Carlos Arroyo tiene por delante los últimos diez días de su primer año como intendente de General Pueyrredon. Y no serán días en los que se podrá relajar a la espera de las fiestas y los brindis. Tiene por delante diez días cruciales para su gestión.
El Concejo Deliberante tiene en carpeta cinco temas clave, en mayor o menor medida, para el futuro del jefe comunal: aumento del boleto de colectivo, aumento de la tarifa de taxi, prórroga de la emergencia económica, fotomultas y presupuesto, junto las ordenanzas fiscal e impositiva.
En todos los casos, el jefe comunal chocó con demasiados reveses en el Concejo Deliberante a lo largo del tratamiento de las distintas iniciativas. No sorprende que los ediles opositores hayan planteado objeciones o directamente hayan rechazado las propuestas. Pero sí sorprende –aunque cada vez menos- que concejales que se definen como oficialistas rechacen sistemáticamente las propuestas impulsadas por el Ejecutivo.
Así, casi como en un embudo, todas desembocarían a la sesión del jueves 29 de diciembre, que promete ser larga e intensa.
La semana comenzó con un tratamiento exprés del proyecto para aumentar el boleto, luego de varias semanas sin novedades. El lunes, el Ejecutivo dio a conocer el informe técnico sobre el costo del boleto y ese mismo día la Comisión de Transporte aprobó el proyecto con el voto doble del presidente de la comisión Nicolás Maiorano y también superó en minutos la de Legislación.
La suba de la tarifa de taxi corrió la misma suerte, en el mismo contexto: semanas de paralización y apuro por aprobarlo el lunes para que llegue a la sesión del jueves.
La intención del oficialismo fue que el proyecto para instalar el sistema de fotomultas corra la misma suerte. Lo consiguió en la comisión de Hacienda, pero en Legislación –con mayoría oficialista- los ediles pusieron un freno por falta de información. Allí comenzó a desbaratarse el plan oficial para resolver varias cuestiones claves en la sesión de este jueves. Y allí comenzaron a desnudarse las falencias del oficialismo en el cuerpo legislativo.
La primera propuesta del jefe comunal fue demorar una semana la sesión del Concejo Deliberante para abordar todos los proyectos polémicos de una vez. Pero se encontró con el rechazo tajante de los empresarios del transporte público que pretendían que la situación no se demore ni un día más: firmaron 100 suspensiones de choferes y la UTA anunció un paro de actividades si la tarifa no se aprobaba este jueves.
Mientras en el oficialismo se analizaba si convenía pagar el costo político de un paro de colectivos para poder aprobar todos los proyectos de interés que pretendía, surgió otro dato no menor: Arroyo no podía garantizar los 12 votos necesarios para aprobar el aumento del boleto de colectivo.
Aquella mayoría automática a la que apeló Arroyo en abril de este año justamente para aprobar la suba del boleto de colectivo hace tiempo que se esfumó. José Reinaldo Cano, quien armó un monobloque pero se define como integrante de Cambiemos, se mostró en contra de fijar el boleto a $7.97. También se expresó en contra el radical Mario Rodríguez y, si bien no lo hizo públicamente, Eduardo Abud hizo saber su rechazo al proyecto.
Así, de los 12 votos a favor, el oficialismo contabilizaba 9. Debía, entonces, buscar aliados en la oposición. En los últimos tiempos, Lucas Fiorini asumió el rol de rueda de auxilio del oficialismo. Por caso, sus votos fueron fundamentales para que la prórroga de la emergencia económica (que venció hace dos meses) supere las comisiones y llegue a la próxima sesión plenaria. Sin embargo, el socio de Fiorini en el Concejo Deliberante abrió el paraguas: “En estas circunstancias no estamos para acompañar la suba del boleto”, disparó.
Ahora habrá que esperar hasta el jueves de la semana próxima para saber si los concejales massistas mantienen su postura en contra del aumento del boleto o deciden acompañarlo. Si lo hacen, serán importantes los argumentos que den. Como sea, será una decisión que analizará el massismo (si es que Cristian Azcona acompaña la decisión de sus compañeros de bloque) o Fiorini como referente de un sector. Cualquiera sea la resolución, tendrá costos y beneficios que ellos tratarán de explotar de la mejor manera, y correrán a un segundo plano al oficialismo.
No se trata de un caso aislado. El proyecto de fotomultas tampoco tiene garantizado los votos, el presupuesto 2017 fue rechazado por Abud debido al incremento de tasas y la radical Cristina Coria apoyó el pedido para resguardar el Fondo de Promoción Turística de la prórroga de la emergencia económica, por citar algunos ejemplos de las últimas semanas.
A medida que avanzaban los meses y se sumaban los problemas, el Concejo Deliberante le fue trayendo más dolores de cabeza al intendente Arroyo. De hecho, si no fueron más continuos los cachetazos fue porque no abundaron los proyectos. El radicalismo comenzó a diferenciarse tenuemente con Mario Rodríguez y Luis Rech. Esas diferencias comenzaron a ser cada vez más evidentes y se profundizaron con la derrota en la interna del sector radical más arroyista.
Rech abandonó el Concejo Deliberante, pero el cambio tampoco benefició al oficialismo: la banca la ocupó un Abud enojado con la decisión de Arroyo de removerlo del gabinete municipal.
Juan Aicega tiene un perfil menos combativo que los radicales, pero tampoco se siente parte del armado arroyista. En algún momento amenazó con abandonar el bloque Agrupación Atlántica Pro y conformar un unibloque puro del Pro. Si bien el plan no prosperó, lo cierto es que hoy no se esfuerza de más por defender la gestión local y pone mayor empeño en resaltar lo hecho por la gobernadora María Eugenia Vidal y el presidente Mauricio Macri.
El problema no fue –no es- solo cuantitativo. Muchos concejales coinciden en que también hay una notoria falencia política en la conducción del bloque oficialista, a cargo de Guillermo Arroyo. “Muchos de los problemas se los crearon ellos mismos. Se hubieran resuelto con un mejor diálogo, con algunos llamados de Guillermo”, confesó un concejal opositor.
El jefe comunal se envalentonó en las últimas semanas cuando desde Provincia y Nación comenzaron a hacer bien explícito el apoyo a su gestión. Con gestos públicos y con charlas privadas en distintos sectores de influencia. Así, hasta lanzó su idea de ser reelecto en 2019. Uno de los puntos que tendrá que resolver a lo largo de 2017 será justamente el funcionamiento del Concejo Deliberante, que comenzó su gestión con mayoría automática y hoy parece su Talón de Aquiles.
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