Advierten que los fármacos de venta libre no escaparon a la realidad económica del país. Cuáles son los que más dejaron de comprarse y de qué modo los argentinos hacen uso de este tipo de productos.
El número de medicamentos de venta libre se ha incrementado en los últimos años llegando aproximadamente a 6.000 productos. Sin embargo, la comercialización de esta clase de fármacos que no requieren de prescripción médica para comprarlos se encuentra en declive, según lo advirtieron la semana última desde el Observatorio de Salud, Medicamentos y Sociedad de la Confederación Farmacéutica Argentina (COFA).
Al comparar las ventas en unidades de los 10 medicamentos de venta libre más dispensados en los 10 primeros meses de 2017 y los de 2018, en base a datos de IQVIA, se observó una caída total del 19,76%, lo que representa 6.966.895 unidades menos vendidas.
“El producto con mayor disminución de las unidades dispensadas en ese lapso es la aspirina en baja dosis, utilizada como antiagregante plaquetario. En segundo término, el paracetamol de 500 mg. Le sigue la aspirina de 500 mg, utilizada como analgésico y antiinflamatorio y en cuarto lugar el ibuprofeno de 400 mg”, detalla la institución que nuclea a 20 colegios, círculos, federaciones y asociaciones de farmacéuticos provinciales.
“Los medicamentos de venta libre no escaparon a la realidad económica del país. Debe considerarse que sobre ellos no hay descuentos de la Seguridad Social ni de la medicina prepaga. La erogación es directa del bolsillo del consumidor, quien mide los gastos por el desfasaje de precios y salarios”, concluye el informe de la COFA.
Ya otro documento de este Observatorio advertía en noviembre pasado de la caída de las ventas en farmacias, atribuido a la devaluación de la moneda y la consecuente “recesión en distintos rubros que ha alcanzado a los alimentos y también a los medicamentos”. “El desplome mayor se evidencia en los productos de venta libre”, indicaron desde aquella institución.
Por ejemplo, en el trimestre comprendido entre agosto y octubre últimos se vendieron poco más de 45.705.000 unidades de medicamentos de venta libre, lo que representa un 25% del total de unidades que se comercializaron en ese periodo al tener en cuenta también los medicamentos de venta bajo prescripción médica.
En ese trimestre se pudo observar el progresivo descenso en la cantidad de unidades vendidas de fármacos de venta libre, que pasaron de 16.330.752 (en agosto) a 14.816.082 (en septiembre) y 14.560.865 (en octubre).
HABITOS DE USO
Un reciente trabajo, presentado el jueves pasado y realizado en conjunto entre el Programa de Medicamentos de Venta Libre de la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT) y la Cámara Argentina de Medicamentos de Venta Libre (CAPEMVeL), permite conocer con más detalles el modo en que se hace uso de este tipo de fármacos.
“Analgésicos, productos para malestares digestivos, cuadros gripales y antialérgicos son las categorías de medicamentos de venta libre más presentes en el botiquín de los argentinos”, afirman los autores del relevamiento, que incluyó a 80 hombres y mujeres de 25 a 55 años de nivel socioeconómico ABC de la Ciudad de Buenos Aires y el Gran Buenos Aires.
La investigación, denominada ‘Hábitos de uso en medicamentos de venta libre´, fue llevada a cabo durante agosto último y tuvo por objetivo “explorar el uso de diversas categorías de medicamentos de venta libre, entender mejor los hábitos de compra versus los hábitos de uso de los productos e indagar en el empoderamiento del consumidor en lo que respecta a la información y toma de decisiones para el autocuidado de su salud”.
Entre sus principales conclusiones, se observó que en la mayoría de los hogares existe cierto stock que incluye al menos tres categorías de medicamentos de venta libre, en general de las clases de los analgésicos, para malestares digestivos (dolor de panza, antiácidos, hepatoprotectores y otros), para combatir cuadros gripales (tos y resfrío) y antialérgicos. “Son remedios que suelen comprarse por corresponder a malestares menores y conocidos por el usuario, de causas fácilmente identificables y que afectan situaciones de su vida cotidiana”, expresan. “No obstante, se observó que el consumo responde a la aparición de un síntoma y no de manera regular ni preventiva”, aclaran.
“Esto es algo que en cierta forma ya intuíamos, pero la investigación nos permitió corroborar las motivaciones de uso y ver que el hecho de tener disponibilidad de estos medicamentos no fomenta un uso irresponsable o potencialmente peligroso relacionado con la cantidad de medicamentos adquiridos, sino que previene la urgencia y abarata los costos al aprovechar alguna oferta puntual al momento de comprarlos”, subraya la doctora Jimena Worcel, directora médica de CAPEMVeL.
MARCAS Y PUBLICIDAD
Los resultados ponen de manifiesto que la marca es un indicador de importancia en los medicamentos de venta libre y que la publicidad es muchas veces un medio de información “muy útil” para el usuario.
“Respecto de los productos destinados al mejoramiento de los cuadros gripales identificables como resfrío común, compuestos por remedios para la tos y el resfrío, en todos los casos los participantes refirieron que acudían al médico si las manifestaciones persistían en el tiempo, aumentaban en severidad, eran poco conocidas o muy intensas”, remarca Worcel, para luego añadir: “Debemos recordar que este tipo de medicamentos de venta libre corresponde a drogas muy probadas y seguras, pero que su uso está acotado al tiempo máximo indicado en el prospecto y supeditado también al comportamiento de los síntomas, por lo que también nos tranquiliza corroborar que esto es algo que la gente comprende muy bien”.
Con relación al acopio de medicamentos, los autores indican que es una práctica que se da en casi todos los hogares y responde a dos características diferenciadas: quienes compran por prevención, pensando a futuro en un eventual síntoma (que es un grupo que suele aprovechar ofertas de 2x1 o descuentos especiales), y quienes los adquieren ante la necesidad, pero que al hacerlo generalmente compran de más “para que sobren”.
En ambos casos, la elección de un producto u otro está dada: por la recomendación del farmacéutico o del dispensador de farmacia, condición que la gente no suele saber diferenciar pero en quienes confían porque asumen que tienen “experiencia”; por recomendaciones puntuales y por el “boca a boca”; o por el conocimiento de la marca y la recordación de la publicidad.
Según subrayan, en la mayoría de los grupos evaluados refirieron que “la publicidad resulta importante para dar a conocer nuevos medicamentos y también para informar sobre distintos usos o indicaciones’.
Otro dato que apareció en la investigación fue que cuando los síntomas son leves, pero menos habituales, muchas personas suelen consultar al farmacéutico como primer agente disponible de salud para conocer opciones y dosificaciones, por ejemplo, en casos de tos (jarabes) o dolor de garganta (caramelos analgésicos). También se lo consulta sobre si los genéricos son “equivalentes”, es decir si pueden reemplazar al medicamento original. “La compra de un original o genérico suele depender del perfil del usuario y de la categoría del medicamento, ya que es más común que compren genéricos de drogas que ya conocen y de lo que el farmacéutico les ofrece”, finalizan los autores del relevamiento.
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