. Y tasa subsidiada a las pymes.
Esperan que el nuevo morador de la Gobernación agote la primera contradicción, exactamente, cuando tramite el Presupuesto. Buenos Aires terminará 2019 con un déficit de entre 50.000 millones y 70.000 millones de pesos. ¿Cómo se equilibrará ese rojo ¿. ¿Con un ajuste brutal del gasto público? Ciertamente está descartado. La herramienta será, como hasta ahora, con toma de deuda. Kicillof deberá pedir que se la habilite la Legislatura, luego de cuestionar ese procedimiento de la actual administración.
Cerrado el crédito externo, de dónde vendrá esa ayuda es otro dilema.
En el medio, develan identidades políticas. Kicillof repudió lo que considera un golpe en Bolivia. Vidal no se pronunció. Considera que, en principio, de política habla el presidente o su canciller.
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