Aunque no tiene al FMI para que le dé un préstamo, Vidal imitó a Macri. La deuda bonaerense es una bomba. Representa el 70 por ciento del presupuesto y el 80 por ciento está nominado en moneda extranjera.
Recibió una economía desendeudada con muy buenos indicadores de sostenibilidad de los pasivos públicos. Sobre esa base, en la primera mitad del mandato se lanzó a una emisión frenética de deuda. Incrementó la deuda en dólares hasta niveles críticos, elevando de ese modo el grado de vulnerabilidad de las cuentas públicas a bruscas variaciones del tipo de cambio. Acortó el perfil de vencimiento, sumando más presión a las finanzas públicas. La carga de intereses en el presupuesto avanzó así en forma acelerada año tras año. Esta es la descripción coincidente de analistas de diferentes vertientes ideológicas acerca de las finanzas del gobierno de Mauricio Macri. Este estrago que condicionará la economía en los próximos años no fue sólo a nivel nacional. Es el mismo retrato de las cuentas de la administración de la Provincia de Buenos Aires de María Eugenia Vidal, con el agravante de que la economía bonaerense no recibe dólares ni por exportaciones ni por un prestamista de última instancia como el FMI. Vidal es igual que Macri, pero peor.
El estado de situación de la deuda en la provincia es más dramático que el de la Nación. La gestión de gobierno del rostro Heidi de Cambiemos es desastrosa en términos de previsibilidad y firmeza de las cuentas públicas. Esta performance es poco alentadora acerca de la forma de administrar una economía por parte de quien es presentada por el establishment como el plan de recambio ante el retroceso persistente de la figura de Macri en un proceso de descomposición de la alianza macrismo-radicalismo. En el manejo de la sensible área de las finanzas, que en un esquema de valorización financiera condiciona el funcionamiento de la economía, Vidal no se ha diferenciado de Macri y, por lo tanto, es corresponsable del naufragio de la economía macrista.
Datos duros
El informe “Deuda bonaerense. Hay números, se terminó el maquillaje”, de los investigadores Martín Di Bella y Fernando Alvarez, ofrece una radiografía detallada de las cuentas financieras del gobierno de Vidal. Los indicadores, que revelan el desmanejo en un área muy crítica de la administración de la provincia, son los siguientes:
La deuda bonaerense ha pasado a representar del 41 por ciento del presupuesto provincial en 2015 a casi el 70 por ciento del presupuesto al cierre de 2018, porcentaje que se encamina hacia el mismo umbral crítico que tenía en 2001.Gran parte de la emisión del nuevo endeudamiento fue nominada en moneda extranjera, además de regida bajo ley extranjera.Se encareció la toma de deuda al pactar tasas de interés al alza.Disminuyó el plazo promedio de vencimiento de la deuda de 5,4 años en 2015 a 3,5 años en 2018.El indicador deuda/Producto Bruto Geográfico muestra una suba del 6 al 10 por ciento.El stock de deuda bonaerense crece mucho más rápido que los recursos totales o que el PBG de la provincia.Estos indicadores son muy impactados ante modificaciones en el tipo de cambio o por el desempeño de la actividad económica.De ocurrir episodios de crisis recesivas y/o cambiarias como los actuales o más agudos como los de 2001/2002, esos índices empeorarán en forma dramática; y las provincias poseen menos grados de respuesta que la Nación para enfrentarlos.
Al 31 de diciembre de 2018 la deuda total de la Provincia de Buenos Aires ascendía a 474.431 millones de pesos. Di Bella y Alvarez advierten que “el principal motivo de alerta de este nivel de deuda es que el 80 por ciento está nominado en moneda extranjera, cuando el promedio del quinquenio 2007/2011 era del 40 por ciento, y en 2015 alcanzaba el 57,9 por ciento”. Este pasivo en divisas está constituido en 84 por ciento en dólares y el resto en euros, quedando evidente así la alta exposición de esta deuda a la incertidumbre cambiaria.
El grado de alerta se hace aún más preocupante al analizar que la evolución de la deuda genera cada vez más servicios devengados en moneda extranjera. En promedio, desde 2015 el gasto en intereses se viene duplicando cada 21 meses. Apenas el 28 por ciento de los servicios se cancelarán en pesos, mientras que el 72 por ciento restante será en dólares. También es preocupante la dinámica que muestra el plazo promedio de vencimientos de la deuda, colocando una enorme presión sobre la necesidad de fuentes para refinanciar el capital y también para hacer frente a sus servicios. Estos rubros han adquirido más presencia en el presupuesto de gastos, desplazando recursos de otras actividades.
Emisiones
El vértigo en la colocación de deuda de la administración Vidal incluyó papeles emitidos en el mercado local y en el exterior, a corto y largo plazo, con tasa fija y variable. Todo el menú al servicio de un endeudamiento irresponsable, en línea con el mismo comportamiento que tuvo el gobierno nacional. Las últimas grandes emisiones correspondieron a operaciones del año pasado, porque a la provincia también se le cerró el acceso al financiamiento en el mercado voluntario de crédito.
El 5 de abril de 2018, la Provincia realizó una licitación pública en el mercado de capitales local en la cual entregó bonos por 30 mil millones de pesos, a la tasa Badlar más 3,75 por ciento anual, con amortización integral al vencimiento en 2025. Al momento de la emisión, la tasa estimada era del 26,6 por ciento anual, sin embargo rápidamente ese costo fue subiendo en cada uno de los cupones de renta trimestral pagado, hasta duplicarse en el abonado el 12 de enero pasado, cuando alcanzó el 53,9 por ciento anual.
La última emisión en dólares fue el 17 de diciembre de 2018 cuando el Ministerio de Economía bonaerense dispuso la colocación directa de tres bonos por 744 millones. Con el mercado financiero cerrado y ante la urgencia por conseguir fondos, el gobierno de Vidal se lanzó sobre los recursos del sistema jubilatorio, entregando el total de esos bonos al Fondo de Garantía de Sustentabilidad de la Anses. Los tres títulos fueron emitidos bajo la par, con lo cual las tasas efectivas fueron del 9,51 al 10,14 por ciento anual, un costo elevadísimo que implica un nivel de exigencia asfixiante para las cuentas públicas bonaerenses. “Respecto a las emisiones anteriores realizadas en la misma moneda evidencian un empeoramiento de las condiciones para la Provincia, en plazo y en tasa”, evaluaron Di Bella y Alvarez.
En cuanto a la emisión de letras del Tesoro provincial en pesos, a fines de 2018, el acumulado de esos instrumentos de deuda sumaba 51.446 millones a una tasa media ponderada del 40,9 por ciento anual y, a fin de ese año, había un stock vigente en circulación de 10.508 millones de pesos, a una tasa media del 51,6 por ciento anual.
Recursos
La administración Vidal ha contado con recursos adicionales como pocas en las últimas décadas. Y, al igual que el gobierno de Macri, poco y nada de esa masa de dinero extraordinaria se ha visto reflejada en obras sustanciales para el desarrollo, impulso a la actividad productiva y fortalecimiento de la economía.
Además de la recaudación de millones colocando bonos, incrementando en más de 350 por ciento la deuda nominal –un 40 por ciento valuada en dólares–, Vidal ha recibido más fondos fiscales, lo que sería envidia de gobiernos provinciales anteriores. Se ha beneficiado con giros incrementales cada año desde 2016 por la devolución de 3 puntos acumulativos de masa coparticipable que iba a la Anses (12 de 15 puntos del total previsto). También ha gozado del aumento de la masa coparticipable federal por la incorporación completa del producido del Impuesto a las Ganancias. Recibió además un monto anual compensatorio por renunciar al reclamo de la actualización del “Fondo del Conurbano”, que sumó 21.000 millones de pesos el año pasado y sumará 44.000 millones en 2019, dinero que más que compensa la carga por las transferencias de subsidios nacionales al transporte, energía y agua.
La actual estructura de deuda lanzó la economía bonaerense a una extrema vulnerabilidad, con elevado riesgo de insolvencia. Sus finanzas fueron colocadas en una situación de mucha fragilidad ante la eventualidad de una profundización de la recesión, que afectaría el ritmo de recaudación de impuestos y de los giros de la coparticipación. Esto debilitaría la capacidad de hacer frente a los vencimientos de intereses y capital de la deuda.
La merma de la actividad tuvo un síntoma evidente en la mediocre temporada de verano en la costa atlántica, recesión que se extiende al resto de las actividades, afectando los niveles de recaudación bonaerense, que ya acumula doce meses de pérdida real de recursos. Esa fragilidad también queda expuesta ante la probabilidad de otra megadevaluación, que gatillaría un incremento sustancial de la carga de la deuda por su elevado grado de dolarización. A diferencia del gobierno nacional, Vidal no puede abrazarse al salvavidas del FMI.
Recesión
Las cuentas públicas, nacionales y bonaerenses, están dando una lección al mundo de la ortodoxia, aunque difícil que éste pueda asimilarla. La evolución negativa de la recaudación pone en cuestionamiento su mala teoría y exhibe los consiguientes malos resultados, como ha ilustrado en más de una ocasión Claudio Scaletta en el suplemento económico Cash de este diario.
Un reporte del Instituto Argentino de Análisis Fiscal (Iaraf) ilustra que la recaudación de marzo registró una caída real del 10,2 por ciento con respecto al mismo mes de 2018. Guadalupe González, del Ieral-Fundación Mediterránea, precisa que la recaudación asociada al mercado interno marcó una caída más pronunciada en términos reales, al bajar 12,1 por ciento interanual en marzo, profundizando las mermas observadas en enero y febrero de este año del 9,4 y 10,6 por ciento anual, respectivamente. El Iaraf destaca además que con los datos de marzo se ha consolidado un retroceso real de la recaudación por noveno mes consecutivo, fase iniciada en julio pasado tras la crisis cambiaria. Para concluir que en el primer trimestre de este año “se mantiene la tendencia de crecimiento de la recaudación por debajo de la inflación”.
No existen posibilidades de conseguir otro saldo que no sea una caída de los ingresos fiscales si se aplica un ajuste para buscar un déficit primario cero, como el comprometido con el FMI, que deriva en retroceso de la actividad.
El Fondo fomenta esa política y después exhibe sorpresa por ese resultado lamentable. En el comunicado difundido el viernes útlimo, al aprobar un nuevo desembolso por 10.800 millones de dólares para la campaña electoral de Cambiemos, su directora gerente, Christine Lagarde, señala que “a la luz de un nivel inferior al esperado del ingreso tributario en el primer semestre del año, será crítico actuar continuamente con prudencia en la ejecución de los planes de gasto y tomar otras medidas para incrementar los ingresos fiscales a fin que la posición fiscal de 2019 llegue al balance primario”.
El mensaje de Lagarde es contundente: el Gobierno tiene que reducir el gasto público o aumentar impuestos para alcanzar la meta fiscal. El saldo de una u otra opción será una caída mayor de la actividad que reducirá aún más la recaudación, lo que agudizará las tensiones sociales y políticas.
Salvoconducto
Los antecedentes de la economía argentina, como en cualquier otro experimento neoliberal bajo la tutela del FMI, muestran la imposibilidad de equilibrar las cuentas públicas en un contexto de ajuste fiscal en recesión, a lo que se le suma la expansión vertiginosa del endeudamiento que aumenta la presión sobre los recursos. Los mencionados datos de recaudación del mes pasado y del acumulado del primer trimestre prueban una vez más esa obviedad.
Varias y pesadas herencias dejará el gobierno de Macri, pero una que será una carga insoportable es el de haber encerrado a la economía en la celda del FMI. El programa del Fondo, para Argentina como para otro país bajo su tutela, es una trampa que instala la economía en un círculo vicioso de decadencia. Define un ajuste continuo que sumerge la economía en un estancamiento permanente, que para evitar el default extiende la agonía por años hasta que, finalmente, con las cuentas exhaustas estalla ese default demorado, que termina provocando consecuencias socioeconómicas aún más dramáticas por la acumulación de tensiones.
La recesión con riesgo de otra megadevaluación está acelerando los tiempos, pues plantea un escenario inquietante: caída de ingresos tributarios por el derrumbe de la actividad y aumento de la carga de intereses de la deuda por el alza del tipo de cambio.
Puede ser una estrategia de laboratorio político de grupos económicos y sectores de Cambiemos la propuesta de Vidal candidata a presidenta ante el persistente declive de la adhesión social a Macri. Pero también puede ser el salvoconducto que encuentre Vidal para escaparse de la bomba con mecha encendida de la deuda de la Provincia de Buenos Aires.
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