Concentran más del 45% del padrón y grandes interrogantes. Por qué Vidal no cree en los cantos de sirena de M&F. La Tercera está vencida. La utopía macrista en la tierra de cordobesismo anti K.
Son los dos distritos que definen la elección y los dos que le dieron la victoria a Mauricio Macri en 2015. Entre los dos rondan el 45% del padrón general y, más allá de la euforia del vamos ganando amarillo, hoy le ofrecen peores perspectivas al macrismo. La provincia de Buenos Aires, con el 37% del electorado, y Córdoba, con el 8,7%, vuelven a mostrarse decisivos para las presidenciales de octubre.
La provincia de Buenos Aires, con el 37% del electorado, y Córdoba, con el 8,7%, vuelven a mostrarse decisivos para las presidenciales de octubre.
Pese al veranito financiero, la calma del dólar y el respaldo irrestricto del Fondo, a menos de un mes de las PASO, Macri sigue muy abajo en la provincia de Buenos Aires. En el territorio madre de todas las batallas, María Eugenia Vidal carga con la mochila de plomo del Presidente y corre desde atrás a un Axel Kicillof beneficiado por la popularidad de Cristina Fernández.
En el búnker de la gobernadora, no se dejan llevar por los números de encuestas que la dan ganadora o le atribuyen un corte de boleta demencial, igual o superior al que obtuvo en la histórica elección de hace cuatro años, con Aníbal Fernández como contrincante. “Están mal hechas, no hay un análisis profundo y en el escenario provincial es muy difícil medir gobernador por separado porque hay sólo dos candidatos que son conocidos. Aunque Clarín lo ponga en tapa, no puede reflejar la realidad de ninguna manera”, le dijo a Letra P un funcionario de máxima confianza de Vidal. Se refería a la encuesta de Managment & Fit que hizo hablar al Círculo Rojo, pero no alcanza para cambiar una tendencia muy arraigada.
En ese sondeo, que muestra a un macrismo que se alza hacia el triunfo, lo que menos cierra es el resultado en la provincia y el comportamiento de algunas variables: Roberto Lavagna aparece con 6,9%, pero su candidato a gobernador, Eduardo “Bali” Bucca, cosecha apenas 1,1%. La conclusión del vidalismo es doble: no lo eligen porque no lo conocen, pero semejante corte de boleta es inverosímil y, en el cuarto oscuro, contrafáctico.
MACRI DIEZ PUNTOS. En la elección de 2017, la provincia de Buenos Aires representó el 37.04% del total del padrón nacional: 12.280.736 de electores sobre 33.152.790 que votaron en las legislativas que le dieron a Cambiemos un triunfo sorprendente, con alrededor del 40%. El porcentaje actualizado surge del trabajo del Grupo de Investigación “100 años de campañas presidenciales en Argentina” de la carrera de Ciencia Política de la UBA. El equipo que dirige el sociólogo Gonzalo Arias indica que el peso de Córdoba fue, en los últimos comicios legislativos, del 8,7%.
En La Plata no tienen en cuenta las encuestas que miden como si se hubieran desdoblado las elecciones y Vidal no fuera arrastrada por la boleta de Macri.
De acuerdo a la metodología, los resultados de las encuestas varían en la pelea por la gobernación. Pero en La Plata no tienen en cuenta las que miden como si se hubieran desdoblado las elecciones y Vidal no fuera arrastrada por la boleta de Macri, que permanece diez puntos abajo de los Fernández.
Esa distancia, que a esta altura el oficialismo esperaba ver reducida, se mantiene firme. Pese a la remontada del Presidente en imagen y al optimismo amarillo, en la provincia de Buenos Aires se respira un aire que tiene poco que ver con el veranito financiero. En la disputa de Vidal con Kicillof, la diferencia se acorta, pero de ninguna manera le da ni la victoria ni el empate a la gobernadora.
Por eso, Vidal y su jefe de Gabinete, Federico Salvai, están al margen del triunfalismo que transmiten la Casa Rosada y los medios oficialistas. Revisan con cautela los datos que le ofrecen de manera regular Poliarquía, Aresco y Jaime Durán Barba y ven un escenario más complicado. De acuerdo a ese monitoreo permanente, hoy la candidata pierde la provincia por una diferencia que oscila entre los cinco y los ocho puntos. El resultado que esperan en el vidalismo es el de una derrota en las PASO que sea igual o menor a cinco puntos, una distancia que podría revertirse si la asistencia en las generales fuera mayor, como ya sucedió en 2015 y 2017. Pero en otro contexto, político y económico.
LA TERCERA ES DECISIVA. Más allá del enfrentamiento que crece en voltaje, el panorama que evalua Vidal coincide con el que manejan en el PJ bonaerense. Con polarización más o menos elevada, incluso aún subiendo, el Presidente queda lejos de la boleta de CFK y genera una distancia difícil de suturar. En la Tercera sección electoral, el territorio blindado kirchnerista, Macri pierde por nada menos que 20 puntos, una cifra que lo obliga a ganar por una diferencia similar en el interior bonaerense para descontar.
En la Tercera sección electoral, el territorio blindado kirchnerista, Macri pierde por nada menos que 20 puntos.
En el PJ que preside Fernando Gray, ven un escenario muy favorable. Tienen sondeos que le otorgan a la fórmula de los Fernández una ventaja de más de 10 puntos (40 a 29) y una constatación cotidiana de que el enojo es con el gobierno nacional primero y con la gestión provincial después. En la Tercera, la boleta que lleva a Cristina toca un techo de entre 48 y 52 por ciento promedio. Un intendente del Frente de Todos le dijo a Letra P que Vidal no desembarca hace tres años en su municipio y habló de una “agresividad” creciente de los vecinos contra los militantes del PRO. “No pueden poner una sombrilla para hablarle a la gente”, afirmó.
En ese cordón del Gran Buenos Aires, que algunos en el macrismo dan por perdido, la gobernadora hará una última incursión antes de las PASO en busca de acortar la brecha.
Encargado de la campaña de Fernández en la provincia, Fernando “Chino” Navarro coincide en que la ventaja es amplia para la oposición peronista y no toma en cuenta las encuestas que hablan de empate. “Macri empuja para abajo a Vidal en la provincia y el Gobierno está desesperado. Sale a pegar en busca de un nocaut porque ve que está perdiendo. Nunca fue su estilo ser agresivo. Ahora sí, está demostrando que las cosas no le salen”, le dijo a Letra P. Sólo una afluencia masiva de votantes de Cambiemos en las PASO podría acortar o dar vuelta ese escenario.
¿CÓRDOBA CAMBIA? Decisiva para que Macri llegue a la Casa Rosada, muchas veces menospreciada en los analisis que se hacen desde Buenos Aires, Córdobaes el gran enigma. La provincia que recibió la visita de Macri y de Alberto Fernández esta semana es un bastión del antikirchnerismo. Nunca desde 2003, salvo en aquel excepcional 54% de 2011, el Frente para la Victoria logró imponerse. Ese año, Cristina Kirchner y Amado Boudou cosecharon el 37% de los votos. Menem se impuso en 2003, Lavagna -que la semana próxima también hará una escala en la tierra del cordobesismo- en 2007 y Macri en 2015, con una cosecha apabullante de 71,5%, que hoy parece imposible de reeditar.
Según un sondeo de la consultora CB publicado por La Voz del Interior, el oficialismo cosecharía 45% puntos en octubre y los Fernández llegarían al 26%. En el Frente de Todos, ven que el Presidente puede tocar los 47 puntos como mucho y tienen sondeos que dan a los Fernández con 30 puntos, a una distancia que está más cerca de 15 que de 20.
En distritos como Río Cuarto, se detecta un porcentaje de votos que en 2015 acompañaron a Sergio Massa y José Manuel De la Sota, pero ahora parece migrar hacia el Frente de Todos. Hace cuatro años, Macri obtuvo ahí casi 44% de los votos, Massa 31% y Scioli, 17,64%. Hoy, los números del PJ opositor hablan de una ventaja para el ingeniero mucho menor en la segunda ciudad de la provincia (46 a 35): de ser así, Fernández se quedaría con la mayor parte de las adhesiones que tuvieron Massa y De la Sota.
Para el politólogo Daniel Montoya, hay dos fenomenos para observar de cara a los comicios que vienen. Por un lado, el comportamiento del voto peronista que representó De la Sota y hoy queda contenido a medias por Schiaretti. Por el otro, el caudal de adhesiones que pueden obtener no sólo Lavagna, sino -y quizás sobre todo- José Luis Espert en una provincia donde Macri encarnó un antiperonismo que hoy no está orgulloso de su gestión. “Córdoba siempre fue un foco de rebeldía, Macri se está equivocando al pensar que lo pusieron. Córdoba no lo puso, sino que sacó a alguien en 2015, si gana esta elección ahora y CFK sale de escena, en CBA pasará a medir 15 puntos en dos meses”, dice.
Nacido en la provincia, Montoya recuerda que la tierra del cordobesismo no sólo es el agronegocio que hace simbiosis con el Presidente: también es el sector automotriz y el mercado interno, dos de los rubros más golpeados por la recesión y el ajuste infinito de Cambiemos.
Schiaretti cedió al pedido de la Casa Rosada para ir con boleta corta, pero recibe a todos los candidatos. Si obtiene el 20% de los votos -lo que le otorgan algunas encuestas- retendrá las dos bancas de diputados nacionales que hoy tiene y dejará en libertad un 37% de las adhesiones que lo votaron como gobernador. El salto de Carlos Caserio como jefe del bloque pos-Pichetto en el Senado no es el único movimiento que indica un alineamiento más opositor del PJ cordobés. Mientras una parte de los votos irán a la fórmula Lavagna-Urtubey, en el neokirchnerismo aseguran que intendentes, sindicatos y diputados comprometieron su apoyo. Fernández se instalará desde el 22 de julio tres díaspara acortar la distancia en el territorio más hostil para CFK. Para el candidato empoderado, perder por poco en Córdoba es ganar. Macri también volverá en busca de reeditar el romance con la provincia: falta poco para ver si puede, después de un mandato en el que dejó un tendal de heridos.
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