El expresidente saldrá a la cancha para ganarle a Riquelme, pero aún madura la idea de una candidatura. La estrategia del macrismo xeneize. ¿Un ídolo en el banco?
Por Agustín Colombo
El renunciamiento de Mauricio Macri a buscar su segundo tiempo en la Casa Rosada desencadenó, casi en simultáneo, una pregunta que se viene haciendo sobre el expresidente en ese reducto de pasión y poder desde donde diseñó su carrera política: Boca. ¿Hasta dónde jugará en las elecciones de diciembre? ¿Consolidará su padrinazgo político o ahora, con esta decisión, irá más allá? En el macrismo xeneize dejan correr varios rumores, algunos deliberados y otros no tanto. ¿Macri integrará la lista que encabezará el exministro de Modernización Andrés Ibarra o es posible que sea parte de la fórmula? “Va a jugar fuerte”, adelantan en el grupo que arma la candidatura opositora.
¿Será Carlos Tevez el contrafuego elegido para disputarle los votos emotivos a Juan Román Riquelme, el “único rival” a vencer, incluso si elige mantenerse en su actual posición de vicepresidente? “A Carlitos le cuesta esa confrontación entre ídolos”, admiten antes de negar esa posibilidad, al menos por ahora.
En el mundo Boca surgen más preguntas que respuestas, sobre todo porque de cada lado se miden casi como esgrimistas: saben que faltan ocho meses; un tiempo demasiado extenso para vociferar verdades que luego se caen como un castillo de naipes ante un mal resultado deportivo o una interna política que no logra dirimirse.
Sin embargo, reconocen que la carrera electoral entrará en una curva que se profundizará el próximo domingo, cuando el club festeje 118 años de vida. Aunque desestiman que Macri haga algún anuncio como se especulaba, en ese espacio sueltan que ofrecerán "una sorpresa" con la intención de seguir posicionando la candidatura de Ibarra, un candidato que ahora no tiene el nivel de conocimiento entre la masa societaria para aspirar a desbancar al oficialismo. El paso siguiente será un evento en La Boca, a fines de abril o en mayo, con el que intentarán dar otro golpe de efecto.
Vínculos poderosos
La relación entre Ibarra y Macri acumula décadas, empresas y mandatos de gobierno. Se conocen de cuando Ibarra tenía apenas 22 años y llegó al Grupo Socma, una de las empresas principales de la familia Macri. Fue gerente de control de gestión de la constructora Sideco S.A., director financiero y comercial en Autopistas del Sol, y director comercial y de marketing de Correo Argentino. Acompañó al expresidente primero a la Ciudad, y luego a la Nación.
A su lado, como jefe de campaña, está Javier Medin, otro gran amigo de Macri desde los tiempos de Socma. Ex asesor legal de Boca, Medin es uno de los alter egos de Macri en cuestiones de fútbol desde que arribó como vicepresidente del Comité Normalizador de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) durante su gobierno. Por esa función construyó puentes con un sector de la dirigencia de la AFA que está lejos de autopercibirse macrista.
Además de Ibarra y Medin, en esa mesa hay otros viejos conocidos del mundo xeneize, algunos con cargos en las altas esferas del poder político, como el vicepresidente primero del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires, Francisco Quintana; el empresario y conocedor de todo el mapa de peñas en las provincias Royco Ferrari; el bancario Rómulo Zemborain; el economista Daniel Artana; y Natalia Pompilio, hija del expresidente fallecido y muy crítica de la gestión de Jorge Amor Ameal (quien sucedió a su padre en 2008).
En el macrismo xeneize reconocen que en la actualidad están abajo en la intención de voto, pero se entusiasman al remarcar que tienen un piso de 30% en las urnas; algo que podrían subir si logran encolumnar a toda la oposición detrás de la candidatura de Ibarra. No será fácil: la postulación de Jorge Reale, armada con el soporte de Diego Lajst, exprotesorero en la gestión de Daniel Angelici, es solo una muestra de que la unidad, a veces, es un objetivo muy difícil de alcanzar; porque si bien Angelici dio muestras de que acompañará la candidatura de Ibarra, hay algunas rispideces que dificultan y dilatan un acuerdo.
En el oficialismo, mientras tanto, también hay rispideces y tensiones en aumento. Hasta hace poco, la fórmula que repetían en ese espacio tenía dos nombres asegurados: Riquelme y el actual secretario general xeneize, Ricardo Rosica, quien permanece en el cargo a pesar de que ya no se habla con Ameal. El orden podía invertirse, pero los nombres no. Este mes, el acercamiento entre Jorge Amor Ameal y Mario Pergolini generó un temblor. Pergolini, vice primero en las elecciones de 2019, renunció en marzo de 2021 enfrentado con Riquelme: la excusa era la comunicación institucional del club, pero las razones eran mucho más grandes. La sola posibilidad de que Ameal quiera buscar su reelección replantea toda la estrategia que diseñan en Ezeiza Román y su hermano Cristian “Chanchi” Riquelme.
“La mejor estrategia para dar vuelta la situación va a ser confrontar los dos modelos de gestión”, deslizan en el sector que encabeza Ibarra. Al “autoritarismo” que le endilgan a Riquelme, lo comparan con los “antecedentes en gerencias de empresas de primer nivel, capacidad de gestión y el apoyo de la persona que condujo al club en el período más exitoso de su historia”. Por ahora, ese discurso no termina de prender. El tiempo –y la masa societaria xeneize– dirá.
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