El intendente encara la campaña electoral con la certeza de que seguirá dependiendo de acuerdos parlamentarios para aprobar sus proyectos. Como el oficialismo, el Frente de Todos también necesita una buena performance para sostener su representación.
Por: Ramiro Melucci.
Mientras otros gobernantes toman las elecciones de medio término con el objetivo de conseguir o reforzar la mayoría parlamentaria, Guillermo Montenegro encara la campaña electoral con dos certezas: es improbable que el resultado le permita gobernar con mayoría propia en el Concejo Deliberante los últimos dos años de su mandato. Es muy posible, en cambio, que Acción Marplatense siga teniendo la llave para abrirles o cerrarles el paso a los proyectos oficiales.
Ambas conclusiones, que en la intimidad el propio intendente considera inmodificables, surgen a partir de cotejar la composición actual del cuerpo deliberativo con los antecedentes de las últimas elecciones y los pronósticos de las distintas fuerzas políticas para la contienda electoral de noviembre.
El interbloque oficialista del Concejo, compuesto por los bloques de Vamos Juntos (el más afín al jefe comunal), el radicalismo y la Coalición Cívica, suma hoy 10 concejales sobre un total de 24 bancas. A esos ediles se le agrega en cada votación la voluntad de Mauricio Loria, de la Agrupación Atlántica, que siempre se comportó como un aliado del oficialismo. Es decir que, en los hechos, Montenegro tiene 11 votos: está a dos de la mayoría, que se reúne con 13.
De todas formas, siete de ellos terminan en diciembre sus mandatos. Tres del radicalismo (Vilma Baragiola, Cristina Coria y Ariel Martínez Bordaisco), dos de Vamos Juntos (Mercedes Morro y Guillermo Volponi), la concejala de la Coalición Cívica Angélica González (que buscará continuar por otros cuatro años) y Loria. Quiere decir que con una gran elección en la que consiga siete bancas el oficialismo local seguirá contando con 11 votos.
Los antecedentes indican que los ganadores de las últimas tres elecciones en Mar del Plata no llegaron a conseguir siete bancas. En 2015, con Carlos Arroyo como candidato a intendente y 47% de los votos, Cambiemos logró seis.
En las legislativas de 2017, con Baragiola como candidata y 48,6% de los sufragios, el oficialismo también consiguió seis, mientras que en 2019, con Guillermo Montenegro de candidato a intendente y 40,23% de los votos, Juntos por el Cambio obtuvo cinco.
La actual composición presenta además diez concejales del Frente de Todos (Ariel Ciano, en rigor, sigue teniendo el cartel del Frente Renovador), dos de Acción Marplatense y uno que no forma parte de ningún bloque: Alejandro Carrancio, alejado del intendente desde el momento en que votó contra el pliego del transporte en la comisión de Legislación.
El principal interbloque opositor tampoco tiene las cosas sencillas en estas elecciones de medio término. Pone en juego cinco de sus diez bancas. Virginia Sívori, Marcos Gutiérrez, Daniel Rodríguez, Verónica Lagos y Ciano finalizan sus períodos legislativos. Tres de ellos (Sívori, Ciano y Lagos) irán por la renovación.
De esta forma, el Frente de Todos necesitará ratificar su última performance electoral para conservar su representación en el Concejo. En 2019, con el segundo puesto de Fernanda Raverta (37,91% de los votos), logró incorporar cinco concejales. En cambio, en la última legislativa (la de 2017, con Marcos Gutiérrez como cabeza de lista y sin el Frente Renovador) logró 26,8% de los sufragios y sumó cuatro.
La dinámica legislativa de los primeros dos años de la gestión de Montenegro demostró que siempre que el oficialismo tuvo inconvenientes para destrabar expedientes importantes aparecieron alternativas de la mano de Acción Marplatense. Los ejemplos más notorios son los del presupuesto y los aumentos de boleto.
En el gobierno municipal están convencidos de que esa dinámica no variará a partir de estos comicios. “Para lograr la mayoría propia tendríamos que ganar nueve concejales, imposible”, razonan cerca del jefe comunal. “Siempre vamos a seguir dependiendo de Acción Marplatense”, aceptan.
Es que AM no pone en juego ninguna de sus dos bancas. Si gana alguna será para incrementar su bloque. Si no logra ninguna, mantendrá el que tiene, equidistante de las dos fuerzas políticas predominantes en el Concejo, a un costado de la grieta.
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