El precandidato a gobernador de Patricia Bullrich se mostró con intendentes de la provincia para hacer gala de su respaldo territorial. Un acuerdo casi cerrado con Ritondo, también deseado por el larretismo, y un vidalismo dividido entre los dos postulantes presidenciales.
Por
CARLA PELLIZA
Patricia Bullrich y Néstor Grindetti volvieron a sacar músculo en el conurbano bonaerense, en este caso en La Matanza, en la coqueta localidad de Ramos Mejía. En plena interna con Horacio Rodríguez Larreta, Bullrich volvió a plantear la necesidad de poner en primere lugar el concepto del cambio antes que el de la unidad, si bien desde su sector apuntaron contra el jefe de Gobierno como el haceedor de intentos de quiebres.
Para marcar esa diferencia, Bullrich se señaló como la primera en “defender Juntos por el Cambio” para que no “se convierta en una herramienta para que nada cambie. Vamos al cambio. No queremos que nos metan por la ventana los que no quieren cambiar absolutamente nada”, en relación a la pelea por la sumatoria – hasta ahora fallida – de Juan Schiaretti.
En su recorrida del jueves, Bullrich aprovechó para sumar a otro intendente importante, en este caso de Dolores. Hubo una foto entre la precandidata presidencial y el jefe comunal Camilo Etchebarren en este intento de incorporar más personas con fuerza territorial. No fue el único, pero la difusión de la foto quedó reservada hasta la publicación del video oficial, la forma elegida por la ex ministra para dar a conocer las adhesiones.
Según se difundió al cierre de esta nota, hubo una imagen con varios jefes comunales del interior que decidieron incorporarse al armado de Patricia. La foto con los intendentes y dirigentes territoriales no es para nada inocente, no sólo por el músculo político que se buscó demostrar sino, más que nada, por la intención de los halcones de dar la batalla en formato de I latina, con nombres propios en los 135 municipios, dejando a un lado la posibilidad de la unidad de listas en distritos propios.
Esa imagen llegó en medio de rumores de una “fuga” de caciques de las filas del larretismo al bullrichismo, lo cual fue desestimado por parte de este sector que consideró que se trató de dirigentes con territorios pequeños que decidieron migrar ante la amenaza de una competencia en sus distritos. Ahora, el jefe de Gobierno también construirá sus propias alternativas para ir a la guerra.
Además del cierre de frentes electorales, que en principio encontrará, a nivel nacional, a los mismos espacios que conformaron Juntos por el Cambio en 2021 más José Luis Espert y Margarita Stolbizer, todavía quedará tiempo para debatir otro de los puntos más sangrientos en la previa electoral: los alineamientos y la definición de candidatos con el siempre preciado orden de aparición que puede calificar a un dirigente como “entrable” o no.
En las últimas semanas, después de algunas definiciones, hubo movimientos interesantes en ese sentido. Si quedó en claro que el larretismo y el bullrichismo se plantearon como proyectos con un mismo plan pero excluyentes en lo discursivo, demasiado alejados el uno del otro en las formas, no quedó tan claro cómo se desempeñarán otros actores y habrá una dispersión.
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Grindetti, que lo quiere a Cristian Ritondo como cabeza de la lista de diputados nacionales para enfrentar un Congreso complejo, confía en que habrá acuerdo con el actual jefe del bloque PRO y que “está adentro” del proyecto con el que se siente mucho más cómo y cercano ideológicamente. Sin embargo, según supo El Destape, la proximidad de un acuerdo no terminó de apagar los teléfonos.
A Ritondo pareció quedarle mucho más cómodo el acuerdo con el sector de Patricia Bullrich, más que nada por una cuestión nacional, aunque las conversaciones siguieron con ambos, con Horacio Rodríguez Larreta no sólo charló por teléfono sino que también hubo una reunión aunque ya pasó bastante tiempo como para esperar una decisión que cambie abruptamente el rumbo.
Para el espacio de Diego Santilli, como para el de Grindetti, sería muy importante sumar a dirigentes de peso como Ritondo, no sólo por su nombre y conocimiento sino por su armado electoral. Por lo tanto, de conseguir un acercamiento se daría un paso muy importante pese a que, de momento, apareció como una opción lejana que no impidió abandonar las esperanzas.
El que sí decidió acompañar al larretismo fue Federico Salvai, otra de las figuras fuertes del vidalismo. Estos movimientos más independientes por parte de actores centrales de ese armado político dejaron en evidencia la libertad de acción y la indefinición de María Eugenia Vidal respecto a qué posición adoptar en esta elección. El ex jefe de Gabinete de la gobernadora macrista no será, como se dijo, jefe de campaña del capitalino pero tendrá un rol clave, muy metido en la construcción electoral.
Salvai, como hizo en el último tiempo, colaborará con Horacio mediante sus vínculso con los gobernadores, empresarios, medios de comunicación pero no como cabeza de la estrategia electoral. Vidal, por su parte, por ahora mantendrá una posición de neutralidad pese a que intentaron convencerla de mostrar apoyos explícitos o no quedarse en el medio.
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La ex gobernadora mantendrá esta postura al menos hasta el cierre de listas y se especuló con que, por lo bajo, ayudará a Larreta pero no a Bullrich, al menos no en forma explícita. Si bien no necesariamente pueda tomarse como una posición tajante, se mostró mucho más cercana al proyecto de su amigo de décadas. O, dicho de otro modo, más lejana al expuesto por la ex ministra de Seguridad.
En provincia, el escenario todavía se planteó como parejo pero con un Frente de Todos liderando el pelotón de propuestas electorales con Axel Kicillof como candidato. Según un sondeo de Federico González hecho en Buenos Aires sobre una muestra de 1.400 casos en los primeros días de junio, en una PASO, Santilli aventajaría por poco a Grindetti si sólo se eligieran postulantes para la gobernación.
En una general, Santilli estaría un poco más lejano a Kicillof por no captar el voto de los sectores más duros que sí atraería Grindetti. Si el larretista llegara a esa vuelta electoral definitoria, Fernando Burlando y Guillermo Britos (de Javier Milei) captarían más votos que si lo hiciera el alcalde de Lanús que podría robarles algunas voluntades y arrimar el bochín al gobernador bonaerense aunque sin ganar.
Si a ese mapa se le sumara el acompañamiento presidencial, Grindetti se impondría. Un panorama diferente al manejado por el larretismo que vio un empuje de Santilli a Larreta en Buenos Aires. En ese caso, Javier Milei quedaría tercero y la batalla estaría dada, mano a mano, entre el Frente de Todos y Cambiemos.
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